Hace ya bastantes días que estoy dándole vueltas a una cuestión, que es posiblemente la que más preocupa a la población activa. Me refiero al paro y cómo es tratado éste en las noticias.El tratamiento de esta noticia, a los que ya tengamos una cierta edad, empieza a recordar y mucho a cómo trataban el tema de las huelgas los medios de comunicación en el tardofranquismo. El eufemismo estaba a la orden del día. Nunca se decía «huelga», sino conflicto colectivo, que sonaba mucho más aséptico y podría hasta referirse a una batalla campal entre seguidores de dos equipos de fúrbo (sepan ustedes que el fúrbo ya era fúrbo antes de que llegara la pesoe y nos presentase el fúrbo como una de las maravillas del generoso Estado socialista).
Claro que los medios de comunicación tardofranquistas, dirigidos entonces por Cebrianito de la Puebla, no conocían el típex, gran invento de la modernidad, usado con harta frecuencia por Corbacho. Por eso, aunque saliese un locutor con la voz cremosa hablando de los famosos «conflictos colectivos», todo el mundo interpretábamos que había habido una huelga (o conato de ella) y, además, follón con los grises (ésa fue la buena época de los mal llamados sindicatos más representativos).
Pero no quiero irme por las ramas, que me desvío. Verán ustedes que se habla como una «catástrofe» del paro juvenil, de ése que anda entre los 18 y los 25 años. Se dan porcentajes, estadísticas… qué sé yo. Luego analiza uno la cuestión y resulta que en no pequeña medida son integrantes de la Generación Ni-Ni, residentes perpetuos del Hotel Mamá y además, educacionalmente mal equipados. Cosas de las leyes educativas socialistas (tanto la LOGSE como la LOE), que han desterrado la excelencia y el esfuerzo individual como criterios seleccionadores. Leyes que convierten a los niños en seres esclavos a gusto y además, sin capacidad de adaptación ni crecimiento alguno, candidatos a ser pastoreados por Papá Estado.
Y en todo este maremágnum de informaciones a veces semiútiles y a veces inútiles del todo, ¿no encuentran ustedes que falta algo? Por supuesto: el sector de personas entre 40 y 50 años (más o menos). Es el sector en el que más se destruye empleo. Es decir: las empresas prescinden de sus empleados más capacitados y experimentados, los cuales, una vez despedidos por las buenas o por las malas, encuentran bien difícil volver a colocarse, porque al sobrepasar determinada edad, ya son viejos para empezar en otro trabajo.
Pero no solamente eso. Estas personas, creídas de haber llegado a un punto de estabilidad en su vida, formaron una familia (objetivo a batir porque ésta se coloca casi siempre frente al Estado), a la cual nacieron unos hijos. Y se ataron al cuello una piedra llamada hipoteca para poder tener un techo donde cobijarse. Todo eso hace que este tipo de empleados, además, sea más problemático a la hora de aceptar que el Consejo de Administración se suba el sueldo o que haya recortes de cualquier tipo en la empresa. Luchan, y con toda la razón, por poder dar de comer a sus familias.
Por eso las empresas prefieren a jóvenes, preferentemente huéspedes del Hotel Mamá y sin cargas ni responsabilidades de ningún tipo. No quieren pagar trienios ni complementos específicos. Con la excusa de que «ya no dan el perfil», los sustituyen por mano de obra que cumpla dos condiciones: disposición a cobrar poco y a hacer más horas que un reloj.
Véanlo ustedes mismos:
En fin. Lo de siempre: los más desprotegidos, los que más lo necesitan. Y los nacionales a los que papá Estado debería cuidar en primer lugar más bien parecemos sus hijos bastardos.