Menuda se está armando en el caso Bono. Los Dávila’s Boys están haciendo un trabajo redondo –y sobre todo, bien documentado–. Parece que el Quién es Quién del periodismo y de la política se está retratando (¡y de qué manera, oigan!). Sin embargo, de este «caso» (que aún no es tal porque nadie lo ha llevado a los Tribunales) destacan los posicionamientos. Sorprende –o no– el de Gallardón, al parecer amiguísimo de Bono, colocándose a su lado. Sorprende el de Pedro J. , que desde su columna editorial primero dijo que «no había razones para investigar» y ahora dice que «hay un par de propiedades sobre las cuales debería dar explicaciones». Lo de Pedro J. sorprende algo menos. Como ya hace muchas lunas comentaba en este blog mío y de ustedes, el director de El Mundo se hallaba en Gstaad, Suiza, invitado por la reina virgen de la banca española, Ana Patricia Botín. Y en ésas, una mañana gris y nevosa, el periodista recibió la visita de la Voguemomia. No sabemos si le hizo una oferta que no podía rechazar, le amenazó con un vis a vis de lo más íntimo (con la luz encendida, por supuesto) o le enseñó la cabeza de la Gorgona Medusa; el caso es que Pedro J. (y lo que es peor, su diario) desde entonces ya no volvieron a ser los mismos.

Más sorprendente ha sido, en cambio, que Público presentara su candidatura a primo del Tío de la Vara, apoyando por tanto las informaciones de la Gaceta. Si tenemos en cuenta que el rotativo rouresiano amplifica la Voz de su Amo, estamos aquí ante un latigazo ordenado directamente por Moncloa. ¿Será que Bono ha perdido utilidad para ZP y éste le ha mandado un aviso? No menos sorprendente ha sido que el mismo día en que se debatía si Bono debía o no dar explicaciones, el prota se largara a la China a inaugurar un pabellón ferial… nada menos que cara al sol. ¡Qué orgulloso se hubiera sentido su padre, alcalde falangista de Salobre durante 17 años!

Mientras tanto, los Dávila’s Boys siguen haciendo su trabajo y siguen acumulando documentos que prueban que el discurso honrado-decente-moral de Bono se está resquebrajando por momentos. A lo mejor resulta que tenemos suerte, y que alguien de la casta, que se creía inmune por ser una primera autoridad del país tiene que dar cuentas a la fuerza (de grado no lo haría, desde luego) y a la justicia. Poco importa que Bono se desgañite hablando de cuentoj, infamiaj y de manipulacionej. Si Bono no puede desmentir las informaciones de la Gaceta, ello significará que ha mentido al Congreso. Ya sabemos que es una institución en horas bajas en cuanto a honorabilidad y ejemplo; pero coño, que hasta el presidente de la misma le pierda el respeto es síntoma de que, por lo menos, debería dimitir. Ahora hace falta saber si la palabra dimisión está en el diccionario de ese señor. Y si no, pues nada: leña al… Bono hasta que hable inglés. O hasta que dimita. O hasta que se arranque las siglas de socialista y obrero. Y que cunda el ejemplo.