Nos quedan un par de cuestiones más. La primera de ellas, una vez tenemos a Teresa Ribera bien colocada como comisaria, lejos de la cuchilla judicial, es que la otrora ubérrima huerta valenciana es hoy un barrizal; y dos meses después de la riada, lo sigue siendo. Que luego te enteres de esto no es sino añadir sal a la herida:
Esta cuestión merece algún comentario más en cuanto a beneficiarios. Como siempre, repito, es mi opinión y puedo aceptar cualquier otra siempre que esté fundamentada. Así que vamos al lío.
Es mi opinión que uno de los beneficiados directos de la catástrofe valenciana es… ni más ni menos que el Reino de Marruecos. Resulta incomprensible por varios conceptos, pero el único conceto decente que se nos ocurre es el de situación geográfica: es decir, Marruecos está más al sur de España (a la altura de las Canarias… a las que también quieren) y disfruta de un clima más benigno, según parece, para las frutas y las hortalizas. Con lo cual sus productos agrarios, teniendo salida, llegan antes a España y por tanto, llegan con poca o ninguna competencia. De otras razones otros hablarán más largo y tendido que un servidor
Menos comprensible es que nuestro ínclito Perro Sanxe se dedique a financiar la economía marroquí: venga a darles millones y millones. Incluso se va a gastar un pastón en un puente que va a unir a España con Marruecos mientras nuestros agricultores y ganaderos las pasan putas (que sí, que me caliento) para llegar a final de mes, en algunos casos teniendo que echar el cierre, con unos responsables políticos de la cosa a los que la palabra que mejor les define es incompetencia cuando no cobardía, irresponsabilidad o traición a la Nación. Y todo porque se han vendido al Mesías iluminado de Billy Puertas, el mismo que lleva tiempo promocionando su menú de insectos para pobres. «Claro», debe pensar, «como estamos preparando una hambruna de proporciones mundiales, de tal modo que sólo los muy ricos podremos comer carne, hay que dar una solución al populacho».
Para no alargar más la historia (la parte que falta la trataremos en una próxima entrada) y centrarnos en Valencia, quiero terminar aquí con un vídeo de una sesión en el pleno del Ayuntamiento de Paiporta. Las justas iras y reivindicaciones de una vecina contrastan con el silencio —toda una admisión de incapacidad— del consistorio. Y lo lamentable, como dice mi amiga Luisa (si ella me permite llamarla así) es que, como ella dice, «Ya hemos estado sin gobierno y no se notó en nada. Realmente no hacen falta». Y voy a remachar el clavo: ¿para qué queremos unos políticos que no se nota cuando están y cuando no están? Y me da lo mismo a nivel local, autonómico o nacional.
Y aunque más abajo del Turia algunos digan Català i home de bé, no pot ser, yo, catalán, quiero expresar ahora mis mejores deseos de que los paiportinos (y en general los damnificados de la riada/gota fría) tengan mejor suerte con unos nuevos consistorio y gobierno autonómico que se preocupen por ellos y no los dejen tirados… aunque la culpa no sea toda de éstos. Amunt València!
He aquí el vídeo:
Actualización febrero 2025. Creíamos que el tema valenciano se había acabado, pero no. Resulta extraño hablar del parecido, pero parece el mismo procedimiento que el usado en el verde norte, en «las Asturias de Oviedo»: hay una frondosa extensión de verde. Bueno, pues la quitamos pegándole fuego. «No son más que cuatro pinos y cuatro abetos. Y si empieza a haber protestas, se unta a los ecologistas y santas pascuas». Se suponía que esa tierra quemada no iba a servir para nada… hasta que nos enteramos de que se han plantado… molinos de energía eólica, que no sólo afean lo indecible el paisaje (al carajo los «estudios de impacto ambiental»), sino que además hacen un ruido («rrrrrrrrrr») que no deja dormir ni a los pocos pájaros que han quedado.
Grosso modo y con alguna brocha gorda, es lo que ha podido pasar en Valencia. Imaginemos la reunión. «Bueno, ¿y cómo lo hacemos?» es la pregunta del millón.
─Veamos… si por algo es famosa la región valenciana es por sus Fallas y por sus riadas, ¿verdad?
─Eeeeeh, sí, jefe.
─Bueno, entonces he aquí la cuestión: ¿provocamos una riada? Total, ¿qué es la huerta valenciana? ¿Cuatro tomates, cuatro pepinos y cuatro berenjenas? Nada que no se pueda eliminar porque ya no es lo que era. En cambio, nuestro proyecto va a dar nueva vida a la región y va a crear, según cálculos, 30.000 puestos de trabajo.
Lo que ese desaprensivo de proyectista quiere ignorar es que no es posible recolocar a los pobres campesinos que se han quedado sin medio de vida en la nueva empresa porque, en general, ya tienen una edad y no se manejan nada bien con lo nuevo. «Anda y que se jodan. Los viejos, al catre. Necesitamos jóvenes. Sangre nueva, vida nueva», sueña el promotor. Y mucho, mucho dinero público, faltaría mas.
¿Y de qué es el proyecto? Bueno, de esto:
https://www.elconfidencial.com/espana/comunidad-valenciana/2025-01-28/mazon-data-center-picassent-digital-valley-puig_4052749/
Quizá no exista relación entre que el proyecto fuera de Ximo Puig y que lo haya recuperado Carlos Mazón; pero poniéndonos en modo malpensado plus, da que pensar en hasta qué punto están de acuerdo el PP y el PSOE en las cosas importantes (en este caso, los negocios), ya sea a nivel nacional como regional. Eso sí: los pobres valencianets d’a peu… que se jodan. Eso es lo que le importa al poder político el ciudadano al que presuntamente gobierna. En vez de comer tomates, pepinos y berenjenas, a partir de ahora los valencianos van a comer datos… que seguro que no alimentan, pero tampoco engordan. Hay que salvar el planeta… de estos desaprensivos.


