Pues va a ser que las palabras de Juantxo fueron proféticas. Hace unos días, apareció en Barcelona el nombre de José Domingo, diputado de Ciutadans en una diana y una bandera independentista a modo de firma. No han pasado ni treinta años y el problema ya está llamando a la puerta. Sabido es que Terra Lliure, por mor de las Olimpiadas, acabó en brazos de ERC, un partido “democrático”, gracias a los buenos oficios de Àngel Colom (que, andando el tiempo, acabaría en brazos de CiU que, agradecida, le nombró cónsul honorario de CiU en… Marruecos).
Pero hay que tener en cuenta otro factor. Tras veinticinco años de adoctrinamiento (que no educación) nacionalista, los jóvenes que “dan el paso” de integrarse en el independentismo ya saben de sobra que Cataluña “tiene un enemigo”, que no es otro que el “Estado español”, o sea, la “puta España” que decía el camarada Rubianes (malo cuando para tener público o audiencia necesitas cagarte en la madre que te parió). Y que ser “español” y “catalán” no es compatible. Y que quien trate de ostentar las dos condiciones a un tiempo no es más que un traidor que debe ser borrado de la faz de la tierra.
Parece que el pujolismo, es decir, el nacionalismo rentable, moderadamente reivindicativo y altamente quejumbroso, está liquidado. Ahora lo que se lleva es la presión. Pero no solamente la presión de la olla exprés, que sería el caso de la presión ejercida sobre “Madrid”. Es la presión interna ejercida sobre los disidentes, los que no tragan, los que se atreven incluso a formar un partido político más allá de los despachos universitarios. Desde el olvido, el desprecio y la burla de los plumillas lameculos del Govern hasta las intimidaciones alevosas de mozalbetes descerebrados (pero no desorganizados: todo eso está cuidadosamente orquestado, como los amotinamientos patrióticos del Sarre de 1935, cuidadosamente organizados por la Gestapo): todo eso vale con tal de fulminar al enemigo.
Ahora bien. Lo verdaderamente grave del asunto no es tanto que el nombre de ese diputado aparezca en una pintada de esas características. Lo verdaderamente grave es que ocurra como en Euskadi: que un mozalbete independentista realice una pintada de este tipo contra una persona “desafecta” y que no pase nada. Que le quemen la librería a una persona “desafecta” y no pase nada. Que le peguen una paliza a una persona “desafecta” (como sí sería el caso aquí de Francisco Caja) y no pase nada.
Acabo de recordar un capítulo del libro “El bucle melancólico”, de Jon Juaristi, que trata del paso de los jóvenes de las Juventudes Vascas (Eusko Gazteriak) a otra cosa distinta, llamada ETA. ¿Se estará dando el mismo proceso en Cataluña, ahora que el independentismo tiene parcelas de poder (tan importantes como la de Educación: moldeando ideológicamente la juventud a su gusto)?
Tenías razón, Juantxo. Y no han pasado ni siquiera treinta años. A los que no somos de la cuerda nos van a quedar tres salidas: o entregarnos como borregos, o irnos, o defendernos con uñas y dientes, ya que el Govern no lo hace por nosotros.
P.D.- Acabo de encontrar esto en el diccionario de la RAE. Es lo que tiene ser charnego e independentista…
maula.
(De maular).
1. adj. Arg., Bol., Perú y Ur. Cobarde, despreciable. U. t. c. s.
2. f. Cosa inútil y despreciable.
3. f. Engaño o artificio encubierto.
4. f. p. us. Pedazo de tela, piel o chapa que se vende como saldo o resto de mercancías.
5. f. ant. Propina o agasajo que se daba a los criados ajenos.
6. com. coloq. Persona tramposa o mala pagadora.
7. com. coloq. Persona perezosa y mala cumplidora de sus obligaciones.
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