Estoy muy enfadado con un artículo del señor Oscar Elía en la Gaceta de ayer 22 de febrero. Dice el señor Elía (negrita nuestra):
Cuando un Ejército deja de cumplir su papel de defender a la nación frente a sus enemigos, se dobla sobre sí mismo y participa indignamente, con la ventaja y el privilegio de las armas, en política interior. Es lo que ha ocurrido periódicamente con el Ejército español en los últimos dos siglos. El franquismo fue el episodio más claro y agudo; el 23-F, el último y más tragicómico. De este, el Ejército salió democráticamente deslegitimado y fue a peor, no sin merecerlo: unos socialistas que nunca se han fiado y siempre lo han despreciado.
Créame, señor Elía: el Ejército no se ha merecido el trato que le han dispensado estos últimos 30 años, ni por parte de los políticos, que lo han ido desmantelando poco a poco, ni por parte de alguna prensa, siempre feroz contra un enemigo que no se podía defender porque expresar la opinión era exponerse a una sanción disciplinaria (también porque sus jefes consideraron más oportuno buscar la sombra del árbol político, alargada y con muchas ramas).
Señor Elía, usted no puede decir ni dar a entender que las Fuerzas Armadas «apoyaban» la asonada, porque eso es faltar a la verdad. Por supuesto que había quien la apoyaba; pero eran los cuatro gatos que esperaban sacar ventaja de la situación que se podía llegar a crear. El resto de las Fuerzas Armadas, en bloque, estuvo del lado de la Constitución. De otra forma, si las Fuerzas Armadas hubiesen apoyado el golpe, éste hubiera triunfado.
Señor Elía, sepa usted que quienes han regido los destinos de las Fuerzas Armadas únicamente han pensado en sí mismos y en la casta a la que pertenecen. No les interesan unas FF.AA. bien preparadas para cumplir la misión que la Constitución les encomienda (como tampoco le interesa al Dalai Carod, que ha fijado la fecha de la «independencia catalana» para el 2014, nada menos). Han buscado la adhesión inquebrantable de sus subordinados directos, que ha devenido en una deslealtad hacia la Nación española, pues enemigo de la Nación española es quien desmantela la estructura específicamente destinada a defenderla de cualquier agresión. Y quien obedece al que ordena tal desmantelamiento no puede ser considerado fiel servidor de la Nación española.
No quieren que se repita un 23-F o un 18 de julio. Muy bien. Pero lo han hecho a expensas de las necesidades de protección de la nación. No querían que nadie les pudiese pegar una patada en el culo caso de que las cosas se volviesen a poner como entonces (vamos camino de ello). Pero, señor Elía, no diga que no comprende a los militares cuando ETA mataba a cuatro o cinco militares todos los meses («asesinatos selectivos», según la jerga consagrada) y Suárez únicamente asistía a los entierros al atardecer, casi a escondidas, poniendo cara de palo y pidiendo «serenidad y firmeza». Nadie defendía a los militares entonces; nadie lo hace ahora. E incluso digo más: algunos siguen azuzando la inquina antimilitarista sin percatarse, en su estúpido odio, de que tiran piedras a su propio tejado.
Señor Elía, por favor: no diga que los militares «se merecían» esto. Precisamente por la dignidad de las Fuerzas Armadas.
Todos los días entra un tonto por la puerta de Toledo (By Cesar Vidal).
Pues eso…
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Y es más: algunos quieren convertir al Ejército en el que «se ve» en Soldadito español y convencernos de que sigue siendo un «nido de fachas». De ahí las palabras de la Chacona recordando a Azaña…
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Sr. Aguador,
Muy bien dicho ! Totalmente de acuerdo. No sé quien es Óscar Elía, pero parece un garbanzo negro en La Gaceta. Ya ni de la Gaceta se puede uno fiar.
Saludos
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Sr. Filósofo:
En los tiempos que corren, al 100% de ninguno. Hay que ser siempre crítico y deslindar lo que vale la pena de lo que no la vale.
Saludos.
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Perdón por el off-topic, pero, ¿qué ha sucedido con la Plataforma de las Clases Medias? He visto tu banner y ahora recuerdo que desapareció ese blog hace un tiempo.
Saludos!
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Pues no lo sé, Mike. Me parece que se han refundado o refundido con otro blog a cuenta del nuevo partido que querían formar, Regeneración Ya, creo. Lo más probable es que quite mi banner, aunque no sé si pondré el nuevo o qué, porque el exabrupto de De Diego cuando la manifa del día 5 me dejó un tanto descolocado… :S
Saludos.
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Sí. Ahí estuvo bastante fuera de lugar De Diego. Yo también estoy pensando si poner el nuevo o no.
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Tal vez el tal Elía erró en el disparo (no lo sé, insisto en que es una suposición) pero a lo mejor, queriendo referirse a esa parte del ejército que se ha vinculado a la progresía (y alguna de la época que ya estaba vinculada) al final acabó por darle un palo al ejército al completo.
Pero insisto, en una interpretación.
Saludos.
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No te diré que no. Pero lo leo y releo… y todavía estoy dudando de si ese señor realmente piensa eso, o fue el becario de turno que inadvertida o intencionadamente deslizó ese no con el cual el artículo apalea al Ejército al completo, como tú bien señalas.
Saludos.
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«Hay que ser siempre crítico y deslindar lo que vale la pena de lo que no la vale.»
Amén.
«Ni son todos los que estan, ni están todos los que son».
Generalizar es el hatajo de los que no gustan pensar. Ni siquiera piensan en lo injusto de aglutinar a todos, en el cesto podrido de unos pocos. Y si además de hacerlo lo piensan, pues mucho peor. No tengo la menor duda de que entre los que nutren las FF.AA o cualquier otro colectivo oficial o civil, siempre habrá un puñado de rufianes dispuesto a rebajar la media general, pero los paganos de personas con las que nos debemos intercambios en servicios y lealtades, tenemos el deber de conocernos y reconocernos cada cual en sus méritos y medidas, con la debida mesura y justicia según los mismos, sin quitar ni poner.
Juzgar a las FF.AA, generalizando en ellos la actitud de un puñado de impresentables, es tan vil como juzgar a la Iglesia generalizándola con un puñado de pederastas. Todos tenemos defectos, pero es malicioso que solo se nos juzgue por ellos, obviando las posibles virtudes que nos puedan habilitar o dignificar.
Otra cosa es hacer denuncia o crítica tanto al alza como a la baja, sobre actitudes puntuales o concretas, que deben ser planteadas para incentivar el interés o aptitud hacia mejorar la eficacia de todo servicio público.
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