Estamos en verano. Algunos de ustedes sorben ya la naranjada en la playa (o en la piscina si no son playeros), desparramando su humanidad toda en una tumbona. Otros, en cambio, sudamos la canícula gorda en espera de ese agosto que nos va a liberar las tensiones, salvo en el caso de que en esos 30 días decidamos hacer todo lo que no pudimos hacer durante el curso.
Y mientras arrancamos hojas al calendario, «el Gobierno sigue trabajando a pleno rendimiento». Poco importa que se le olvide la coletilla «para seguir jodiendo el país». El caso es dar la impresión de que se está haciendo algo. De momento, la dimisión de «Rubalcaba» y su transformación en «Alfredo P.» ha provocado ya un milagro: la resurrección de P. Blanco. Creíamos que lo habían largado a Lugo para que peleara por su escaño (difícil, porque como decía expresivamente el chiste, «lo conocen»). Pero no; y además de eso, le dan todo el micro y la cámara que quiera para explayarse en sus concetos.
No obstante, tal y como dice Anghara, esto dista mucho de ser noticia entre los españolitos de a pie. Quizá incluso tenga más interés para muchos de ustedes el (nuevo) despelote de la señora o señorita Aída Nízar en (cómo no) Interviú. ¿Para qué va a ser noticia el que se nombre a un ministro de interiores –pues eso es lo que va a ser Antonio Camacho–? Un secretario de Estado al que no sólo se premia por haber trinchado el faisán, sino para que siga tapando la hemorragia. Es el único en quien P. Punto parece confiar para esa misión y, de paso, para evitar que se los quede D. Pablo Ruz, y no precisamente para casarlos.
De cualquier modo, estén ustedes preparados. Las malas noticias del otoño se gestan en los ardientes calores del verano. Corríjanme ustedes, pero la única buena noticia política que yo recuerdo haberse producido en verano fue la promulgación, en fecha tan intempestiva como el 14 de agosto, de la vieja Ley de Procedimiento Administrativo, la venerable LPA, que nos duró la friolera de 34 años, hasta ser sustituida en 1992 por la actual Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común.
Así, pues, con ZP, ¡qué más da una crisita de más o de menos! Entre la del euro, la inmobiliaria y etc., hay de sobras para elegir. No va a turbar la paz del largo y cálido verano que cambie la cara del ministro de Interiores… por ahora.
También a mí me llegó al alma eso de que «El Gobierno sigue trabajando a pleno rendimiento.» Vista la gravedad de la cosa, uno daría por bueno que tan ejemplar Gobierno trabajara bastante menos.
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O que lo despidieran por los correspondientes motivos de los arts. 51 y ss. del ET…
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Ley conocida como la joya de la Corona.
Y es que entonces (aparte de matices políticos), las leyes se redactaban, no se perpetraban.
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Eso es. Seguro que estás pensando, en cuanto a leyes «agostinas», en la nefanda LOPJ, perpetrada un 6 de agosto 🙂
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