Francia ha votado por un proyecto sólido, que devuelva a Francia a sus dimensiones reales. Ni tan pequeño que no haya que reconocer su influencia en la política mundial, pero tampoco tan grande que a los demás nos atufe la insoportable grandeur francesa, que ha sido la norma desde De Gaulle. El socialismo ha sido derrotado. En la teoría y en la práctica, desde 1989. Con la caída del muro de Berlín. La vieja Europa se halla ahora en la búsqueda de una identidad y una Francia fuerte y generosa puede ayudar enormemente a ello.
Los españoles de bien no olvidamos la aportación de Sarkozy cuando era Ministro del Interior a la lucha contra ETA. Gracias a su colaboración con los homólogos españoles ETA estuvo contra las cuerdas, hasta que llegó el masón Zapo. Esperamos que cuando Rajoy llegue a Moncloa se produzca el mismo fenómeno de colaboración y así quede otra vez ETA contra las cuerdas y el PNV, su ínclito protector, sin más excusas para protegerla.
No sorprende la reacción de los violentos del PSF. Pierden las elecciones y no se les ocurre otra cosa mejor que organizar una kale borroka para protestar y no aceptar los designios de la mayoría de los franceses. No sería nada de extrañar que algo así ocurra cuando Rajoy llegue a la Moncloa. Para entonces, espero que Rajoy haya aprendido la lección de Aznar y «no pase página».