Paella a la carta de ajuste



«¡Me desenfoco de dolor! ¡Me quedo para carta de ajuste!»

(Maese Cámara, de Los Electroduendes)

Pues nada, señores. Esto ya es una realidad, salvo los trámites administrativos que haya que realizar. Se cierra la TV autonómica de la Comunidad Valenciana. Lo anunciaba hoy Alberto Fabra, su presidente, sin paños calientes ni vaselina. «No hay dinero», ha dicho con voz campanuda. Y ha apelado a dos de las joyas de la corona del Estado del Bienestar para justificar el cierre: la Sanidad y la Educación. Y como es el primero en hacerlo, le han caído todos los rayos, truenos, sapos y culebras habidos y por haber. No obstante y como he dicho alguna vez, vayamos por partes, que dijera Jack el Destripador. Consideremos así este tema como una paella mixta: arroz, carne, marisco, langosta y algún que otro cacho de merluza.

De entrada, sorprende un poco que el presidente se quedara simplemente en el hecho: «No hay dinero». Sin más. Los ciudadanos valencianos, que han sido los paganos de la fiesta, no tienen derecho a saber por qué no hay dinero. Ahhh, el por qué, esa pregunta tan peligrosa, como decía Ray Bradbury en su Fahrenheit 451 (que debería ser lectura obligatoria en todas las asignaturas que tengan que ver con las Humanidades). Sospechan, porque no es la primera vez que ocurre, que en la TV valenciana ha habido muchos años de vino y rosas. Directivos con sueldos imposibles, plantillas sobredimensionadas para las necesidades reales y, sobre todo, falta absoluta de control. Fabra no ha dicho –debería– cuándo fue la última vez que se auditaron las cuentas de esa empresa pública. La LCSP establece unos controles bastante severos… que por lo visto en la capital del Turia se pasaron por el arco de triunfo. Y mientras tanto, vengan días y vengan ollas. ¿Por qué? Seguro que les suena. Porque como se trata de televisión pública (la kalidá es materia opinable), está sostenida con dinero público, el cual ostenta, para algunos, estas dos cualidades:

a) No es de nadie (lo dijo la ínclita Carmencita Calvo, pero parece que otros le han tomado la palabra).

b) No se acaba nunca. Es decir, «siempre que se cobren impuestos –pensarían algunos–, habrá una partida para nosotros».

Al parecer, durante los años de Camps nadie vigiló la marcha económica de la empresa. El champán corría a raudales y la fiesta era continua. Nadie, al parecer, se preocupó de que la actividad económica cuadrara con los números. Un servidor de ustedes no sabe cómo se puede medir la rentabilidad de una cadena de televisión o cómo hay que administrarla para que dé beneficios; pero seguro que los que sí sabían, «ni estaban ni se les esperaba». O tal vez es que ya se asumió desde el principio que era una actividad económicamente deficitaria, «compensada por su cualidad de servicio público» (esa cualidad es la que hace que una actividad económica deficitaria se mantenga a toda costa en un presunto Estado del Bienestar). El asunto se podría resumir en que se gastaba más de lo que se ingresaba. Con lo cual, la paella se ha quedado finalmente sin carne.

Desde la Generalitat valenciana se intentó la solución menos mala, a saber: despedir al 75% de la plantilla para poder seguir manteniendo el servicio. Solución que atacaba uno de los factores que mencionábamos al principio (sobredimensionamiento de plantilla), pero que hace pocos días fue tumbada por el TSJV, debido, al parecer, a un «mal planteamiento» del ERE. Así las cosas y con una agujero de 1.400 millones, la Generalitat decide que la readmisión de los trabajadores supondría retomar el incremento de la deuda. Fabra ha cortado por lo sano y ha cerrado la barraca.

En esta paella mixta hemos encontrado la carne. Vamos ahora por el marisco, que ya se imaginarán ustedes de quién se trata. Lo han adivinado ustedes: los sindicatos. Sindicatos que ahora parecen mover mucho el rabo, que protestan contra el cierre de la televisión… pero a los que nunca hemos oído protestar contra la mala gestión de la cadena en defensa de los intereses de los trabajadores. Y que seguramente se llevarían su mordida del 1% por la negociación del ERE. Y uno, nuevamente, vuelve a sospechar: ¿estarían también en la pomada, como lo estaba el ínclito sindibanquero José Ricardo Martínez en Bankia? ¿Habrían llegado los sindicatos y la empresa a un pacto de no agresión sindical a cambio de determinadas prebendas, gavelas y canonjías? Si fuera así, eso explicaría que mientras duraron los años de vino y rosas nadie que conociera el percal levantara la voz. Al igual que en Bankia… y en la CAM también.

Sorprendentes también –desde este lado del Ebro– las declaraciones de una trabajadora (o sindicalista, no me queda muy claro), apoyando la continuidad de la TVV porque (no cito literalmente) «siempre hemos defendido la lengua y la cultura valencianas». Esto podríamos oírlo también aquí, si se planteara el cierre de TV3.

Finalmente, vamos a por el trozo de merluza. O de merluzo, que ha resultado ser Ignacio Fernández Toxo. El sindicalista vertical de izquierdas ha declarado lo siguiente:

«Es un atropello de lesa democracia lo que está ocurriendo en Valencia» ha dicho Toxo al tiempo que ha recordado que «primero se vacía de contenidos la televisión pública y después se toman decisiones drásticas que afectan a la vida de las personas y a la calidad de la democracia»

Mellor tés a boca pechada, Nachiño. Con la porquería que están sacando de los tuyos en Andalucía, es simplemente una burla que hables de «atropellos de lesa democracia» y que simules interés por la «calidad de la democracia». Pero lo más divertido es que encima o sindicalista dos collons apunta a… Telemadrid. Una televisión que ha sufrido los sabotajes más salvajes por la chusma sindical, pero que ahora parece que van a rezar a San Marx o San Lenin para que Ignacio González no la cierre, a pesar de que también es deficitaria y que también ha habido años de vino y rosas, según cuentan algunos que saben. ¿Será que saben que si se cierra Telemadrid se les acaba el momio televisivo en la CAM?

Otra pregunta que se me ocurre: ¿en qué medios audiovisuales que hablen de su comunidad se informarán ahora los valencianos? ¿Presionará más la TV3 ahora para implantarse de forma definitiva en aquellas tierras, reforzando la idea del lebensraum nacional… de Salses a Guardamaaaaaaaar!»), ahora que ya no tiene competencia y que además ya han dicho que ellos no pondrán la cuchilla a la CCRTV porque «es un valiosísimo instrumento para la construcció nacional»? Lo veremos en las próximas semanas?

Todo ello nos llevaría a una reflexión sobre el papel de las televisiones autonómicas (y locales) y su función, que quizá tratemos en una próxima entrada. Pero déjenme finalizar con dos mini-reflexiones. La primera, que podría llegar a entender una especie de cierre temporal de la RTVV, hasta tanto no se liquide la deuda, y que una vez liquidada esa deuda, se volviera a poner en pie la RTVV, pero dimensionada para las necesidades reales de la Comunidad Autónoma y con un control férreo de todo lo que se gana y se gasta. Y la segunda, que habiéndose demostrado que Camps ha sido un pésimo gestor de la cosa pública (porque el marrón que se está comiendo Fabra se lo legó Camps envuelto en papel de celofán), es lamentable que la oposición tratara de empapelarlo únicamente por tres tristes trajes. Lástima que la administración desleal no se aplique a los políticos y baste con su «asunción de responsabilidad política».

Gotas que me vais dejando...

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