Continúa la tramoya nacional sin descanso. Recordemos que Mariano estaba cabreadísimo porque el Rey, cumpliendo con su función constitucional, ofreció la formación de Gobierno al segundo de la lista. Mariano debió pensar après moi, des elections. Aparte, Mariano es rencoroso y no se olvida de que Pdr Snchz le tildó de «indecente» en el debate preelectoral —dejemos aparte si tenía objetivamente razón o no—. Y el Rey, a su vez, estaba cabreadísimo porque a Mariano se le escapó que iba a haber elecciones el 26 de junio, como le dijo al premier británico Cameron.
Pues nada, allá que va el espadón de Mojácar a la investidura… que al final se transformó en embestidura. El morlaco le pasó por encima como un trolebús. Ni siquiera le sirvió el contrato de los Marx que firmó con Ciudadanos. En cuanto a Pablo Iglesias, su reacción recuerda a la frase aquella del poeta y dramaturgo inglés William Congreve: «El cielo no conoce rabia como la del amor convertido en despecho, ni el infierno furia como la de una mujer despechada» (Heaven hath no rage like love to hatred turned, nor hell a fury like a woman scorned).
Que, por si faltara algo, ahora le han salido unos granos en salva sea la parte. El primero de ellos, la pregunta del millón: ¿quiere seguir siendo una asociación estudiantil universitaria, en la que el voto se riega con toda la cerveza que uno pueda trasegar, o convertirse en un partido institucional, como el PSUV, y de paso convertirse en casta (¡horror!)? El becario black se pelea con su jefe por el control del magma podemita. Cúmplese así aquella retorcida afirmación de Giulio Andreotti (tomada del francés Talleyrand): «Il potere logora chi non ce l’ha».
Pero vamos por partes. La Constitución exige que haya una primera votación de investidura, cuyo quórum es de mayoría absoluta (51% de los escaños). Tuvo lugar el 2 de marzo y Pdr Snchz no la superó. En ese caso la Constitución, apostando por la seguridad institucional, permite aún una segunda votación, si bien esta vez se necesita únicamente mayoría simple (más síes que noes). Los despechados Mariano y Pablo juntaron armas y el pobre Pdr Snchz quedó más arrugado que un churro mojado en café. Y ello a pesar de que a todos (menos al PP) les prometió lo que querían oír: a los unos, la independencia; a los otros, un programa de progreso (¿qué es «progreso»? ¿Avanzar… hasta 1917? Tengan ustedes una de abusos verbales). Y es que en el intermedio todos se han dedicado a hacer campaña: hasta el pico (bec, en catalán) soviético de Pablo con el diputado catalán no es más que otra pista de por dónde irían los tiros si llegáramos a ese gobierno de progreso.