Estamos en agosto y desgraciadamente, a estas alturas ya no podemos decir, como decía el recientemente desaparecido Pau Donés…
Depende,
Todo depende,
De según cómo se mire
Todo depende…
Lo que ya no depende es que él está muerto y nosotros vivos. Que él ya no tiene que optar por creerse las mentiras de nuestro ¿Gobierno? en plan oveja eléctrica o no creerlas, pero no poder hacer nada al respecto porque, en dado caso de que haya oposición, «ni está, ni se la espera», según frase consagrada de Sabino.
Hace un calor insoportable y hemos visto cómo este ¿Gobierno?, para evitar hablar (y sobre todo actuar sobre) lo que realmente nos preocupa a los españoles, se agarra a cualquier cosa. Incluso las negras previsiones de los economistas a muchos nos pillan lejos porque para nosotros no es algo tangible. Mucho más lo es el número de personas que pierden el trabajo por estar en un ER(T)E y que llevan meses sin cobrar, o el número de empresas que cierra debido simplemente a la falta de clientes. A no tardar mucho, si esto sigue así, podrán verse calles enteras llenas de carteles de «Se alquila» colgados en locales de negocio… inalquilables sencillamente porque la actividad económica se ha detenido. Sin perjuicio, naturalmente, de la reacción en cadena que esto provoca.
Pero el Gobierno, simplemente, no hace nada. Ha decretado que son «vacaciones» y se han largado todos: se ha dejado la gestión de lo sanitario en manos de las CC.AA., con lo cual esto se ha convertido en un campi-qui-pugui y de retén tenemos a la Vice PixiDixi. Como dijo alguien, si es esta señora la que debe poner un poco de seny en los asuntos políticos, es que estamos mú malamente.
¿Y a qué se agarra ahora el Gobierno? A atacar lo único que nos quedaba por atacar dentro de las instituciones cuya razón de ser es la unidad de España: la Corona. No se llamen a engaño. La serpiente (más bien culebrilla) de este verano no es «atacar al ciudadano Juanca» (que bien podría ser Monedero, porque para su desgracia se llama igual), sino a la Corona como institución. ¿Cómo no les va a molestar a los comunistas la Corona? A ver si leemos un poco de historia y recordamos lo que hicieron los comunistas con Nicolás II y su familia. A falta de un «Palacio de Invierno», los republicanos comunistas desorejados patrios sólo pueden aspirar a tomar Marivent, lo cual es en sí bastante ridículo… Uno se imagina la repetición del intento de toma del chalet de Pedrojota en ses Illes con un senyoria diputat al frente, carnet en la boca per si de cas…
Pero vamos por partes, que dijo Jack el Destripador. Lo primero: la «noticia»: «El rey se va de España». En TV3 añadieron una nota delincuente: «El Rey emérito se fuga de España». La manipulación es brutal. El Rey no se ha fugado (de la Justicia, se entiende)… como sí lo han hecho Fuigdemont y sus compinches. Además, según dejó escrito en carta dirigida al Rey actual, su hijo, «se pondría a disposición de la Justicia». No se entiende muy bien por qué el Rey se va de España (quizá los nombres de Marta Gayá o Corina Larsen, que circunscribiría el asunto a una esfera mucho más privada, tenga más que ver) y tampoco se entiende muy bien por qué eso es «noticia» (más bien parece que alguien ha decidido que eso sea noticia, à faute de mieux).
Al margen de que este circo se haya creado para que no comience a formarse una verdadera oposición al ¿Gobierno?, da vergüenza ajena que algunos, sin tener estudios ni ir al gimnasio, se hayan erigido como jueces terribles de un asunto que en realidad ni siquiera es suyo. Gentes que remedan a los Marat y a los Danton y que piden «sangre, sangre, sangre», como si el Rey emérito fuera una suerte de Luis XVI. Gentes que, aun no siendo «legas en Derecho», hablan como si fueran jueces de un tribunal del pueblo y dieran por sentado que es delito todo aquello de lo que presuntamente «acusan» al Rey emérito. No me cuesta nada imaginar a Pablemos, enfundado en disfraz carnavalesco de Reina Roja, berreando totalmente histérico: «¡Primero la sentencia! ¡El veredicto después! ¡Que le corten la cabeza!». Tampoco está de más recordar cómo acabaron los Marat, los Danton y los Robespierre…
No voy a ser yo quien le defienda. Considero que fue una figura importante en un momento trascendental de la historia de España: él, juntamente con otros, consiguió que España y los españoles pasásemos de sistema político «dictatorial» a una «democracia» (aunque hoy esté tan devaluada que, en frase de Arfonzo Guerra, «no la reconoce ni la madre que la parió») sin disparar un solo tiro. Luego se dedicó a aumentar su patrimonio (es fama que llegó a España procedente de Estoril con una mano detrás y la otra delante) y a vivir de la renta política que le proporcionó la Transición y un autogolpe, el del 23-F, explicado a mayor gloria del personaje.
Y que estuvo muy bien que le abdicaran. Un Jefe de un Estado como el nuestro no debía llevar el cartel que llevaba el Rey emérito en 2014, con sus asuntillos de maravedises y sus líos de faldas. Los que se burlaban con sorna de Felipe VI llamándole El Preparao ya habrán tenido tiempo de darse cuenta (los razonables) de que estaba bastante más preparao que su padre… aunque sólo sea porque haya decidido que seguir la línea de la ley le sale más a cuenta que campechanear. Y ello hasta el punto de que es mi opinión personal que el padre no hubiera pronunciado el discurso que pronunció Felipe VI el 1-O. Cosa que la izquierda, nacionalista y no, no le ha perdonado jamás desde entonces. A su vez, la derecha piensa para sí: «podría haberse callado para no ponernos en el brete de tener que defenderlo». Y que, por ahora, de lo que se sabe, no hay mucho que decir en cuanto a su actuación pública.
Fuera de eso, en relación a la Justicia, la situación del Rey emérito es la de investigado, todo lo más. Ni juzgado, ni condenado, ni hostias. No hay todavía acusación formal basada en la ley contra él. Por no haber, no hay siquiera denuncia o querella de Pablemos, su banda y sus ejércitos de trolls (para según qué cosas, no tienen cojones). Los de la pesoe, como ya tienen quien les hace el trabajo sucio, quietos paraos.
Y bueno, si habrá o no habrá acusación, es algo que tendrá que determinar la justicia conforme a la Ley vigente, con independencia de la simpatía o animadversión que nos produzca el personaje. Y sobre todo de ciertos jueces exprés (personajillos de baja estofa) que, fuera de su pecera, no son nadie. Recuerda al fúrbo: resulta que cuando juega la selección nacional (aún), ésta no tiene un entrenador, sino 47 millones de entrenadores; y «todos saben más que el oficial». En fin. ¡País!