Mes: julio 2006
¡¡Galicia, sitio distinto…!!
Acabo de darme una vuelta por el blog de Úrsula y… está en gallego (que manda carallo), pero hay cosas que sí las entiendo, desde luego. Y después de ver su último artículo, se me vino a la mente este título de canción de Os Resentidos, nada menos (movida viguesa 100%). Como siempre y en todo, los años no perdonan y Antón Reixa, que era el alma mater del asunto, ni sé por dónde anda, pero le tuve por persona intelectualmente inquieta, así que vaya usted a saber en qué tiros se metió.
Pero a lo que voy, que como siempre me despisto en el primer párrafo. Galicia, efectivamente es un sitio distinto: no sólo porque parece haber más gallegos fuera de su tierra que dentro; recordemos a O Abuelo yendo a buscar votos nada menos que a… Argentina (manda carallo por segunda vez). Algún día hablaré de México, que aquí más bien hay poquitos; y aquí, gallegos con asturianos allá se van… Pero no sólo por eso es distinta Galicia. Galicia es un sitio distinto porque además de facer un sol de carallo (tercera vez), se ha merecido con los años, los accidentes y la imprevisión de los gobernantes de turno, el dudoso honor de ser la primera zona radiactiva de España.
No importa si fue más grave el accidente del Prestige en 2003 que el del Casón en 1992: el hecho es que en los últimos lustros, buena parte de las costas gallegas se convirtieron por un breve lapso en costas da morte para la pesca, y para las pesquerías gallegas. Tapadas generosamente con indemnizaciones en su caso por iniciativa propia de la Administración y en otro caso, debido a la presión de plataformas ciudadanas «espontáneas» (tanto como lo fueron las «movil-izaciones del 12-M-2004), de las que ahora nunca más se supo (que les pregunten a los de Nunca Máis dónde está el dinero).
Y ayer, como hoy, como siempre, el gallego calla y emigra cuando las cosas se ponen feas. Tanto es así que es probable que el primer español que uno se encuentre allá donde vaya padezca de morriña e saudade. Y con suerte, ese gallego amorriñado les pueda invitar a una queimada casera y compartir las penas con el viajero que acierte a pasar por su vera. Manda carallo na Habana! Decididamente, Galicia es un sitio distinto.
"Concientizar", "concretizar" y similares
¡¡Que viene AMLO!!
Por lo poco que yo entiendo, aquí no hay una distinción tan clara entre «izquierdas» y «derechas» como en España. Es verdad, como hemos denunciado en este blog alguna vez, que el PSOE hace mucho que ha dejado de ser de izquierdas. Que a estas alturas es un partido socialdemócrata, sí, pero de derechas (ni socialista, ni mucho menos obrero). Y, al menos en España, soy capaz de situarme y decidir que si bien Aznar y sus aspavientos no me acaban de convencer, menos me gustan ZP y sus «niños bien» disfrazados de izquierdistas de chaqueta de pana (que además y con el objetivo de mantenerse en la poltrona, pactan con terroristas y otros que «no quieren saber nada de España», pero que le exigen que siga pagando sus aventuras independentistas).
Pero bueno, volviendo al tema que tratamos en este chorro, el caso es que aquí la cosa está que arde. De los tres partidos que aspiraban a la presidencia de la República, uno ha sido literalmente borrado del mapa, que bien podría decirse “menudo madrazo le han dado al PRI”. Quedando la contienda polarizada entre dos partidos, el grito unánime del los panistas y simpatizantes de Felipe Calderón y su partido es: ¡QUE VIENE AMLO! Y eso ya ha tenido consecuencias: el peso se ha apreciado frente al dólar y, según parece, el dinero está haciendo las maletas hacia destinos más «tranquilos».
No deja de recordarme la situación española 1982-83, cuando al ganar el PSOE sus primeros comicios, muchos millonarios empezaron a mandar frenéticamente dinero a Suiza y a otros paraísos fiscales. Incluso se dio el caso de que la policía desarticuló una cierta «red de evasión de capitales», en la que se vio implicado hasta todo un jurista de reconocido prestigio en el campo administrativo. No obstante, el PSOE no tardó mucho tiempo en convencer y en ser convencido de que no tenía que haber peligro para los grandes capitales. Y así fue como la Banca obtuvo los mayores beneficios de su historia hasta ese momento, gobernando un partido supuestamente de izquierdas.
En cuanto a lo que los candidatos traen en su pasivo, veamos despacio. Sobre Felipe Calderón pesa mucho el escándalo del FOBAPROA, del que al parecer jamás dio explicación razonable y eludió otras preguntas «comprometidas» sobre su relación con el matrimonio Fox. Sobre López Obrador, de momento, no hay más que el ruido mediático que el PAN ha generado a su alrededor con el objeto de desacreditarlo; y a pesar de eso, la acusación más grave que pueden formular contra él es la de «populismo». Tratan obviamente de acercarlo a personajes como el «bolivariano» (léase «iluminado») Hugo Chávez y alinearlo así con Fidel Castro, usando el argumentario tradicional de la extrema derecha que identifica «izquierda» con «desorden».
Por eso mantengo una cierta desconfianza hacia AMLO, a pesar de que buena parte de la intelectualidad bebe los vientos por él. Que una cosa es lo que se dice y promete en campaña, al calor del aplauso y el ánimo de los militantes y otra muy diferente lo que se hace una vez se toman las riendas del poder. Si se confirma el triunfo de AMLO, éste deberá ir con sumo cuidado porque lo que haga en estos seis años, bueno o malo, se lo van a recordar siempre. Habrá que esperar los cien días de rigor para comprobar a quién se debe López Obrador.