A vueltas con Al-Andalus

Vaya con la «memoria histérica» de Zapo. A cuenta de remover los huesos de nuestros abuelos, a un cierto organismo llamado Liderazgo Islámico Mundial se le ha ocurrido exigir a Zapo la reivindicación de la «memoria histórica andalusí», entre otras propuestas. Para los no enterados, recordemos que el término Al-Andalus no se refiere exclusivamente a todo lo que hay debajo de Despeñaperros, sino también a todo lo que hay por encima, hasta Covadonga. Es decir, toda España. Y como al bocazas de Zapo se le llena la boca con lo de la «Alianza de Civilizaciones», el mundo islámico (no necesariamente «árabe», pero sí islámico) le ha tomado la palabra. Como siempre, a él las patadas se las dan en nuestro culo.

Leo en El Mundo de hoy (p. 22) que se está gestando una especie de «I Congreso Mundial para la Recuperación Histórica Andalusí». Síntoma de organización. Síntoma de que existe un propósito definido. Algo parecido a lo que ocurre en 2001, una odisea del espacio (tanto el libro como la película): al principio, dos bandas de monos se pelean entre sí profiriendo gritos, pero nada más. Después de llegar el monolito, una de las bandas vuelve al arroyo, sin gritar, pero con un garrote en la mano. Mucho me temo que eso es lo que está pasando. Y Zapo, ocupadísimo como está en la tarea de invertebrar España (tanto, que nos recuerda a Witiza), no se da por enterado y cree que los islamistas se contentarán ahora con sus volutas de humo acerca de la «Alianza de Civilizaciones».

Pues digo yo que menos mal que los italianos no se han liado la manta a la cabeza y han empezado a reivindicar las glorias del Imperio Romano y a empezar a imponer el latín como lengua vehicular (a veces pienso que si el latín tuviera el papel que le corresponde en nuestra enseñanza, en vez de ser una «lengua muerta», otro gallo nos cantara a los españoles; pero no hay peligro de que caiga esa breva, ni por los unos ni por los otros). Otro tanto se podría decir de los franceses: si reivindicaran su «memoria histórica», a Cataluña le arrancarían de cuajo la mitad de su extensión (la que ocupaba la Marca hispánica carolingia). Eso, seguramente, no le gustaría a Carod. Hasta los griegos podrían reclamar su «memoria histórica» con no menor motivo que los italianos, con lo cual su reivindicación territorial comprendería desde Rosas y Ampurias hasta las puertas de la India (la extensión del imperio alejandrino). E incluso, si nosotros reivindicáramos nuestra memoria histórica, Portugal dejaría de ser nación independiente, entre otras…

Vayamos un poco más despacio, como siempre. ¿A qué se debe el incremento de la presencia en nuestro horizonte de «lo islámico»? En mi humilde opinión, un primer motivo (no necesariamente el más importante) es el hecho de que Andalucía se ha querido equiparar a las «regiones históricas», en especial Cataluña y Euskadi. En su búsqueda de «identidad histórica», Andalucía forzosamente ha tenido que mirar a su pasado árabe, lo cual en sí mismo no es bueno ni malo. Dicha mirada, no obstante, ha propiciado que aparecieran otros intereses bastante ajenos a la «identidad andaluza».

En segundo lugar, es de todos conocido que para muchos islamistas allende nuestras fronteras (también desde dentro, por desgracia), «Al-Andalus es el paraíso perdido». Y lo reclaman como suyo. Según ellos, pues, Don Pelayo no tendría que haber presentado batalla a los moros, ni los reyes subsiguientes haber plantado cara al Emirato y al Califato. Tendríamos que haber soportado pacientemente las correrías de Almanzor. Vamos, que ni siquiera tendría que haber habido Reconquista. En fin, un cúmulo de despropósitos sólo posible en el universo progre, en el que éstos (los progres) son «tontos útiles» de Islam más rancio y recalcitrante, lanzado al parecer a conquistar el mundo.

Sin embargo, nada de eso preocupa a Zapo. Él pretende convencernos que «lo islámico es bello», a pesar de que sabemos cómo las gastan. A él le presionan en tres direcciones distintas y/o simultáneas:
  1. El estímulo positivo: «Si nos dejas construir esta mezquita, nunca faltará petróleo en tu país».
  2. El estímulo negativo: «Si no nos dejas construir esta mezquita, emitiremos una fatwa y tú y tu país seréis declarados enemigos del Islam, y ya sabes lo que eso significa».
  3. La glamourización de lo árabe, muy parecida a lo que se denunciaba en un artículo que transcribimos acerca del «glamour rojo», principalmente a través de la moda y la música.

Las tres vías son preocupantes (en especial la última, que apunta al futuro). ¿Qué hace España (cabría incluir a Europa en la pregunta frente a esa ofensiva en todos los frentes (político, económico, cultural)? Hoy por hoy, parece que miran a otro lado. Arabia Saudí es un país en el que se conculcan los derechos humanos todos los días, y sin embargo, el Rey ha concedido el Toisón de Oro a su reyezuelo-dictador, por aquello de la «hermandad hispano-árabe» y para que, por si acaso, cuando a los demás les corten el petróleo por infieles, a nosotros nos lo conserven como «amigos» que íbamos a ser.

En fin, se podría seguir muchísimo más. Pero baste una última pincelada: el proceso de destrucción de valores que se está llevando a cabo desde hace tiempo (y que desde que Zapo ocupa La Moncloa) está dejando a la ciudadanía sin posibilidad de rearmarse moralmente frente a las agresiones, directas o sutiles, de ese islamismo radical que sólo nos quiere como esclavos. Zapo es cómplice y, por tanto, culpable. Ahora, como el Rey le ha concedido a Ibn Saud (creo que se llama así) el Toisón de Oro a instancias de Moncloa, él podría corresponder nombrando a Zapo «musulmán honorario» o «amigo de Alá», o cosa parecida. Seguro que él estaría encantado. Nosotros, bastante menos. Afortunadamente, no falta mucho para que Zapo haga las maletas (ya sea en octubre o en marzo del año que viene). Mientras tanto, queridos lectores, vayan practicando: Allah el akbar!

Del revés

Es difícil hablar de Zapo a estas alturas sin repetirse. Pero en lo que llevamos de legislatura, una de las claves de su desgobierno ha sido leerlo al revés. Hemos descubierto al Zapo gafe, al Zapo sonrisas, al Zapo-pá-del-corrá… y ahora nos toca descubrir al Zapo-del-revés.

Este «Zapo-del-revés» es el que hace exactamente lo contrario de lo que dice. No se toma la molestia siquiera de disimular la verdad, como hacía Felipe. A estas alturas, uno ya sabe que cuando Zapo dice «No vamos a permitir que De Juana Chaos se salga de rositas», eso es justamente lo que no va a ocurrir. La Juani se pasea libre como un pájaro «por prescripción facultativa» después de un sainete famélico-huelguista que tendría más cabida en una república bananera que aquí, que nos llamamos europeos y ciudadanos «del primer mundo».

Zapo ya nos dio un primer aviso: «Vamos a sacar las tropas de Irak». Y sí, las sacaron, pese a que allí los españoles no fuimos a tirar tiros. De paso, se puso a malas con Bush. Al poco, Zapo volvió a mandar tropas a Afganistán, donde sí tiraban tiros, donde había guerra de verdad (dicen que para congraciarse con Bush, después de haberle hecho el feo de irse e invitar a los demás a hacer lo mismo). Pese a todo, a la soldado que murió no le dieron la medalla con distintivo rojo para no tener que reconocer que aquello era una guerra.

Pero los avisos siguieron: «Vamos a derrotar a ETA». Y Zapo negoció con ETA, pero no su rendición, sino la entrega de Navarra, la presentación de una candidatura abertzale en las elecciones de mayo y la concesión de diversos beneficios penitenciarios. Zapo promete aplicar la Ley de Partidos «en su letra y en su espíritu»; pero resulta que gracias a sus fieles aliados en el tercer poder, Cándido (que de cándido no tiene nada) y Baltasar (entre otros), se están hurtando al cumplimiento estricto de esa ley.

«Endesa seguirá siendo una empresa española». Y Endesa, tras otro culebrón que le ha costado la cabeza nada menos que al presidente de la CNMV, ha acabado por ser engullida por los paisanos de Don Corleone y Don Lucchesi, ése que decía que «las finanzas son un arma y la política, el arte de saber cuándo disparar ese arma».

«Vamos a mirar hacia adelante». Y Zapo y sobre todo los postcomunistas de la Izquierda Hundida hurgan en la memoria histérica para ver si, por un lado, pueden acallar las voces que dicen que la República no fue ni mucho menos el mejor régimen de los posibles y, por otro, a ver si pueden arañar alguna indemnización más (derecho que no se concede a los particulares, por cierto). Siguen mirando hacia adelante y pretenden «juzgar a Aznar como criminal de guerra».

«Vamos a hacer una campaña tranquila». Y no hay día en que no salgan Pepiño o la Vogue insultando a quienes no piensan como ellos, al «enemigo».

«Vamos a escuchar la voz de la calle». Se presentaron millón y medio de firmas contra la Ley del Matrimonio Homosexual, tres veces más de las que se necesita para una iniciativa legislativa popular. Salieron dos millones de personas a la calle para protestar por la política antiterrorista del Gobierno. La provincia de Cádiz está en pie de guerra por el cierre de una empresa que daba trabajo a muchas familias. ¿Ha hecho caso Zapo a la voz de la calle? No.

España se está cayendo a cachos, debido a los denodados esfuerzos de las minorías que han prestado apoyo a Zapo. Menos mal que no dijo: «Vamos a mantener a España unida». Si llega a decirlo, hace tiempo que se hubiera caído el edificio institucional…

De espaldas y en latín

Durante siglos, al decir misa, el cura se situaba en el altar de cara al santo patrón y de espaldas al pueblo. Y además decía la misa en latín, el idioma de la cultura, sin duda, pero no del pueblo. Aventuraremos una significación del ritual: el sacerdote sólo responde ante Dios, no ante su rebaño. La consecuencia más evidente era que uno, todo lo más, podía familiarizarse con el sonsonete, aunque sin entender palabra de lo que se decía. El sermón sí era en la lengua propia del país; pero claro, como no existía el libre examen, era el cura el que interpretaba según sus luces, guiado ciertamente por el magisterio de la Iglesia y el santo temor a la Inquisición, las Sagradas Escrituras. Como se decía entonces, extra Ecclesiam salus non est.

Hubo que esperar a 1958 para que Juan XXIII, el papa que «se suponía que iba a durar poco» y que era «de transición», armara un revuelo considerable con el Concilio Vaticano II. A partir de entonces el cura, aunque se situaba en un escalón superior por su formación y mayor exigencia de espiritualidad, decía toda la misa en la lengua del país y de cara al pueblo. Se admitió el libre examen y así los fieles dejaron de ser un rebaño sumiso, sino que empezaron a hablar al cura de tú a tú y a entender las cosas como es debido. Y cosa curiosa (o no): las iglesias empezaron a vaciarse.

¿Lección? No se puede «gobernar» en modo alguno a espaldas del pueblo. El gobierno que así lo hace cava su propia tumba y la de su partido, a la corta o a la larga. Eso es lo que, según entiendo, ha ocurrido en España en estos tres años que llevamos de legislatura. El PSOE ha gobernado de espaldas al pueblo y en latín. Ha gobernado para las minorías, para los «amigos», para los acreedores políticos (en especial los de signo nacionalista). Ha gobernado de espaldas a media España, a los diez millones de votantes que el 14 de marzo de 2004 formaron la base electoral del PP. Y las «joyas de la corona» de esta legislatura son tres leyes (de Violencia de Género, del Matrimonio Homosexual y de la Dependencia) cuyo calificativo común es la inoperancia.

Por eso el PP convoca una manifestación mañana. Para decirle al Gobierno que hay una España que sigue existiendo, por más que no aparezca en el telediario de las tres ni en el de las nueve. Lo hace, por supuesto, acogiéndose al constitucional derecho de reunión y manifestación establecido en nuestra norma fundamental en su art. 21. Al PSOE le molesta, claro, porque hasta ahora «la calle era suya» (como antes lo fuera «de Fraga») y porque la manifestación siempre fue un medio de presión «de izquierdas». Y no. En un sistema democrático, la calle es de todos. Abertzales, constitucionalistas, independentistas, socialistas, izquierdas, derechas… todos tienen derecho a manifestarse, con el debido respeto a las leyes y a los demás ciudadanos. Y posiblemente, por mucho que «bailen las cifras», el índice de participación será bastante elevado.

No hay esperanzas de que el desgobierno zapateril oiga el clamor de esa media España que saldrá a la calle mañana. Pero a Zapo ya no le quedan muchos más conejos que sacar de la chistera. Lo más probable es que, sabiendo que lo ha hecho mal y siendo evidente para muchos que cuando fue al Senado se comportó como una loca histérica, esté preparando a partir de ahora una operación de tierra quemada. Un regalito envenenado para que cuando Mariano Rajoy llegue a la Moncloa se encuentre solamente la tricolor, la foto de Azaña y los diarios del capitán Lozano sobre la mesa. O tal vez sea un poco más generoso y le ponga en la puerta las columnas Jakin y Boaz, aunque sea en cartón-piedra.

La boca pequeña

Haciendo un repaso de lo que llevamos de legislatura, me he dado cuenta muy pocos son los que ahora dicen que aprueban a Zapo; o si lo dicen, lo hacen con la boca muy pequeña. No menos sorprendente es que muchos que en marzo del 2004 se definían como «socialistas» (a todo trapo, además, casi a muerte) se definen, tres años después, como «de izquierdas» y casi como quien no quiere la cosa.

Zapo ha sido una desilusión para bastantes más de los que tienen la sinceridad de admitirlo en público. Aunque esté mal que yo lo diga, a mí Zapo no me desilusionó. Yo ya sabía que su llegada a la Moncloa iba a ser peor que la invasión de los ultracuerpos y en ese sentido ha superado todas mis expectativas. Prácticamente no hay palo que haya tocado que no lo haya dejado peor, si es que no lo ha machacado.

Sin embargo uno, que es curioso (y a veces tiene su miaja de mala leche), pregunta. Y los fervorosos defensores de Zapo de antes del 11-M hoy, tres años despues, se enfadan si les recuerdan el «desliz». Le espetan a uno que «ellos no entienden de política» y casi es cuestión de amistad no insistir en el tema. Sin insistir, pues, uno se sonríe para sí puesto que no queda más remedio.

Pero no queda ahí la cosa: a veces no sólo se enfadan. A veces hasta contraatacan y te dicen: «Sí, pero Aznar hizo esto, lo otro y lo de más allá». Como si uno fuera exactamente la contraparte de un socialista fervoroso. Pero se equivocan: por desgracia, en política nada hay más inútil que el «fervor por la causa». Quizá es un defecto típicamente español: la famosa devotio iberica de la que hablaban los romanos se ha transformado en el «viva er Beti manque pierda», aunque el significado profundo, jondo, de la cosa sigue incólume tras el cambio de formas. Haga el partido de uno bien o mal, uno «es del partido hasta la muerte».

En cualquier caso, no me considero un fanático político. Puedo estar poco informado, puedo divagar; pero en lo posible, espero poder afirmar siempre que mi objetividad no está en venta y que no va al pairo de los acontecimientos. No tanto porque se la deba a nadie, sino porque me la debo a mí mismo. Y además: jugar al escondite con la propia conciencia es muy, pero que muy cansado.

Pronóstico reservado

«Su optimismo antropológico no se lo cura ni el doctor House».
Pío García Escudero, portavoz del PP en el Senado, a Zapo

La frase tiene su gracia por la referencia televisiva, pero como casi siempre en nuestro blog, vamos a analizarla un poco más despacio.

Imaginemos a los doctores Foreman, Cameron y Chase discutiendo con el doctor House en su despacho. La pizarra blanca parece hoy más blanca que nunca. House oye en silencio y con el ceño fruncido las teorías que sus residentes van desgranando. El paciente, Zapo, está en coma; sin embargo, una sonrisa de pasta dentífrica cruza de parte a parte sus facciones y los sesudos doctores aún no saben qué es.

-Puede ser micomatosis obsesiva rabiosa -apunta Chase, siempre dispuesto a rebajar riesgos.
-Si fuera micomatosis obsesiva rabiosa -replica Foreman, sarcástico- los hongos estarían dibujando un hermoso cuadro de Jackson Pollock en su piel de la cabeza a los pies.
-Ah, bueno -dice Chase, y se calla-.
Cameron defiende a Chase y se encara con Foreman:
-Pues no me parece una idea tan descabellada.
-Tú es que últimamente le echas la culpa de todo a los hongos -replica Foreman, molesto-.
Tras un silencio embarazoso, Cameron propone, dubitativa:
-Si no es micomatosis obsesiva rabiosa… ha de ser algún tipo de inmunodeficiencia.
House salta rápidamente:
-Por ahí vamos bien.
-No puede ser -replica Foreman-, porque el recuento leucocitario es normal.
House le mira fijamente y le dice:
-Si yo digo que es inmunodeficiencia, es inmunodeficiencia.
Cameron asiente con la cabeza, mientras Foreman le echa una mirada asesina.
De pronto, los buscas suenan furiosamente y a la vez. Zapo ha despertado de su coma. A la carrera, los cuatro llegan a la habitación. Zapo tiene los ojos abiertos y la sonrisa de pasta dentífrica le sigue cruzando el rostro. House toma la palabra y le dice:
-¿Cómo está, señor Zapo?
Zapo, sonriendo beatíficamente, contesta:
-He hablado con Dios… Tenía el rostro de Felipe… He visto la luz… Me ha dicho que mi misión en el mundo es extender la pazzzzzzzz… Que tengo que ir a la ONU y decirle al secretario que todos tenemos que vivir en la pazzzzzzzz…
Los doctores se miran desconcertados. Foreman le dice:
-Muy bien, señor Zapo. Entonces, ¿proseguirá el proceso de paz como dicen los diarios?
Zapo no lo duda un segundo:
-Sí… Hemos de seguir en esos contactos para poder llegar a la pazzzzzzzzz…
Cameron no puede reprimirse y le dice:
-Pero oiga, ¿los de la ETA no son unos asesinos convictos y confesos?
-No, doctora… son hombres de pazzzzzzz… son hombres de talante… de mucho talante…
House se le queda mirando un momento y se le ilumina la cara con una ancha sonrisa. Ordena a la enfermera que le siga cuidando y a sus residentes que salgan de la habitación. Les tiene que decir algo importante.
-Este tío lo que tiene es una metástasis de optimismo filosófico causada por un trastorno autoinmune ante la realidad -concluye-.
Chase se queda pensativo y dice:
-¿Tiene cura?
House contesta tranquilamente:
-Ésas son las buenas noticias. No tiene cura.
Cameron salta:
-¿Y las malas?
House se lo piensa un momento antes de contestar:
-Las malas… Bueno, siendo como es presidente del gobierno… Mejor me reservo el pronóstico. Ya sabéis que yo de política entiendo poco.
Foreman protesta:
-¿Cuánto tiempo piensas tenerlo así?
House, despreocupadamente, dice:
-Decidle a Cuddy que en dos días le damos el alta.

Pues ahí lo dejamos. Ojalá fueran dos días porque, en realidad, todavía falta un año para darle de alta (aunque mejor sería decir «darle de baja»).

Las deudas de Zapo

No hay que ser muy Sherlock para adivinar que Zapo tiene una hoja de ruta que le han marcado los demás. Los demás con los que ha pactado, desde luego. Aunque sea dar palos de ciego, merece la pena hacer un repaso:

  • El infame Estatut catalán es el pago por el apoyo de ERC. También de CiU, aunque ahora estén muy ocupados notariando sus propias debilidades.
  • La Ley de la Memoria Histérica es el pago al apoyo de Izquierda Hundida, aunque como decíamos en algún post anterior, a ellos también les interesa declararla para «limpiar» su memoria. De todos modos, la sangre no se limpia con nada.
  • El «proceso de paz» es el pago a los proetarras. Toda esa deriva independentista del famoso «proceso», que según parece «terminó» el 3o de diciembre puede ser muy bien debida al hecho de que entre ETA y el 11-M existió una relación más que circunstancial. Claro que hay que ser cautelosos con eso porque «aún se está investigando» y aunque se ha demostrado que la versión oficial no se tiene en pie, tampoco sabemos en realidad qué pasó.

Lo decía Agustín de Foxá, guapo, rico, aristócrata y comediógrafo de éxito en tiempo de Franco: «Cuando Franco se vaya, menuda patada le van a dar en nuestro culo«. El caso es que Franco no se fue por propia voluntad, sino que falleció de viejo y en la cama. Y Zapo tampoco se irá por propia voluntad, por supuesto (la dignidad le es un concepto esencialmente extraño). Tendrá que haber unas elecciones democráticas que lo aparten del gobierno. Lo malo es que cuanto más tiempo pase, más nos va a doler la patada que le van a dar en nuestro culo.

"España va de puta madre"

Lo ha dicho el presidente, claro. Yo no sé qué tiene el Palacio de la Moncloa que, una vez bien instalado y bien acostumbrado al edificio, al inquilino elegido por votación popular le aquejan toda serie de dolencias acordes con su personalidad. De Adolfo Suárez no recuerdo gran cosa; y tampoco de Calvo Sotelo, prácticamente un interrex antes de que llegara la etapa felipista. Por cierto, que fue Calvo Sotelo quien cayó en la cuenta de ese síndrome monclovita y lo explicaba más o menos jocosamente (no es fácil imaginar a don Leopoldo, con lo serio que era, mostrando animus iocandi) en sus memorias.

Pero a lo que vamos. ZP ha dado muestras de no ser inmune al edificio. Felipe cayó en la tentación de las «ausencias quejumbrosas» (Mecano podría haberle adaptado aquella canción para que dijese «Ay, bonsai, bonsai»), Aznar cayó en la tentación de mirarse el ombligo y de creer que todo lo que hacía era por el bien de España. ZP es menos trascendente y cae ruidosamente en la tentación del «optimismo filosófico»: nótese la diferencia abismal entre ir «bien» e «ir de puta madre». Se le puede conceder a Aznar que en eso era más realista.

Lo malo es que eso sólo lo sabe él. ¿Los demás? Los unos cachondeándose para no cabrearse ante tanta desfachatez, los otros sonrojándose en un silencio monjil. Y de todos ellos, la gran mayoría esperando a alguien que arregle lo que ZP está desarreglando (aunque costará unos cuantos años y muchos, muchos disgustos a mucha, mucha gente).

Los palos y el sombrajo

Acabo de terminar la lectura de un demoledor artículo del profesor Roberto Centeno aparecido en El Mundo el pasado viernes 8 de diciembre.

De todo lo que se dice en ese artículo me quedo con dos ideas: la primera, que el Gobierno socialista sube los impuestos (con lo cual deja de ser de izquierdas, porque la izquierda en teoría «los baja»). ¿Y para quién los sube? Pues para las clases medias y los pensionistas, que (oh, contradicción) forman la masa de votantes del PSOE. Es decir, los sube para quien no se puede escapar de control porque sus recursos dependen de una nómina o de los presupuestos generales de una Administración (estatal, autonómica o local). ¿Los baja? Claro que sí. A los ricos, a los que pueden lavar su dinero en Gibraltar o en Suiza, a los que mediante «trampas legales» pueden tributar a un miserable 1% por sus actividades societarias (para las cuales hay que disponer de 2,4 millones de euros, eso sí).

¿Éste es el gobierno que se dice «social» y «obrero»? ZP nos quiere vender la moto; pero como decía Lincoln, «no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo». De todos modos, considero a ZP un monigote manipulado por otros, que son los que verdaderamente cortan el bacalao, la pescaílla o lo que se tercie. Más sangrante es la comparación con la realidad si tenemos en cuenta que el PP, «oficialmente de derechas», nunca ha escondido que es de derechas. El PSOE, en cambio, es un partido «de izquierdas» que, como vemos, hace una política de derechas sin ningún tipo de sonrojo. Si a un partido político no se le puede pedir un poco de coherencia entre su ideario y su forma de gobernar, apaga y vámonos.

La segunda idea con la que me quedo, que no expresa el profesor Centeno pero que yo personalmente deduzco es que, en todo este tiempo, España no ha dejado de ser una especie de cortijo privado, al que sólo han tenido derecho de entrada unos pocos. Y a esos pocos les ha importado bien poco que el país que devoran a tres carrillos se vaya al carajo mientras ellos estén bien. «Ellos», que además y en realidad, no tienen más ideología que la de su barriga y su cuenta corriente a costa de los sudores de todo el mundo.

Pero hay una reflexión, o tal vez duda, que me asalta: si cambiara el Gobierno, ¿cambiaría eso de «gobernar para los amiguetes»? No sé a qué pueda deberse; pero todavía no he oído a nadie en el PP expresarse en público con la claridad que lo hace el profesor Centeno (dejando aparte algunos términos técnicos, achacables a su condición de docente universitario). Y cuando la oposición, debiendo hablar, calla… Si con los argumentos y las razones que se exponen en ese artículo, el PP no tiene agallas para taparle la boca a ZP y a sus corifeos, apaga y vámonos. Nunca faltará quien diga que el PP es culpable hasta de las guerras púnicas. Y el PP, probablemente, callará.

A ZP se le ha caído el sombrajo. Y mucho me temo que a nosotros (a todos, tirios y troyanos), tarde o temprano, nos caeran los palos. Y el PP, callado. O tal vez no. ¿Quién sabe?

¡Viva la República (zapateril)!

Otra vez andamos a las vueltas con el tema de la Segunda República. Zapatero, que es muy listo, habla de su abuelo rojo, pero no de su otro abuelo «nacional», ni mucho menos de su suegro coronel (aunque éste le ayudara a ir saltándose la mili… pero ya se sabe que lo militar no está de moda). Pero bueno, ¿para qué hablar tanto de la Segunda República? ¿Para qué recordar unos fantasmas que la mayoría de los españoles enterró en 1980, cuando el mismo Rey dijo que quería serlo «de todos los españoles», incluso de los que no están de acuerdo con él?
Vamos a ir por partes. Por lo que sabemos los que hemos leído algo más que los libros de texto de la escuela, la II República no fue aquella «Arcadia feliz», la mítica y mitificada «República de los trabajadores» en la que el trabajador vivía contento porque el Estado se ocupaba de él a cambio de producir lo que el Estado marcaba.
En la II República fueron asesinadas muchas personas por el hecho de creer en un Dios distinto a Stalin o a Lenin. También se reprimió a aquellos que querían crear su propio mundo libertario (¿se acuerda la progresía de lo de Casas Viejas o corremos un tupido velo?).
En la II República se permitió que funcionarios (disfrazados de «asesores», eso sí) de una potencia extranjera (la URSS) torturaran y asesinaran a ciudadanos españoles por el mismo motivo. Todavía quedan supervivientes (por suerte) de la checa de Via Laietana, en Barcelona, aunque el horror que sufren al recordarlo muchas veces les atenaza la garganta y no quieren hablar de ello (tampoco estarían de moda).
De los intentos separatistas de Cataluña y el País Vasco ya ni hablamos porque eso hoy por hoy ocasiona el calificativo de «franquista» y aún peores. Aunque vaya por delante que cuando murió Franco yo tenía 9 años, así que no llegué a tiempo de hacerme «franquista» (al contrario que otros, que sí lo eran y en aquellas fechas llegaron a tiempo de reciclarse en «demócratas de toda la vida»). Por tanto es un calificativo que mal me puede afectar.
Contra esa II República que ahora nuestro inefable ZP quiere glorificar se levantó el PSOE en 1934, como ha demostrado suficientemente Pío Moa.
Teniendo en cuenta estos datos, ¿a qué santo tanta propaganda de la República? Por cierto, aunque la progresía ha machacado hasta la saciedad que «la Iglesia tiene que pedir perdón por los crímenes de la Inquisición» (la Iglesia pidió perdón por esos crímenes en 1992, si no me equivoco), todavía no he oído a ningún progre de izquierdas «pedir perdón» por los asesinatos masivos de sacerdotes y seminaristas. Está clarísimo que la progresía de izquierdas es especialista en la viga en el ojo ajeno. Pero de todos modos, ¡qué carajo! ¡Viva la República (zapateril)!

Zapatero I, el Pacificador

Zapatero puede estar contento. Ha entrado en la Historia (sí, con mayúsculas) de España, esa entidad que tanto se empeña en destruir. Parece ser que ETA ha declarado una especie de «tregua más o menos indefinida». Los pajarillos cantan y las nubes se levantan, ¡qué buena noticia! Bueno, a estas alturas algunos de los que me lean pensarán «menudo aguafiestas». Pues fíjense que no. Me complace ver que hay un movimiento de la banda mafiosa en el sentido de no volver a asesinar, extorsionar o amedrentar a ciudadanos vascos cuyo único delito es el de «ser distintos».

Pero ciñéndonos a los hechos (remarco el palabro porque periodistas y políticos, en la euforia del titular no suelen leer más allá), no sabemos aún qué precio ha tenido que pagar el Gobierno por esto. Que nadie da duros a cuatro pesetas (lo siento por el anacronismo) y ETA, menos que nadie, hasta ahí podíamos llegar. Zapatero aún no ha dicho nada y los etarras tampoco. De entrada, no sabemos si en León se juega mucho al mus, pero a tenor de las circunstancias, todo parece que al Gobierno le están tratando de colocar un órdago a la chica. A la «chica callando», suponemos. ETA no dice, además, en qué condiciones deja de asesinar, extorsionar y/o amedrentar. Por no decir, ni siquiera dice que va a proceder al desarme total de sus «muchachos», ni mucho menos cuándo.

Hasta aquí lo que puede -o mejor, debe ofrecer-. En cuanto a lo que exige, pues… parece que no hay nada nuevo bajo el sol. Exigen el llamado «ámbito de decisión vasco» (que me diga alguien quién puede determinar quién sea vasco y quién no). Exigen Navarra, como primer paso a la creación (en unas décadas, suponemos, de la gran Euskal-Herria, trasunto sin duda de la Gross Deutschland (¿a qué me suena eso? Y es más: que les pregunten al 90% de los navarros si quieren o no ser vascos o, mejor dicho, si quieren caer bajo la férula del PNV y aliados). Y lo peor de todo es que no querrán ser menos que los nacionalistas catalanes: el Estatut va a ser el rasero por el que van a medir las exigencias y los deberes.

No obstante, todos los medios de comunicación y en especial los de obediencia gubernamental ya están echando las campanas al vuelo: ¡La guerra ha terminado! ¡Se acabó el terrorismo! ¡Loor y gloria a Zapatero I, El Pacificador! Pues muy bien. Pero que nadie se llame a engaño. Mucho me temo que pronto habrá un coro de «ya os lo decía yo». Pero no hay que ser agoreros y aguar la fiesta, claro que no. Pues lo dicho. Agur eta ondo!

Pensamientos al vuelo

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El vuelo del albatros

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Cuatro amiguetes y unas jarras

Ya que no podemos arreglar el mundo, hablaremos de lo que nos interesa: la política y los políticos, el fútbol, el cine, y todo lo que nos molesta, acompañados por unas jarras de cerveza. Bien fresquitas, por supuesto

General Dávila

Nada hay como el soldado español y mi única aspiración siempre ha sido estar a su altura

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"Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga" Diderot. / "El que tiene la verdad en el corazón no debe temer jamás que a su lengua le falte fuerza de persuasión" Ruskin – (Bitácora-Biblioteca virtual y PERSONAL, recopilatória de aquellos artículos que despiertan mi interés)

C Y K L O S

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La Imagen Reflejada

El Patito se vió reflejado en el agua, y la imagen que ésta le devolvía le cautivó por su hermosura: era un magnífico Cisne

Es war einmal...

"Los dogmas del quieto pasado no concuerdan con el tumultuoso presente." (Abraham Lincoln)