El PNV siempre quiso colgarse la etiqueta de moderado frente a ETA. Obvio: el PNV no asesina, no extorsiona por la brava. Consideremos también otro detalle: llevando más de veinte años en el poder, no le hace falta. El poder tiene otros medios más sutiles para borrar a la gente «molesta» del mapa; incluso tiene el recurso, como es el caso del PNV, de recurrir a los «chicos de la gasolina» para que le hagan el trabajo sucio (recordemos la librería Lagun en San Sebastián, de María Teresa Castells, tantas veces quemada o rotas sus lunas).
Lo que ocurrió hace unos días en la sede del TSJPV no fue solamente la patada en los genitales al señor Antonio Aguirre por parte de un matoncillo del PNV. Fue el recordatorio de que al PNV se le pueden aplicar muchos calificativos, menos el de «moderado». También es muy significativo lo que ocurrió: dos miembros del Foro Ermua lo retuvieron hasta que la dos ertzainas hicieron acto presencia. Éstos, mirando hacia un punto determinado, parece ser que recibieron la orden de dejarlo marchar.
Si la patada la hubiera propinado el señor Aguirre, rápidamente los medios nacionalistas y de izquierda (sí, de izquierda también) se hubieran abalanzado sobre éste cual jauría furiosa y le hubieran tratado de «español», de «bestia» y otros apelativos «cariñosos». Y se hubiera concluido: «así son los del PP» (desconozco si el señor Aguirre es militante del PP; pero a la prensa socialista no le importa mezclar churras con merinas cuando se trata de los traidores).
Resulta que el tal sujeto es un coleccionista de enchufillos del PNV y funcionario jubilado, marca de la casa y guía y norte de todos aquellos que quieran progresar en el universo peneuvista. El hecho de que los ertzainas le dejaran marchar después de haber recibido una orden visual no es sino la constatación de la impunidad de la que gozan en Euskadi quienes atacan de cualquier modo o manera a los «traidores» (llámense Foro Ermua, Basta Ya, AVT y ese otro largo etcétera que se opone a la tiranía nacionalista y lucha por no ser enviado al olvido).
Si quedaba alguna duda respecto de la «moderación» del PNV, ha quedado totalmente aclarada. Desde el «entraremos por cojones» del consejero Azkarraga hasta la patada del gorila semi-anónimo, va a ser que se trata de una cuestión de «cojones». Pues eso: manda cojones…