El mercadillo


El miércoles pasado fui al mercado. Mercurii dies, el día del dios Mercurio entre los romanos (equivalente al Hermes griego). El dios del comercio, de los viajes (protector de los viajeros)… y de los ladrones. Llovía, pero ¡qué caray!, era día de mercado y yo tenía ganas de pasearme. Naturalmente, iba con mi recién estrenado uniforme negro del MAZP. Estoy contento con ellos: buen rancho, buena paga y buenos camaradas. ¿Qué más se puede pedir?

A pesar de la lluvia, había gente paseándose por los puestos. Era algo verdaderamente curioso. Me acerqué un poco más, a ver qué decían. El primer puesto está servido por una bella joven. «¡Pisos gratis! ¡Piiiiiiiisos gratisssssssss! ¡Bueno-bonito-baratooooooooo, paisaaaaaaaaaa!», se desgañita la joven. Me acerco a la señorita:
—Buenos días.
—Salaam aleikhum.
—¿Cómo te llamas?
Kharma al-Shakum, siñor.
—Y a ver, ¿cómo es eso de los pisos?
Siñor, es sinsillo. Tú alquila piso treinta metro. Yo pago a ti dosintos-dis iuro. Pero tú joven. Si tú mayor treinta año, patada en culo —explica, como una profesional—.
—Oye, pero que eso no es gratis… —protesté, a medias—.
La muchacha pierde la paciencia por momentos. Ve que se le cae el cliente.
—Sí gratis. Dosintos-dis iuro pago a ti. Yo ayudo a tú paga alquiler.
—No, no es gratis. ¡Esto es una engañifa! —empecé a calentarme—.
—¡Patada en culo sí gratis! —respondió la muchacha, furiosa y roja como un tomate—. Allah el Akbar! Allah el Akbar!
La joven estaba histérica y empezó a chillar y patalear. Inmediatamente apareció un señor ma-yor, carilargo y barbado. Se acercó a la joven, le dijo unas palabras en árabe y pareció que ésta se consolaba un poco. Luego se encaró conmigo y me dijo:
—Tú, infiel. No molesta hija mía. Si no gusta género, tú larga. Pero tú no hacer llorar a hija mía o yo llamo Juani y ella clava esto —y al decir «esto» sacó un kriss muy afilado y lo blandió delante de mis narices—. Tú acordar nombre Rub Al-Kabah.
—Bueno, no se preocupe, hombre, que ya me voy —repuse, un poco espantado, porque los moros, según y cómo, no se van por las ramas, no—.

La escena era bastante surrealista, pero bueno, seguí andando. Más adelante, atraído por los gritos, me acerqué a otro puesto. Esta vez era una señora más mayor, que gritaba mucho: «¡Carreterah! ¡Carreterah que llegan hahta lah mihmísimah perah!». Decía llamarse Magdal Al-Baris. Interesado, inicié un diálogo con ella:
—Buenos días.
—A la pá de Dió —contestó ella, muy garbosa—. ¿Qué se l’ofrese?
—Pues verá… He visto que anunciaba carreteras y…
—Pozí, carreterah y caminoh y arupuertoh y atasione de trén, mi arma. ¿Qué é lo que tú vá a queré?
—Bueno, verá… Yo lo que quería saber es si cuesta muy caro eso de una estación de tren.
—Po verá, quiyo —empezó a explicarme ella—. Yo t’hago la atasión ande tú quierah, meno en Al-Madrí.
—Ah, ¿y por qué no en Madrí? —repuse, extrañado, mientras me preguntaba qué era eso de «Al-Madrí»—. ¿No decía que me la ponía donde yo quisiese?
—Zí, quiyo, pero no allí. —Al ver mi cara como un signo de interrogación continuó—. Allí hay una perzona mu malaje que dise que tó lo que hay en Al-Madrí lo ha hesho ella, ¡azí la vea yo corgá d’una catenaria! Y que dise que no le he dao ná pa suh cosah. —Sacó un pañuelo para secarse la frente—. ¡Ojú y qué sofoco me da la hodía!
—Bueno, pero a ver —intenté razonar yo—. ¿No es lógico que si ella paga la estación de su bolsillo diga que es suya?
La señora se empezaba a sulfurar.
—Cusha al esaborío éhte… Que no, que no y que no. La atasione de tren son cosa mía y nadien me quita a mí, ¿antendío? Que yo no le pago la vacasione a nadien, ¿ein?
—Pues así le deben de ir los aeropuertos y las carreteras, que se le deben de colapsar cada dos por tres…
La señora me echó una mirada asesina y gritó más fuerte:
—¡Eh, tú, pirtrafiya! ¿Tú ha venío a mirá o a tocarme lah nariseh? ¡Mardita sea tu ehtampa, so pahmao! ¡Anda y que te ondulen la permanente que no tieneh! ¡Como te vuerva a a vé por aquí te tiro una pedrá y te dehgracio!

A esta señora ya no le dije nada, temiendo que volviese a aparecer el responsable de seguridad. Fui por los demás puestos del mercadillo. Era muy curioso ver cómo se exponían los diferentes productos, cómo la gente iba y venía de un puesto a otro, preguntando acá y acullá. Siguiendo mi camino llegué hasta el límite donde se extendía el mercadillo. Parece ser que mi sentido de la orientación me jugó una mala pasada y entré por el lado que no tenía que haber entrado. El caso es que sentado en lo que tenía que ser la entrada, un poco retirado, estaba un señor, rodeado de bolsas de dinero, barbado y con gafas, muy preocupado mientras mascullaba por lo bajo: «Esto no puede ser… No puede ser…». Y otro señor, que estaba a su lado, le decía: «Tranquilo, no te preocupes. Yo te apoyo en lo que haga falta» y le daba palmaditas en la espalda. Y el señor sentado lanzaba un suspiro todavía más preocupado.

Total, que traspasé la entrada y vi que había un gran cartel, visible desde muy lejos. El cartel, con letras grandes, decía así:

«SE VENDE ESPAÑA. GRANDES OPORTUNIDADES, GRANDES DESCUENTOS. ABIERTO HASTA MARZO PRÓXIMO».

Avatar de Desconocido

Autor: Aguador

Mi vida personal no tiene gran cosa de interesante...

4 opiniones en “El mercadillo”

  1. Amiga Calandria:Pues claro que sí. Aunque esperamos que en marzo esto cambie, ¿verdad? Mal andaríamos si tuviéramos que resignarnos a aguantar cuatro años más a ZP…Saludos,Aguador

    Me gusta

Replica a Aguador Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Pensamientos al vuelo

Ideas, intuiciones y otras cosas que se me pasan por la cabeza

starcrazypie astrology

the astrology blog | sara shipman

Las cuatro esquinas del mundo

Nadie entre sin aumentar la entropía

Mirando hacia arriba...

Reflexiones sobre cosas que pasan en los cielos

El vuelo del albatros

Pensamientos diversos a vista de pájaro

Cuatro amiguetes y unas jarras

Ya que no podemos arreglar el mundo, hablaremos de lo que nos interesa: la política y los políticos, el fútbol, el cine, y todo lo que nos molesta, acompañados por unas jarras de cerveza. Bien fresquitas, por supuesto

General Dávila

Nada hay como el soldado español y mi única aspiración siempre ha sido estar a su altura

VIA LIBRE

Escribo y difundo lo que me interesaría leer. Para todos los públicos

Verdades Ofenden

"Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga" Diderot. / "El que tiene la verdad en el corazón no debe temer jamás que a su lengua le falte fuerza de persuasión" Ruskin – (Bitácora-Biblioteca virtual y PERSONAL, recopilatória de aquellos artículos que despiertan mi interés)

C Y K L O S

Asociación de Astrología de Cataluña

Queremos salir de la Crisis

¿Los políticos Tambien?

Galicia Futura

Blogazine Independiente / Abierto 24 horas

La Imagen Reflejada

El Patito se vió reflejado en el agua, y la imagen que ésta le devolvía le cautivó por su hermosura: era un magnífico Cisne

Es war einmal...

"Los dogmas del quieto pasado no concuerdan con el tumultuoso presente." (Abraham Lincoln)