White snow

Blanca nieve –a carretadas– en el nostre país. Montilla está desconcertado porque el Servei Català de Meteorologia ha funcionado como en los tiempos del franquismo, cuando los hermanos Medina. Aquellos que de ustedes tengan cierta edad recordarán aquellos mapas planos, con las aes de los anticiclones (a mí me gustaba el de las Azores, qué quieren) y las bes de las borrascas y de bajas presiones: cuando ellos decían «mañana sol y buen tiempo», ya sabía uno que había que coger el paraguas. Eso mismo le pasa al deZPgobierno: cada vez que anuncian algo, hay que leerlo al revés, modo orwellianus.

Y la nieve sigue cayendo, insensible al clima político. En Cataluña, por demás. L’oasi, congelado, mientras en el Parlament se discute la vitalísima y fundamental cuestión de si hay que prohibir o no los festejos taurinos en la catalana tierra. Se discute sobre ello mientras el Tripartit nacional-socialista se cubre de… esteee… gloria llamando al Ejército español (que en medios «indepen» gustan de llamar, con retintín, de ocupación) para que les saque las castañas de la nieve. La culpa es de Madrit; nunca jamás y en ningún caso, del conseller Saura, responsable último de la cosa.

La nieve cae, lentamente. Y en el Gobierno esperan que la nieve cubra, como en la tundra, la mayúscula trola de Freddy el químico: «Los españoles nos merecemos un gobierno que no nos mienta, que nos diga siempre la verdad». Ésa fue la primera trola. La última, la de la Voguemomia: que no se pagó ningún rescate por la liberación de los cooperantes. Dos millones (de dólares) por la cabeza de Alicia Gámez y otros tantos por las barbas de sus compañeros. «Nos trataron bien, atendidas las limitaciones de la situación», dice Alicia. Naturalmente: no iban a maltratar aquello que utilizaron para chantajear al gobierno, hasta ahí podíamos llegar. El gobierno ni se molesta ya en ocultar que miente.

Pero hoy la nieve cae con más insistencia. Tiene que tapar mucho: nada menos que la ignominia del 11-M. Según se sabe, nadie se libra: ni el ¿gobierno? de ZP, ni la ¿oposición?, ni algunos jueces, ni algunos fiscales, funcionarios de las FCSE, y ejecutando su parte en el siniestro plan, determinados medios de comunicación de masas. Federico apunta a más gente, entre ellos al Rey, bien sea por activa o por pasiva. Pero ya con la lista que dejamos escrita hay para horrorizarse.

El gobierno –y probablemente la oposición– espera que la nieve haga olvidar el horror y la vergüenza de ver que quienes participaron en la ignominia, por pequeña que fuese, han sido premiados. Ascensos, prebendas y otras gabelas para los que con su actuación favorecieron la perpetración y/o posterior impunidad de los autores materiales y, sobre todo, intelectuales. Y nada, absolutamente nada, para las víctimas. Las víctimas del 11-M, sobre todo presididas por Francisco José Alcaraz, molestaban al deZPgobierno. Había que desactivarlas: silenciarlas, arrinconarlas, «ningunearlas». No lo consiguieron mientras él estuvo al frente de la AVT y hubo que esperar a unas elecciones para que el gobierno pudiese hacer casquería de la AVT. Por eso ahora, que parece existir una segunda negociación con los asesinos de la ETA (ambos son de izquierdas: se entienden bien), la AVT está tan calladita y tan tranquilita.

Cae la nieve. Aquel 11-M cambió muchas cosas. Pero la nieve –el frío, en realidad–, tiene otra propiedad: conserva en buen estado los restos orgánicos. Los muertos, que podríamos decir. Necesitamos almas con inteligencia, coraje y amor por la verdad que lleven, por fin, el merecido reposo a las 193 (había un bebé que estaba en camino) almas a las que unos asesinos sin entrañas despojaron de cuerpo una soleada mañana de marzo: el 11-M. Y que consuelen a los vivos, que fueron mutilados en su cuerpo y en su íntima convicción porque ninguna institución del Estado quiere hacerles justicia.

Hoy les pido, si son ustedes católicos o de cualquier credo y gente de bien, que recen a Dios, a Alá, a Jehová para que Aquél que todo lo ve tenga bajo su protección a esas almas arrancadas cruelmente de sus cuerpos. Y si no profesan ustedes religión alguna, sí les pido que enciendan por ellos una vela en su corazón. Y que tanto si son ustedes religiosos o no, exijan a este gobierno que nos deje de una vez saber LA VERDAD de lo que ocurrió aquella mañana. Mucho tienen que ocultar cuando no hacen otra cosa que poner trabas e insultar a los que trabajan porque la verdad se sepa y a los que creemos que esa verdad puede saberse.

Autor: Aguador

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