Otra de las cuestiones que hay que tocar en este asunto es cómo ha llegado esta señora a ser Comisaria. Es verdad que hay un procedimiento para su elección; pero al parecer, éste puede retorcerse en cualquiera de sus fases. El hecho es que, reafirmada Von der Hexen en su sillón (cosa incomprensible, dada su incompetencia profesional y el viraje filocomunista de la UE), Uschi debió decirle a nuestra ínclita exministra Ich will dich an meiner Seite haben («Le quiero a mi laíco», como dicen que decía El Padre de su ínclito particular, Álvaro del Portillo).
Y aquí es donde la cosa se pone espesa: Teresa Ribera se convierte en Comisaria y de la cosa… con los votos a favor del PP, que es quien gobierna en la Comunidad Valenciana. Es de suponer que al Chino Pons, oriundo de la región y quien mece la cuna de Génova, 13, no le importó la flagrante incongruencia. Tampoco le importó jostidiar las posibilidades de repetir de Mazón (aunque éste, con lo que ya hemos visto, lo tiene crudo). Debió pensar: «Es una española y hay que hacer país. De paso, si negocio con los socialistas europeos, igual puedo arrimar un poco el ascua a mi sardina». Vete a saber qué negoció el Chino Pons con los rojelios europeos; pero sea lo que fuere eso que negoció, no ha redundado en beneficio de España, aunque también cabe que no cumplieran nada de lo prometido si no les convenía, cosa nada inhabitual en ellos.
Una tercera cuestión que surge es de nivel malpensado plus. Les pido que hagan un esfuerzo de imaginación e imaginen que alguien se dirige a Teresa Ribera y le dice, con éstas u otras palabras:
—Alégrate, ministra de Medio Ambiente, la UE está contigo.
Ella se turbó ante semejante saludo y se preguntaba qué podría significar esa visita.
—No temas, Teresa, porque has hallado gracia delante de la Comisión. Se te nombrará Comisaria de la UE y harás grandes cosas en ese cargo.
—¿Y cómo será eso, si sólo soy ministra nacional y no tengo experiencia en cuestiones europeas?
—No te tienes que preocupar de eso. El espíritu de la UE descenderá sobre ti y el poder de la Comisión te cubrirá con su sombra. Además, ahí tienes a Maleni Álvarez. ¿Acaso no vales tú más que ella? Si hubiéramos sabido de tu existencia no hubiéramos apoyado a Maleni. Ah, una cosa más. Para poder acceder a ese favor que se te hace, tienes que reventar la huerta valenciana.
—Pero… pero… eso es muy fuerte, ¿no?
—¿Quieres el puesto o no, eh?
—Claro, sí.
—Pues ya está.
—He aquí la esclava de la UE. Hágase en mí según tu palabra.
Y así es como pudo haber accedido Teresa Ribera a la Comisión.