“Dignidad” ante la blasfemia (II)


Pero el cuadro más lamentable, naturalmente, no es el del hecho en sí. El cuadro más lamentable es el de las reacciones ante el hecho. Veamos.

La autora dice que «no quería ofender con su poema». Eso es como si a uno le dan un puñetazo y después, mientras a uno le sangra la nariz, le presentan excusas: «Perdona, no quería hacerte daño». O aún peor, como hace la izquierda paternalista y condescendiente, «es por tu bien». Todas las demás explicaciones que da la autora no son más que humo bioideológico feminista y poco más. Lo mollar del asunto es que se permitió con plena conciencia de lo que iba a suponer.

La flamante (o flamboyante) alcaldesa de Barcelona se agarra al manido argumento de la «libertad de expresión». Pero ya sabemos que la libertad de expresión, en el progrerío, es one-way: dicho pronto y muy mal, ellos pueden ofender impunemente tus sentimientos religiosos, pero tú, en respuesta, no te puedes cagar en ellos y en su puta madre. Por otra parte, como hemos dicho alguna vez en este blog mío y de ustedes y otros usuarios remarcan, el contexto es de ataque únicamente a la religión católica. No atacan a la religión judía (a los judíos sí, no obstante, por lo del «genocidio palestino») y menos aún a los musulmanes, respecto de los que ni siquiera levantaron la voz cuando se masacraban a los cristianos en Siria. Están muy presentes las imágenes de París, de los charlies y claro, «cuando las barbas de tu vecino veas quemar…». ¿Religión de paz? Aprendieron la lección.

Pero la reacción más interesante de todas fue la de Alberto Fernández Díaz. Al parecer, nada más oír los versos, se levantó y se fue. Una reacción valiente, sin duda. También la que se espera de los católicos: es decir, que no hagan nada. Si los católicos hubiéramos actuado como los musulmanes, un cura católico hubiera gritado un anathema sit! (el probable equivalente católico a la fatwa musulmana) y a esa ¿señora? cualquier creyente la hubiera podido matar donde la hubiera encontrado. Claro que una Asociación de Abogados Católicos va a interponer una querella contra ella y a lo mejor contra el Ayuntamiento también; pero es probable que la cosa quede en nada: una multa, que el Ayuntamiento pagará religiosamente y aquí paz y después gloria (la Justicia ya está bien aleccionada sobre ese particular).

Quizá el señor Fernández Díaz debería haber montado el escándalo él mismo y haber parado los pies a esa ¿señora? De la misma manera que a él un passerell (extranjero, para más inri) le impidió colocar una bandera española en el balcón de un Ayuntamiento español. Quizá así se vería que los católicos (y dentro de éstos, los del PP) no están muertos, ni acollonados. No hay apelaciones a la dignidad de la huida cuando se insultan no sólo los sentimientos religiosos de buena parte de los barceloneses, sino que a ello se añade la ofensa de pagar el hecho con dinero público (es decir, de todos). Seguramente, Fernández Díaz hubiera tenido que tragarse los apóstrofes habituales de la izquierda cainita («opusiano», «meapilas», y otros del mismo jaez) y deposiciones periodísticas en los digitales habituales. Pero es lo menos que hubiera podido hacer, en vez de despacharse en las redes sociales sobre su presunta «gallardía».

Frente a una agresión ilegítima y completamente gratuita (el formato del Pare Nostre usado también por Martí i Pol no es ofensivo e incluso se puede decir que tiene su gracia, absolutamente incomparable con la ventosidad emitida por la ¿señora? Miquel) creo sinceramente que no hay que esconderse (Benedicto XVI, Jn 16, 33). Por mucho que nuestra casta política (de la que ya forma parte Podemos) quiera primero retirarnos de las calles, después relegarnos a las catacumbas y finalmente perseguirnos, como todavía se sigue haciendo hoy en otras partes del mundo. Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra? Debería haber una forma de hacer entender a los rojelios y a los masones que se parapetan tras ellos que esa clase de ofensas no sale gratis. Pero no espero que eso se produzca ni mañana ni pasado mañana.

Finalmente, un recordatorio para la ¿señora? Miquel. Por cosas como ésta acaban haciendo las personas la guerra: contra «els fills de puta que avorten l’amor (cristià)».

Autor: Aguador

Mi vida personal no tiene gran cosa de interesante...

10 opiniones en ““Dignidad” ante la blasfemia (II)”

  1. Llámeme tonto o pusilámine, lo que quiera. Pero creo que no hay que caer en la provocación religiosa. La demagogia y las malas artes, tanto política como de otra índole, se combate con aguante. Que se jodan con nuestro silencio y nuestro desprecio. Sabemos como son y es nuestra mejor defensa.

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  2. Buenas tardes a los dos. Quisiera comentar algo al respecto. Pablo, sinceramente, no tienes un pelo de «tonto» y pusilánime. Justo de esta postura,(pronunciarse o no cuando algo es molesto) hemos hablado Luis y yo muchas veces. Yo me inclino más por esa manera tan sabia de pronunciarse, simplemente indiferencia hacía aquellos que quieren provocar una reacción. Indiferencia a los que pretenden manipular con la atención un acto público libre en expresión y mal gusto, que en otros tiempos no permitirían y en estos está de moda. Luis me convenció en un punto en el que estabámos a desiguales. Por ejemplo, nos ofende o nos hacen reaccionar comentarios dirigidos a las personas que tanto amamos. Si a la mujer de Luis la llamasen «fea», independientemente de si lo es o no, él se sentirá molesto y reaccionará. Eso mismo pasa cuando nos tocan puntos débiles. He aprendido que si algo me molesta lo haré saber. Aprendí a decir la verdad y dar la cara, si de esta forma me quedo sin «amistades», me importa tres rábanos, se puede ser diplomático y formal pero también exigente, y no me quedaré quieta y conformarme con sucedáneos, quiero siempre el original. Con Dios y la Iglesia..»original es legal». No quiero copias ni con el club de Snobs anónimos.
    Pienso que este incidente se podría haber evitado, y si era evitable, también son culpables los que permiten o dejan permitir sandeces.
    Sé que siemre me alargo demasiado pero como suelo «aparecer» poquito me despediré con una reflexión a título global y aplicable a cualquier otro campo.

    Hemos perdido el centro.

    Hay pasos a seguir para llegar a lo sublime. No todos los niveles tienen el mismo peso. Pero un orden de valor objetivo en las cosas y personas es necesario. Según el nível de sublimidad estás condenado al «sin sentido». Quién debe medir un nivel?. El hecho de que existan escalones que saltar está en nuestras manos. Por ejemplo, para unos, el hecho de cortar un árbol no tiene un valor importante. Pero si ese árbol es bonito, tiene muchos anios, quizá de una especie rara, algunos si se cuestonarían el hecho de cortarlo.Siempre solemos cortar o medir según el rango y orden de las cosas. También en el mundo de las ideas y criterios. Si existe un criterio y una categoría, también existe la sublimidad; optar por el buen gusto y la exquisitez es un rango.
    El hombre moderno se siente estremecido por el arrobamiento del nihilismo, de manera, que se refugia en el excesivismo y la oscuridad. Mejor encontrar un «centro vacío y sin mágia» porque de esa manera importará menos si cortamos un árbol majestuoso y significativo. Para qué sirve el sentimiento (no sentimentalismo) de Patria si eso hace despertar unas actitudes comprometidas?.
    El hombre moderno insiste en quedarse en ese punto donde no hay escalones ni altos. En rincones oscuros y alejados de Dios donde sólo decidimos nosotros el «sentido común». Es una imagen enganosa y falsa. La imagen de una vida en la que «dominamos» casi todo. Las religiones de este mundo enganoso se lava las manos antes de rezar, los esotéricos se esfuerzan por limpiar un Aura, La Logia por esforzarse en crear «hombres nuevos» y la psicología toma como verdadera la imagen de hombre roto y misterioso, sucedida por infinidad de síntomas inexistentes.
    Y si buscasemos una Verdad que realmente nos llene?. Y si buscasemos la Verdad en Dios, que es el que realmente la llena?. Y si demostramos que Dios nos importa?. Si le ofenden a Él y a mi religión, me ofenden a mi, por eso sí que me pronunciaré.
    En el centro de mi vida hay un «volcán» despierto. Un volcán pequeno que ha ampliado mi horizonte y ha cubierto de lava mi isla. Fuera de la isla ruge la tormenta, pero prefiero salir de la isla y enfrentarme a ella.
    Gracias por leerme.

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    1. Muy buena reflexión, Adela. La suscribo desde la primera letra hasta la última.

      Y no, amigo Pablo. No creo que seas tonto ni pusilánime. Lo que ocurre es que esa postura, con ser «inteligente», no basta para que cesen esos ataques gratuitos e injustos. O por lo menos, atendida la experiencia, yo creo que no es suficiente. Cuanto más terreno se les deja, más se toman. Las personas sensatas no queremos recrear la dinámica que nos llevó a la guerra civil (está claro que a esta gente eso le «mola mazo», que se dice ahora, y no saben dónde nos meten a todos). Ocurre, simplemente, que como católico estoy hasta las narices de «resignarme» y de «poner la otra mejilla». Otra cosa es que lo que yo proponga sea factible a la luz de la fe o no. Pero fastidia muchísimo, sin duda, tener que quedarse de brazos cruzados teniendo que aguantar algo que no estamos obligados a aguantar.

      Saludos helados a los dos desde la Meseta,
      Aguador.

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  3. Gracias a los dos por no considerarme tonto, aunque algunas veces tontadas se hagan…en fin. Como decía Forest Gump, «el tonto es el que hace tonterías». Cuantos tontos vería este hombre si se diera un paseo por España. Si en la película se recorrió los EEUU corriendo, de aquí marcharía nadando, pero no por deporte ni por gusto, sino por no ser capaz de contabilizarlos. No se si habrán leído el comentario mío a la anterior entrada del Sr.Aguador, «Dignidad ante la blasfemia (I)», en el que me fijo en la postura seria e incómoda de la esposa del Ministro de Educación, soportando a los subvencionados chapuceros indecentes, que tenemos por cineastas. Esta señora era la imagen del sufrimiento. El suyo y el de muchísima gente.

    De poco sirve indignarse y caer tan bajo como ellos, en el insulto y la provocación, si después de ver lo que hizo Rita Maestre en la Capilla de la Complutense, siendo juzgada por un tribunal por ese DELITO (por que es un delito con mayúsculas), vemos con asombro que el Arzobispo la perdona del pecado, quedando absuelta y recibiendo con ello gasolina ideológica para hacer cosas parecidas. Los cristianos de a pie no somos quienes para juzgar la decisión del Arzobispo. Los cristianos de a pie tenemos que dar ejemplo y ser cristianos en el día a día. Comprendo y la postura de Aguador y Adela, y de mucha gente que se indigna por los ataques a la religión. Pero no somos talibanes ¿o si?. No vamos a emprender una cruzada contra nadie, por que Jesús es amor y puso la otra mejilla. Ese es el ejemplo y la enseñanza que debemos dar a quienes nos odian, persiguen y no nos respetan.

    Donde debemos ser firmes es en lo otro, en impedir que llegue el desastre que sería ser gobernados por quienes, además de promover el odio contra lo cristiano, traen en su discurso populista el veneno de la dictadura y la oscuridad a España. Si se logra que los españoles nos demos cuenta a tiempo de la que se nos viene encima, quizá logremos también conservar los valores que tanto cuesta conservar y que nos engrandecen como nación. Valores cristianos, no hay duda, pero que se están dejando de lado por otros mucho mas falsos y vacíos. ¿Como se pueden enseñar valores cristianos si estamos viendo desde hace un tiempo lo que hacen los políticos corrompidos demoCRISTIANOS?. ¿Como se convence a alguien que no cree cuando los tuyos propios te han desarmado a base de corruptelas impropias de cualquier persona decente?. Inculquemos valores a los que podamos, empezando por los propios y desde pequeños. Intentemos que España no sea manejada por los que quieren romperla, empobrecerla, humillarla y saquearla. Esa debería de ser la verdadera cruzada.

    Saludos de nuevo

    «cuando el cuervo vuela bajo, es que hace un frío del carajo».

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  4. Pablo, hay otra posibilidad de conseguir el enlace sin pasar por el Facebook?. Yo no tengo cuenta de Face y me quedo sin poder verlo.
    Muchas gracias, Pablo, por tus comentarios. Alguien me hizo cambiar de opinión. Se puede ser cristiano, católico.. Se puede buscar la verdad, la propia, sin entrar en enfrentamientos. Pero me llama la atención una experiencia que he pasado hace poco. Si expreso mi opinión y me mantengo firme en ella, curiosamente, te quedas cada vez más solo. Pero me niego a rebajar mi vida de fe y crisitiana con la indiferencia. Lo ví claro tras unos acontencimientos que he pasado muy duros. No voy con una espada para defenderme pero no me doblego con ataques ajenos. Que conste , esta ofensa era evitable , era tan fácil de evitar que me sorprende que eso mismo pudiese leerse ante un público.
    Jesús hubiese sacado el látigo y hubiese pronunciado algo así como: No es mi templo pero estáis ofendiendo otro «templo», el nuestro, el de los crisitanos. Todos somos «Templo del Espíritu Santo».

    Saludos.

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    1. Perdona Adela. Lo vi en facebook y mi botepronto hizo que copiase el enlace sin mas. Gracias a Aguador, que parece mas sosegado que yo, lo tienes servido.

      Sería interesante conocer vuestras opiniones respecto a decir las cosas como son y a la cara como hace Cristina Cifuentes. Gracias.

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      1. No me gusta demasiado Cristina Cifuentes por este «detallazo» que tuvo hace tiempo: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/02/14/madrid/1329204519.html
        y que la acredita como «indocumentada» o «malaleche» (pues en Europa no ha habido otro humanismo que el cristiano o de raíz cristiana), Pero me parece muy bueno que siga la línea de Esperanza Aguirre de hablar claro y de frente, con independencia de que en su derredor no haya dónde mirar…

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  5. Gracias a los dos. Luisillo, besazos, cielo.
    Pablo, mi opinión sincera:
    No soy «socia» de ningún partido pero me encantan las declaraciones de Cristina, estoy de su parte.
    Muchas gracias a los dos por el placer de dioses que es conversar sin tener que alterarse un ápice.

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