Always look at the bright side of… (I)


Me he inspirado para esta entrada en unas declaraciones de Albert Rivera en las que el político naranja afirmaba que «»La vida de Brian» es más serio que esto», en referencia al sainete montado en Cataluña a cuenta de quién va a gobernar en los próximos meses. Sin embargo, debo advertir a ustedes que a nivel nacional estamos igual.

Pista catalana

La cuestión, como siempre, está en ver quién representa qué. Y ustedes podrán discrepar, naturalmente; pero a nivel catalán yo veo a ésos de la CUP como el famoso y jamás como se debe alabado Frente Popular de Judea. No resulta difícil imaginar a esos tres mil seguidores discutiendo aquello de que «Yo creo, Ned, que un grupo anti-imperialista como el nuestro debe reflejar las divergencias de intereses entre las bases» (Judith, que podría ser representada por la egipcia Anna Gabriel). Tampoco es muy difícil imaginar a los respetables miembros del Consell Nacional (eso, que no falte en un partido indepen que se respete) de la CUP decir esto:

—A los únicos que odiamos más que a los del PSC es a los cabrones de Junts Pel Sí.

—¡Disidentes!

—Y a los de Iniciativa per Catalunya

—¡Disidentes, disidentes!

—¡Y a los de Ciutadans!

—¡Disidentes!

—¡Y a las Candidaturas de Unidad Popular!

—¿Qué?

—¡A las Candidaturas de Unidad Popular!

—Las Candidaturas de Unidad Popular somos nosotros, idiota!

—Aaaah…

Es absolutamente ridículo que el destino de una parte de España esté en manos de poco más de tres mil antisistema y que, en una primera votación, saliesen exactamente dos mitades entre los militantes con derecho a voto: 1.515 de un lado y otros tantos del otro para ver si apoyaban o no la investidura del president cadáver Mas. Un pucherazo en toda regla. No se veía nada igual desde que en 1980, en Almería, se hizo votar a los muertos para que la provincia aceptara el Estatuto de Autonomía y de paso formar parte de Andalucía y no de Murcia, como una cantidad respetable de almerienses vivos deseaba. Por si faltara algo, la agonía se prolongará hasta el 2 de enero, en que habrá una segunda votación.

Y lo peor es que ni siquiera la unión de las fuerzas constitucionalistas (C’s, PP y PSC-a-ratos) puede salvar del ridículo a la casta política catalana. Para todos ellos es vade retro lo de volver a convocar elecciones, pese a que está más que agotado el plazo de dos meses concedido por el Estatut (67.3 EAC). A los de Junts Pel Sí les pone los pelos de punta porque intuyen correctamente que perderían más escaños aún y que eso ofrecería mucho más flanco a la acción de la Justicia, que aun a ralentí, ya les ha pegado unos cuantos zarpazos. Y a los otros, porque es una murga tener que dejar el escaño que han ganado tras unos meses sin poder empezar a cotizar para la pensión completa que les esperaría en otras circunstancias.

Gotas que me vais dejando...

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