Habemus barbam


Este post es de algún modo la réplica al desesperanzado post que escribíamos hace 4 años, cuando el PSOE iniciaba su segunda legislatura en plan «todos contra el PP».La buena noticia, en todo caso, es que terminó ya el coñazo electoral. Cuatro meses de campaña, de intensidad variable, cuyo resultado ha sido la victoria de Rajoy después de dos derrotas consecutivas. Los españoles nos sometemos de grado o por fuerza al ritual electoral, porque es lo que muchos dicen, con mentalidad de oveja: «Si no cumplimos el ritual, ¿qué nos queda? ¿Volver a los palos?».

Y entre barbas andaba el juego: Barbacalva y Barbapelúa. La gran mayoría ha preferido a Barbapelúa porque a Barbacalva le sientan mal los focos, es más de tejer telarañas lejos de la vista de los seres vivos y su jefe hasta anteayer ostenta el dudoso honor de ser el peor gobernante de España (por cierto: where in the world is ZP? Porque no apareció ni para felicitar al ganador, que se supone gesto de cortesía). La estrategia de Barbapelúa, por otro lado, ha sido sentarse a esperar, confiando en que la mayoría de los españoles recordaría las pifias (desde las tonterías hasta las agresiones de todas clases) del Gobierno en pleno, como así ha sido.

Los tamagotchis del PP han machacado una y otra vez las consignas y han exigido casi una fe absoluta en su Líder Bienamado, Mariano Rajoy. Ya comentamos alguna otra vez que a nuestros políticos les encanta esa clase de devoción, porque les asegura un juicio basado en intenciones, que no en hechos. Lo fundamental era «votar al PP para echar al PSOE». Preguntar «Bueno, ¿y qué trae el PP en las alforjas?» era exponerse a leer (u oír): «Tú eres de los hotros», «No tienes derecho a desanimar a la gente» y otras lindezas.

Hablando de alforjas. En todo este tiempo, Mariano nos ha hablado de «lo que interesha a todosh losh eshpañolesh», a saber, la economía. O «los garbanzos», que hubiera dicho Fraga. Pero conviene no olvidar un detalle importante: que estamos en el punto de mira de Europa. Y que si no nos han intervenido de iure, como a Grecia, donde se forma un gobierno de Papas (por lo menos, abandonado por un Papandreou y presidido por un Papademos) o a Italia, donde han descabalgado a la fuerza a Il Cavaliere (jawohl, Frau Merkel! y taconazo) es por dos razones:

  1. Porque ya se había abierto el proceso electoral y no era cosa de violentarlo aplicando el dedazo cuando ganar a través de unas elecciones es mucho más «elegante» (aunque el resultado no pudiera ser otro distinto del que ha sido).
  2. Porque Mariano habrá jurado prometido cumplir a rajatabla las exigencias alemanas (lo que no ha hecho ZP). Exigencias que, cabe sospechar, por lo menos forman el 50% del programa económico del PP.

Sin embargo, es sabido que gobernar no es exclusivamente manejar dinero. Bien está que atendamos la hacienda (no solamente reduciendo gastos, que es buena cosa). Bien está que pensemos en el paro juvenil (a los que estamos en la edad media y empezamos a ser un poco mayores para que nos contraten, que nos f… un pez). No sé si las Constituciones de Anderson o los libracos de Albert Pike lo traen; pero alguien tendría que recordar a Mariano estas palabras: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt. 4,3-4).

¿Y lo demás? Se lo digo yo a ustedes en tres palabras: No lo sé. En su afán de no dejarse pillar por las palabras, Mariano no ha concretado nada en otros asuntos que también nos interesan a los españoles (mal que a él le pese). Por citar algunos: no sabemos si derogará la Ley del Aborto. No sabemos si intentará recuperar la cohesión nacional necesaria para llevar adelante proyectos de envergadura, que España necesita como agua de mayo. No sabemos si derogará la horrenda EpC y reformará el sistema educativo de arriba a abajo (para lo que además tiene que contar con la colaboración de las CC.AA., pues se trata de una competencia transferida a muchas de ellas). No sabemos si dotará a la Justicia de los medios humanos y materiales que ésta necesita, pues el atasco es monumental. Atasco que trae además su causa de la desorganización inherente a la «Nueva Oficina Judicial» y al intento (algunas veces logrado) de los políticos de practicar el doggy style con la señorita de la venda, la espada y la balanza. Ni siquiera sabemos si impulsará la investigación de la verdad de lo que ocurrió en el 11-M o le pondrá las mismas trabas que el PSOE.

Una cosa sí sé: que si Mariano mantiene la ingeniería social iniciada con ZP, no habremos ganado absolutamente nada.

Gotas que me vais dejando...

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