Que se jodan

Con todo el dolor de mi corazón y el respeto por las víctimas lo digo. En Estados Unidos, la «tierra de las oportunidades», ha acaecido un hecho luctuoso. Un estudiante surcoreano se ha llevado a 32 personas por delante antes de suicidarse él, una radiografía de lo que llamaríamos crimen perfecto. Ya lo habíamos visto antes en Bowling for Columbine, de Michael Moore. De algún modo, llueve sobre mojado.

Parece que en los USA es fácil conseguir un arma. Tan fácil como presentar una identificación y pagar el precio que se pida. Es el mercado. La ley de la oferta y la demanda. Quien vende no pregunta de dónde sale el dinero; quien compra no aduce sus motivos. El dinero lo es todo. No hay mayor control. Pero no solamente eso. Resulta que la política estadounidense se mueve a través de lobbies o grupos de presión, en este caso tan potentes como el de la NRA. Al parecer, ha pasado a la historia lo de «escribiré a mi senador y va a saber usted quién soy yo». Allí los políticos se deben al interés bastardo de la proliferación de armas y por eso la NRA tiene senadores en todos los partidos. Eso, sin contar la protección constitucional a llevar armas de fuego, que también es un punto a favor y contra el que la población, al parecer, no está demasiado en contra. Los intentos de regular ese mercado han fracasado estrepitosamente.

Pues ateniéndose a esas circunstancias, que se jodan. Si no son capaces de movilizar al resto, si ellos mismos creen que son «desgracias menores»… que se jodan.

«Yo no entiendo de economía»

Esto es lo que debió de pensar Pepiño Blanco cuando Solbes le dejó el marrón de explicar qué había pasado con el caso Endesa. El caso es que, más o menos en su papel y sin insultar (por una vez, la culpa de todo no la tuvo el PP), apareció el otro día hablando de los derechos de los accionistas de Endesa. No convenció, pero al menos resultó un poco menos faltón que de costumbre.

Modestamente, debo confesar la misma ignorancia en temas económicos que el insigne Pepiño. Supongo que para explicar el caso Endesa haría falta un libro y a un nivel no demasiado técnico, para que nos enteráramos de cuáles han sido las maniobras de unos y de otros que han terminado en el famoso «despiece» de Endesa: un trozo para Gas Natural y otro para la italiana Enel, quedándose los alemanes de E.on con un palmo de narices.

Quizá para empezar a entender el asunto habría que remontarse a los tiempos en que Montilla, hoy «insigne Molt Honorable», era ministro de Industria, puesto que hoy ocupa el exalcalde mejor peinado de toda Europa. Parece ser que Montilla había contraído una deuda de 1.000 millones de pesetas (cuanto más grande es un hombre, más grandes son sus deudas, sin duda) con La Caixa. Y como Vilarasau y Fornesa son personas de quienes «no se ríe nadie», le debieron de apretar las tuercas y debieron decirle «o pagas o…». Y Montilla pagó permitiendo la OPA hostil a Endesa. ¿Fue una cacicada? Sí. Por eso el TS primero y después Bruselas pararon la OPA. Esta es la parte nacional del culebrón Endesa, aderezada con floridas declaraciones de Zapo acerca de la nación y de la «españolidad» de Endesa y la procesión de Pizarro por toda España con un ejemplar de la Constitución, ésa que según él los gobernantes actuales se pasan por el arco de triunfo.

La segunda parte de este culebrón ya se escenifica a nivel europeo. Aquí es donde uno se pierde, limitado por sus pocos conocimientos de economía y por el pobre seguimiento que hizo de la cuestión traspasadas las fronteras nacionales. Lo que sí tengo claro es que Neelie Kroes, comisaria de Competencia, debe estar con un enfado de tamaño supergigante, porque Moncloa y los italianos de Enel se han arreglado a sus espaldas. Probablemente estas prácticas caciquiles también serán detenidas en Bruselas; pero para entonces, a los españoles ya nos habrán subido el 15% de la cuenta del gas y la electricidad. La justicia llegará, como siempre; E.on podrá reclamar lo que crea conveniente ante Bruselas y la decisión que se tome, finalmente, es muy posible que sea bastante justa. Pero veremos cuánto interés práctico tenga para los españoles, a no ser para señalar la sinvergoncería de unos gobernantes que pretenden sacar tajada para solucionar sus propios problemas.

A estas alturas del culebrón, que todavía puede durar algún tiempo, ya tenemos una víctima: el virtualmente expresidente de la CNMV, Manuel Conthe. Él es quien representa en esta película el papel del «hombre que sabía demasiado» (esperemos que no acabe igual que el personaje de Hitchcock). Además, con la carga de que el PSOE quiere impedirle demostrar lo que sabe. Así se lo ha hecho saber Antonio Gutiérrez, exsecretario general de CC.OO. y actual diputado socialista: que «no se equivoque de ventanilla», le viene a recomendar (eso de las ventanillas debe de conocerlo él muy bien). Entiendo que Conthe no es ni héroe ni villano: simplemente, amenaza con tirar de la manta y se ha colocado en una posición por ello muy peligrosa. Dejado de la mano de su examigo Solbes, quiere tirar por el camino de en medio. Y eso es lo que el PSOE, al parecer, pretende evitar.

Víctima es Endesa también, pero al mismo tiempo botín de caza de los italianos, que al parecer aprovecharon bien el desplante de Moncloa a Manuel Pizarro. ¿Qué interés tendría Moncloa en no dar gusto a Pizarro con la OPA de E.on, pese a que E.on cumplía con todas las especificaciones europeas? Finalmente, víctimas seremos los españoles, porque si ya el ministro Clos anunció esa brutal subida de precios en un sector tan estratégico como es el gas y la electricidad antes de que todo esto se supiera… es que ya estaría pactado. E.on se retira, finalmente, harta de las injerencias del Gobierno español (un Gobierno sometido a una Constitución que, al menos en teoría, protege la libertad de mercado).

Esperaremos acontecimientos ahora. Veremos si finalmente Conthe consigue explicarse en el Congreso. De paso, podremos empezar a cuantificar los perjuicios que todo este sainete nos ha producido en el bolsillo y en la economía general.

Finalizo con una cita del economista y articulista de Libertad Digital, Jorge Vallín, que entiendo describe perfectamente lo que está pasando en la economía española:

«La economía del fascismo es la unión entre grandes grupos privados y el Gobierno para conseguir unos fines «sociales», nunca liberales, donde sólo una élite se beneficia a expensas de la sociedad».

Libertad

Cada vez estoy más convencido de algo. Cuanto más «vieja» se hace la democracia española, menos se parece a una democracia. Mucho menos ahora, que el inquilino de la Moncloa es un radical (tanto, que ni siquiera a sus propios les gusta mencionarlo). En este sistema político o coyuntura política en la que vivimos, en la que priman los intereses privados (legítimos o bastardos, pero intereses) y el «qué hay de lo mío» en vez del interés general, hemos perdido la inocencia. La política ya no es el arte de regir los destinos de una nación (o de una «nación de naciones»), sino el de enriquecerse con cargo a los bolsillos del sufrido compatriota.

Yo estoy en que el período de libertad mayor que vivió España fueron los cuatro años que gobernó UCD el país (1977-1981). Quizá porque «todo era nuevo» para una generación relativamente joven, que no había vivido realmente la posguerra y sí había crecido con la opulencia del desarrollismo y los Polos de Desarrollo franquista (todo eso de lo que los progres se ríen para quitar méritos al dictador). Muerto y enterrado Franco, España dejaba el blanco y negro y se vestía de color con Alfredo Amestoy y su Canto de un duro, para afrontar las restricciones energéticas derivadas de la segunda guerra árabe-israelí (1973).

En aquella España muchos hombres levantaron un altar a Pío Cabanillas, Sr., por legalizar el destape «por exigencias del guión». Los guionistas, que antes se las ingeniaban para pasar la férrea censura franquista, se las ingeniaban poco después para crear situaciones en que la actriz o vedette de turno (señaladamente Nadiuska, Susana Estrada o Victoria Vera; pero muchas otras más también) enseñase algo más que las pantorrillas.

Eran los tiempos de Marisol (ahora Pepa Flores) y su posado en traje de Adán en Interviú, de toda la vida más conocida por sus desplegables centrales que por sus páginas de crítica política. Eran los tiempos del Lib y del profesor Cojonciano. Eran los tiempos de Pepi, Luci, Bom… de Almodóvar. Sólo en aquel «desfile de los monstruos» que era la movida madrileña por las noches pudo nacer esa película. Eran los tiempos de…

Tiempos que el tejerazo borró de un plumazo. Ya nada volvería a ser como antes. Después llegó Felipe y poco a poco nos fuimos alejando, alejando… sobre todo de la libertad.

Feliz Año Nuevo

Empezamos bien el año. Todavía resuena el estrepitoso hundimiento de la T-4 en Madrid por el bombazo de ETA. Comparece Zapo y, en esa comparecencia, no se atreve a decir que rompe las conversaciones con los terroristas. Solamente «las suspende». Son los demás los que tienen que aclarar al respetable que el «proceso de paz» sí está roto irremediablemente. Pero todavía algunos hablan de que «si ETA dejara las armas».

Veamos. En sus 40 años de vida (se cumplen el año que viene), ETA no ha dejado nunca las armas. Se ha escindido, ha «declarado treguas», pero jamás ha abandonado la lucha armada. Los políticos tienden a olvidar que la kale borroka es también lucha armada, porque a fin de cuentas «sólo» se destruyen cajeros o se queman autobuses. Es decir: cosas. No es algo que, según algunos políticos, «afecte a las personas».

Sin embargo y a pesar del coro de «ya os lo dije», el Gobierno sigue sin querer admitir públicamente el fracaso de la «joya de la Corona» de su programa electoral: la «pacificación» de Euskadi. Buena prueba de ello fue la comparecencia de López Garrido en el programa de TVE «59 segundos». Dijo las obviedades más palmarias con las que todo el mundo estaría de acuerdo, pero sin contestar a lo que le preguntaban concretamente.

Existe otra variable. Después de 40 años, ser etarra es un medio de vida. Así como unos arreglan coches o tramitan expedientes, un etarra «se gana la vida» poniendo bombas, extorsionando a los empresarios y amedrentando a la gente. La cuestión «política» es importante, desde luego: piden Navarra y algunas tierras más. Pero a ras de suelo, lo que importa es que para algunos es «rentable» ser pistolero de ETA.

ETA viene a ser parecida a la Hidra de Lerna a la que tuvo que enfrentarse Heracles. Recordemos brevemente el mito: la bestia mitológica vive en su propio fango. Heracles tiene que acercarse a ella tapándose la nariz, porque su aliento es letal y lanzando flechas ardientes para hacerla salir. Cuando consigue que salga, la golpea con su clava o garrote; pero por cada cabeza que corta salen diez más. Finalmente, recordando el consejo de su maestro Quirón, se mete en el fango hasta las rodillas y levanta a la bestia a la luz del sol, con lo cual la bestia muere.

ETA resistió la etapa franquista y salió «victoriosa» del enfrentamiento con el GAL. Sólo la aprobación de la Ley de Partidos y el Pacto Antiterrorista consiguieron separarla del fango del que se nutre. Zapo volvió a dejar las cosas como estaban en 1996 o un poco mejor para los terroristas, si cabe.

La «negociación» es inútil. No se negocia con quien quiere rebanarte el cuello. Tampoco los «garrotazos» son efectivos. Hay que cortar la corriente subterránea de la que se nutre ETA. Pero se necesita a alguien verdaderamente valiente e inteligente para eso. No sé quién pueda ser; pero no me cabe duda de que Zapo no es ese hombre.

En fin. Feliz Año Nuevo.

Troll

Hay que ver lo que aprende uno en Internet, de Internet y a través de Internet. Hace ya un tiempo escribo en un foro político sobre política de aquí y, la verdad, aunque la mayoría de la gente es «normal», hay algunas personas que verdaderamente me sacan de quicio. Y lo más gracioso del caso es que ésa es precisamente su función: sacarte de quicio. Que les contestes con alguna grosería a las barbaridades o medias verdades que ellos puedan decir.

Gracias a la Wikipedia ya he podido identificar qué es lo que son estas personas: se llaman trolls. Literalmente, la Wikipedia lo define así: una persona que escribe mensajes groseros u ofensivos en Internet, por ejemplo en foros, para interrumpir la discusión o enfadar a sus participantes. La palabra también se usa para describir dichos mensajes. De los tipos de trolls enumerados en el artículo que se les dedica, deduzco que se trata de trolls disruptivos, cuyo objetivo no va más allá de romper el foro, de evitar que la información vaya corriendo de forma normal y que la gente se harte de escribir o de comunicarse, en suma.

Los odio profundamente. Encima, vienen con la pamema de la «libertad» (hacia ellos, no hacia los demás) y toda la parafernalia marxista de toda la vida. En fin. Ahora creo que sé cómo voy a reaccionar.

Pensamientos al vuelo

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Ya que no podemos arreglar el mundo, hablaremos de lo que nos interesa: la política y los políticos, el fútbol, el cine, y todo lo que nos molesta, acompañados por unas jarras de cerveza. Bien fresquitas, por supuesto

General Dávila

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El Patito se vió reflejado en el agua, y la imagen que ésta le devolvía le cautivó por su hermosura: era un magnífico Cisne

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