Premios Dardo y Blogger Sapiens

Ante todo, discúlpenme por la tardanza en agradecer los premios. La realidad, siempre apasionante, invita a dejar las celebraciones para otros momentos. Al menos en España, tras las elecciones parece que no se ha movido nada y todos los ojos pendientes de Mariano Rajoy, a ver qué hacía o qué no hacía tras veinte días de meditar y mesarse las galaicas barbas… las continuidades de ZP, la huelga de los funcionarios de justicia, a la que dedicaremos un próximo post… Todo eso hace apasionante la realidad y provoca que los premios, justa o injustamente concedidos (lo «injusto» en mi caso sería por humildad: nunca creí que tuviesen premio estas letras que junto), queden siempre pendientes de agradecimiento.

Pero bien dice el refrán que «de bien nacidos es ser agradecidos», así que agradezco a las personas que habéis convenido en concederme esos premios, que no se conceden a los amiguetes (como me decía uno al salir el Thinking Blogger Award), sino a quien, por un motivo u otro, expresa una opinión respecto de un tema que coincide con nuestro pensar.

Así, pues, como mandan los cánones, vamos a dar una lista (seguramente incompleta, aunque sean todos los que estén) de aquellos a quienes van dirigidos mis premios:

Felicidades a los premiados, que en realidad son los amigos todos de la Resistencia Anti-ZP (personalizados en estos 10 blogs). Hemos de seguir luchando no sólo para echar a ZP de la Moncloa, sino para que en este país podamos disfrutar, nosotros y nuestros hijos, de la libertad y la democracia verdaderas que nos prometimos en 1978.

Palomas

Pues no lo sabía yo, no… No sabía que las palomas comen de todo. Al margen de ser símbolos de la paz y de que se te cagan encima justo el día que llevas tu mejor traje, no hay más que ver con qué ganas y qué apetito iban comiendo patatas fritas. Que hacia viento esta mañana y se le cayó a mi madre una bolsa de patatas fritas al suelo (a Dios gracias cayó derecha y la pudimos recuperar). Al poco, se arremolinaron cuatro o cinco bichos colombiformes, aunque yo sólo he podido captar tres.  La primavera, que la sangre altera, provoca tramuntana en el Mediterráneo, granizadas en Bilbao y que las palomas coman patatas fritas, oiga…

Es para morirse (Ahora o Nunca)

Acabo de ver la película Ahora o nunca, con Jack Nicholson y Morgan Freeman, dos pesos pesados de la interpretación estadounidense. Es una película interesante, siquiera sea porque ninguno de los dos se rebajaría (creo) a hacer un trabajo con un guión de menor calidad. La película, por supuesto, comienza planteando uno de los grandes dilemas de nuestro tiempo: ¿qué harías tú si te quedara apenas un año de vida?

Se supone que cuando llegas a ese punto y a una determinada edad todo deja de tener importancia, para concentrarse en dos extremos: o bien el de "cómo morirse correctamente". O sea: la mujer (marido) llorosa, hijos, hermanos y familia toda congregados alrededor de tu cama mientras tú tratas de espicharla con un poco de dignidad. En una cama se tiene mucho tiempo para pensar. En lo que hiciste, en lo que no hiciste… el famoso repaso, en el que las escenas de tu vida van desfilando como una procesión de Semana Santa ante tu mente. Sientes el dolor, el remordimiento, la culpa y la impotencia de que todo eso pesa en tu corazón y no puedes hacer nada por evitarlo.

Ahora o nunca escenifica la rebelión respecto de la esta "estampa familiar". Sí, te queda un año de vida. ¡Pero no tienes obligación de dar lástima mientras te vas extinguiendo, coño! Claro que el punto hollywoodense lo pone el personaje de Jack Nicholson: multimillonario y propietario del hospital que, casualmente, aterriza en la cama contigua a la de Morgan Freeman. Al menos y que yo tenga noticia, en ningún hospital español ningún paciente terminal tuvo la suerte de que aterrizara un multimillonario como compañero de habitación.

En cualquier caso y saltándonos ése detalle obligadamente hollywoodense, la película es un fresco recordatorio de la desvergonzada versión que hizo Lewis Caroll de la poesía horrendamente victoriana "Sois viejo, padre Guillermo". Cuando te queda tan poco tiempo de vida, ¿qué te ata a tus antiguas costumbres? ¿Qué te ata a tu antiguo modo de vida? Incluso, ¿qué te ata a tus creencias, a tu antiguo "yo"? Respuesta que da la película: NADA. No se sugiere que haya que "romper con todo", sino que las experiencias van dando una nueva comprensión y se pueden contemplar el pasado, el presente y el futuro con compasión, alegría y esperanza. Para mí, una película de todo punto recomendable.

El negro, la rubia, su marido y el de las patatas

Estos son tiempos de paciencia. Paciencia para soportar los ataques inanes del PAPP. ¿Cómo? ¿No saben ustedes qué partido es ése? Pues eso se lo explico yo en un periquete: son las siglas del Partido Anti-PP, antes conocido como P(SOE). Partido sin programa conocido, o cuando menos, cuyo programa se asienta en atizar a todo lo que se mueve (en contra, claro). Partido en el que sus dirigentes parecen andar presa de un ataque de nervios porque no son capaces de despejar ese «empate técnico» que anuncian las encuestas y podría suponer la emergencia, tarde o temprano, de un voto de castigo anti-Z.

Pero no les quería yo hablar hoy de la política patria, que bastante enlodada está ya. Más bien echaré un vistazo al otro acontecimiento mundial, que suele robar minutos en las páginas de Internacional para beneficio de las de Nacional (hablando más de lo que ocurre fuera los informativos se libran de la peligrosa carga que es dar detalles sobre lo que ocurre en casa). Naturalmente, nos estamos refiriendo al proceso electoral en los USA. Es más o menos obligado hablar de él, ya que hoy es el llamado supermartes, el día en que se definen —por fin— las candidaturas.

El proceso electoral español apenas resiste la comparación con el estadounidense. Para empezar, nos encontramos con un sistema de listas abiertas, en vez de las listas cerradas europeas continentales. Cualquier militante de un partido, ya sea demócrata o republicano, se puede presentar a las listas y someterse al veredicto de las bases del partido. ¿Cualquiera? Bueno, cualquiera no. Es necesario tener mucho, mucho dinero para pagarse una campaña electoral del bolsillo de uno.

En España, en cambio, no ocurre así. Como recordaba no hace mucho Aleix Vidal-Quadras (una de las cabezas mejor amuebladas de la democracia española en la actualidad) en una tertulia de Radio Intereconomía, «en España uno no se presenta: le presentan». No dijo más, porque la discreción es norma en los cargos políticos de altos vuelos y hay que leerles entre líneas; pero ya es muy significativo el detalle. Por otro lado, ventaja es, para el candidato español, que la campaña se la pague el Partido.

Otra diferencia fundamental y derivada de cada sistema es que el candidato John Doe se debe a los electores de su circunscripción. Por eso, en las películas o series estadounidenses —algún dato tenían que recoger de la realidad—, un señor cualquiera puede amenazar con «escribir a su senador» y observar cómo el funcionario amenazado se va por las patas abajo. Extremo que en España es simplemente impensable, porque aquí la lealtad del parlamentario Juan Español, ya sea nacional o autonómico (Joan Català, Joan Valencià, Jon Euskaldarra, Xoan Galego y últimamente, Xuan Asturianu y Huan Andalú) es para con el partido. Y una prueba muy lamentable de esta verdad la tuvimos en Cataluña, cuando Francisco Caja se personó en el Parlament para defender una iniciativa legislativa que cumplía con todos los requisitos legales. De 135 parlamentarios, abandonaron su escaño un centenar cuando él empezó a hablar, además de los que se vieron súbitamente aquejados de una «gripe» que les impidió asistir. Quedó muy clara la «lealtad» de sus señorías.

El candidato John Doe debe superar infinidad de caucus, reuniones informales, visitas, escenas con niño, con abuela, con lágrimas, con café y otras «novatadas» varias, que le ponen en el brete de demostrar sus «reflejos» (las efectivas lágrimas de Billary, por ejemplo, fueron las que prácticamente salvaron su carrera como candidata demócrata y que aún no se sabe si fueron auténticas o falsas). El candidato Juan Español únicamente debe sentir sobre sí el dedazo del jefe. Debe someterse a todas las otras pruebas de público; pero tanto él como sus primos autonómicos, superada la prueba del jefe, ya son candidatos en sentido estricto y el Partido pone a su disposición los medios necesarios para que la carrera del candidato salga adelante.

Verdad es que el P(SOE) intentó las primarias. En el 97, ¿se acuerdan? Después de la dulce derrota que pronosticó Felipe (a quien después se le quedó una cara más fea que la del Fary comiendo limón al ver que sería Aznar y no él quien se sentaría en Moncloa). Salieron dos candidatos: Josep Borrell y Joaquín Almunia. La campaña se hizo muy al american style. Se dejó que las bases votaran, como ocurre en los USA. Salió Borrell. Perfecto. Borrell quedaba declarado candidato urbi et orbe a las próximas elecciones del 2000. Sin embargo, Borrell pinchó en varios debates importantes con Aznar (entre ellos el hoy conocido como debate del estado de la canción) y fue defenestrado y mandado a Europa a una velocidad que ni él mismo se la creía. ¿Qué pasó? Pues que si Borrell era el candidato de la plebe, Almunia lo era del establishment y éste finalmente fue el que «ganó» las primarias, aunque se convirtió al mismo tiempo (y probablemente sin saberlo) en candidato de transición hasta la llegada del bienamado Z.

Volviendo a la realidad, entre los demócratas parece ser Hillary Clinton la vencedora, aunque Obama (que ha intercalado una «c» en su nombre para que suene menos musulmán y más pure American flavor) «sigue vivo». En el bando demócrata no están muy claras las cosas, pero podrían quedar así: Hillary de presidenta y Obama de vicepresidente. Al revés podría ser más peligroso, porque la inexperiencia de Obama es todo un factor en su contra y en cambio Hillary cuenta al menos con la experiencia de su marido, por más que al marido le faltara un quitamanchas en un momento decisivo.

Del lado de los republicanos, por otro lado, parece ser que quien claramente ha ganado es McCain, el de las patatas. Que no se distingue precisamente por su habla pausada y continente. Más bien por lo contrario: incontinencia verbal y verbo inflamado (mira que llamar a Kim Jong Il «pelele con zapatos de plataforma»… Aunque sea verdad. No sé cómo llamaría él a nuestro Z; pero me alegro de no estar en el pellejo de Z para saberlo).

De todos modos, volviendo a echar un vistazo desde la política nacional, cabe resumir esto en pocas palabras: si gana Z nuestras elecciones tribales del 9-M, no importa quién salga vencedor en las elecciones USA. Salga quien salga, estaremos jodidos. Queda una esperanza: que Z haga llegar su apoyo incondicional a… ¿lo adivinan ustedes? Hillary, naturalmente.

(y yo echaré de menos a Condoleezza Rice… ¡qué pedazo de mujer, oiga!)

"One world, one web, one program"

Parece mentira, pero el título de este post es el texto de un anuncio promocional de Microsoft. ¿Es casualidad… o se parece al Ein Volk, Ein Reich, Ein Führer de Adolf Hitler? No hay como andar buscando en la web algo concreto para que te encuentres algo que no buscabas y que puede ser tanto o más interesante que lo que sí estabas buscando. Es el caso de esta página, de un ragazzo llamado Luigi Bocci, el cual, llevado por su inmenso amor a Microsoft, pone de manifiesto los siguientes extremos… (Traducimos libremente porque nuestro conocimiento del italiano no es muy allá que digamos…)


¿Quiénes son verdaderamente Bill Gates y Microsoft?

En Apocalipsis 13, 18, se dice: «¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666».

El nombre completo de Bill Gates es William Henry Gates III. Tomemos el nombre por el que hoy se le conoce (Bill Gates) y añadamos el III (3) por «tercero». Si convertimos las letras a valores ASCII, tenemos lo siguiente:

B I L L

G

A T E S

3

66 73 76 76 71 65 84

69

83

3

La suma de todos los números arroja el curioso resultado de 666

En Daniel 7, 23, se dice: «Y la cuarta Bestia será un reino que habrá en la tierra diferente de todos los reinos. Devorará la tierra, la aplastará y la pulverizará.

La historia contemporánea reconoce tres anticristos: Adolf Hitler, Josef Stalin y el Papa.

… ¿Y si la cuarta bestia fuese Microsoft Corporation, que representa el poder del dinero?

En el Apocalipsis 13, 16 se dice: «Y hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la frente. Y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre».

«¿Windows compatible?»

Cómo ser español (en Cataluña) y no morir en el intento

Español y orgulloso de serlo. Y también catalán y orgulloso de serlo. Sin que ninguna de las dos facetas tenga preeminencia sobre la otra. Así es como me defino. Y apurando un poco, de derechas, ¿pasa algo? En realidad no debería pasar nada, porque estamos en un país «libre», ¿verdad? Bueno, pues sí pasa. Resulta que resido en Cataluña, donde para desgracia de sus ciudadanos gobierna un convoluto (más bien habría que decir «revoluto») izquierdista independentista que lo único que ha hecho es… nada, salvo revolver más las aguas políticas, propias y ajenas.

Al nivel en que yo puedo observar las cosas, realmente me afecta en un aspecto: la prensa. Yo compro La Razón y a veces El Mundo (después de un cierto «giro a la izquierda» para intentar arañar lectores al Pravda, diario «dependiente de Moncloa», dejé de comprarlo y sólo a veces, cuando una información específica me llama la atención, lo adquiero). El caso es que antes, según donde compraba esa prensa, me miraban de través y yo podía leer en los ojos de quien me lo vendía «eres un asqueroso fascista españolista que sólo merece que lo echen de Cataluña». Me convencí de que era mejor comprarlo allá donde atendieran extranjeros, que no sufren tanta visceralidad respecto del tema nacional.

Lo mismo se diga de entrar en el bar. Uno entra en el bar a tomarse un café o unas cervezas y, como es costumbre aquí, raramente el establecimiento tiene El Mundo o (Dios nos libre) La Razón a disposición del cliente. Más normal es encontrarse los diarios de aquí: El Periódico en edición catalana, claro, para garantizarse algún tipo de subvención o que no te visiten los maulets, o komsomoles de pa amb tomàquet; La Vanguardia, para los «indefinidos» y el diario local de turno. Y en no pocos, también el Pravda. El caso es que uno, que es cliente y recalcitrante, entra con La Razón o El Mundo (o los dos) bajo el brazo… y según dónde entra, recibe una mirada como la del quiosquero o quiosquera de turno.

Esto es así desde hace bastantes años. Miente quien diga lo contrario. Quien diga que en Cataluña esto no pasa porque «somos tolerantes» y toda la retahíla de tópicos que se han dicho siempre sobre Cataluña. Que dicho sea de paso, pertenecerán a una Cataluña soñada o deseada, pero no a una Cataluña real. La Cataluña real está inmersa, como el resto de España, en una inmensa operación de ingeniería social. Tal como decía el indecible Arzallus, se prefiere a un negro que hable catalán con exquisito acento ampurdanés que a un catalán que hable castellano, aunque sea con acento de Burgos.

Pero, a ver: ¿por qué tanto énfasis en la lengua? Simple: la lengua es hoy una manera civilizada (los más pedantes lo llamarán «signo de identidad nacional») de distinguir a los «buenos» de los «malos», como en los dos siglos anteriores lo fueron los apellidos y la raza. La prueba de ello es que tenemos un President de raíces andaluzas (ocurrió, pues, lo que profetizaba apocalípticamente Pujol en 1969: que la Gran Cataluña fuera gobernada por un «emigrante») y que no se avergüenza de ello. Conocer la lengua catalana da hoy derechos; y no conocerla priva de ellos, por más que la realidad sea tozuda y mayoritaria en castellano. Pongamos por caso las oposiciones, que es por lo que suspira media juventud española (en puridad, el 60%). Es obligado el conocimiento de la lengua catalana, acreditándolo bien con un diploma de Normalització Lingüística (más bien de «uniformització» lingüística). Que el TC lo haya dado por bueno no justifica las continuas quejas de «persecución del catalán» y de los titulares apocalípticos tales como «el catalán, en peligro de desaparición».

Como sea, atrévase uno en Cataluña a significarse por encima de la masa borrega exigiendo una primera educación en la lengua materna cuando ésta es la castellana. Verá cómo le dicen que «de eso no tenemos». O tenga uno un local abierto al público y atrévase a rotularlo en castellano. Verá cómo recibe una notificación de la Comisaría Política de la Lengua intimándole a cambiar el idioma bajo apercibimiento de multa (o en su defecto la visita de los maulets, que se lo romperán si insiste en defender su derecho). No importa que lo rotule uno en árabe o en ugro-finés, con tal de que no sea en castellano. O, Dios no lo quiera, atrévase a ejercer su libertad de asociación política (art. 7 de la Constitución) afiliándose a un partido «españolista» o, cuando menos, «no independentista». Si insiste en defender públicamente su derecho a tener opinión política distinta de la dominante, verá cómo aparecen pintadas amenazantes en el portal de su casa. Que el cuento de los «chicos de la gasolina» –pobrecitos ellos, tan descerebrados– ya nos lo han antes, oiga.

¿La verdad escuece? Bien. No es de extrañar que el famoso reportaje de Telemadrid –«Castellanohablantes, ciudadanos de segunda» cuya visión recomiendo a quienes sostienen por encima de todo que «en Cataluña no pasa nada»– levantara ampollas aquí. Era curioso ver a Miquel Calzada, más conocido por Mikimoto, afirmar con contundencia «Que se’n vagin» (que se vayan), en referencia a los que protestan por el statu quo educativo catalán. No menos curioso era ver al impresentable Joel Joan decir «Què collons els importa a Madrid el que fem aquí?» (¿Qué cojones les importa en Madrid lo que hacemos aquí?). Con la circunstancia de que ese actor ha trabajado en Madrit (según él, el extranjero) y le han pagado con dinero español (qué asco)… Y no menos chocante resulta ver a un alto cargo de la Conselleria d’Ensenyament asegurando con una sonrisa beatífica que «aquí no pasa nada (segadors, no esmoleu l’eina que podríem prendre mal… en general…)».

Es peligroso definirse públicamente como «español» en Cataluña. No importa si también te defines como catalán. Sigues siendo un traidor. De todos modos, seguimos intentándolo, faltaría más.

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