Menudo maremoto que ha asolado las Batuecas en estos últimos cuatro días. Sepan ustedes que España está sumida en una crisis del ébola de mil pares de narices y que lo peor es que estamos envueltos en una luz de gas de la que todavía parece que no hay forma de salir. Ni siquiera sé si yendo por partes podríamos aclararnos algo. Pero lo vamos a intentar.
El asunto no empezó ahora, por supuesto. Viene ya del verano, de cuando se repatrió al misionero y médico: recalquémoslo, puesto que los medios no se han dado mucha maña en recordarlo padre Miguel Pajares, de la orden de los HH. Hospitalarios. Recordemos que tanto el traslado del enfermo como su tratamiento aquí, dentro de nuestras posibilidades, fue perfecto. Tan perfecto que hasta los Estados Unidos nos consultaron cómo lo habíamos hecho. Recordemos también que los laicistas y otras hierbas, capitaneados por el burro de Llamazares criptoislamista probablemente salieron en tromba protestando porque se traía a España con cargo a presupuestos generales a un «sacerdote católico» infectado de ébola. Claro: era mejor dejarle morir como un perro allí. Como la jugada no le salió bien porque el protocolo se cumplió a rajatabla y nadie resultó contagiado, todos nos dimos cuenta de la solidaridad que gasta el burro de Llamazares con perdón sea dicho de esos nobles animalesy éste se la tuvo que envainar.
Pero, ¡ay! La voluble diosa Fortuna concedió una segunda oportunidad para liarla. Y esta vez la aprovecharon mejor, qué duda cabe. Esta vez sí se ha conseguido crear un caos de mil pares de narices («cuanto peor, mejor», decía Lenin). Aprovechando que del ébola no se sabe prácticamente nada a nivel popular, salvo que es una enfermedad muy agresiva y que puede apañarte en 48 horas, el caos y la histeria se han enseñoreado de las Batuecas de una forma total y absoluta. Quizá la mejor forma de abordar el asunto sea a través de sus personajes.
Protagonistas principales
Empecemos por el fallecido, el padre Manuel García Viejo. Como en el caso del padre Pajares, también médico. Y para que se enteren de una vez algunos, protegido por el Estatuto del Cooperante establecido por Real Decreto 519/2006, de 28 de mayo. En el artículo 10.1.e, in fine, que da la impresión que nadie se ha molestado en leer, dice lo siguiente en materia de derechos del cooperante:
Una atención médica y hospitalaria similar a la cobertura a que se tiene derecho en España, por cualquier contingencia acaecida en el país de destino, incluyendo las revisiones periódicas generales y ginecológicas, embarazo, parto, maternidad, y las derivadas de cualquier enfermedad o accidente; así como el gasto farmacéutico ocasionado y la medicina preventiva que requieren determinadas enfermedades, epidemias o pandemias existentes en los países de destino. La atención psicológica o psiquiátrica por sufrir angustia, estrés post traumático o cualquier otro trastorno de índole similar durante o al finalizar su labor. Revisión médico-sanitaria específica a su regreso a España. La repatriación en caso de accidente, enfermedad grave, fallecimiento, catástrofe o conflicto bélico en el país o territorio de destino.
Establecido el derecho del padre García Viejo a volver a España contra el sentir de algunos, vamos a por el siguiente personaje: la auxiliar de enfermería (o enfermera, que no me ha quedado muy claro) Teresa Romero. Aquí la cosa empieza a ponerse espesa. Si hay que hacer caso a lo que a día de hoy uno sabe con certeza, esta señora se contagió sin saberlo, de manera que hay ahí una quiebra del protocolo. Sin embargo, no hay forma de saber cómo pudo ocurrir tal cosa. La cama del paciente estaba permanentemente enfocada por una cámara, al efecto de asegurar que todo lo que se hacía en la habitación era conforme al protocolo. No obstante, no hay información disponible sobre el momento en que el cadáver es retirado de la habitación: curiosamente, la cámara se estropeó y si había algo grabado, ha desaparecido. Más o menos como ha ocurrido en algunos Juzgados que llevan casos sensibles.
Ítem más: al parecer, esta señora no comunicó con la debida celeridad los cambios en su estado psicofísico. Es decir: ya contagiada, aunque sin saberlo, se va a la esteticista a hacerse las piernas. Y cuando ya por fin lo comunica, le dicen que «no es nada, vete a casa», teniendo en cuenta el dato único de que la fiebre no rebasaba los 38,6º C. En ese espacio de tiempo (desde que sale del hospital hasta que vuelve para comunicar esos cambios), a saber con cuántas personas ha podido estar en contacto. Con lo cual, no sólo hablamos de quiebra de protocolo, sino también de quiebra de la llamada cadena de aislamiento, con el consiguiente peligro para la salud pública. Con el agravante de que ya había colaborado en otros dos casos anteriores de ébola. Es decir, que conocía el protocolo.
1-Comprendo perfectamente la política de «las oportunidades». Es como en la caza. Un cazador agazapado a la espera de presa. La presa aparece, pero el torpe cazador falla el tiro. O al contrario, el torpe cazador acierta de lleno por que pilla a una presa tan torpe como él. Lo de IU y otras hierbas es de traca.
2-Mi mas absoluta solidaridad con la enferma de ébola Teresa. Bastante tiene para ella independientemente de que ella misma se haya contagiado, fallasen los protocolos o pasase lo que pasase.
3-Mi mas absuluta indignación con los dirigentes de la Comunidad de Madrid, en general, y con el Consejero de Sanidad y su jefe, que no lo ha cesado. Otra que tal baila es nuestra Ministra de Sanidad.
Esta mañana escuché en la radio una frase curiosa. «¿Para que queremos ministra de sanidad teniendo vicepresidenta del gobierno?».
Algunas presas se lo ponen muy fácil a los cazadores. Sobre todo cuando los tiros vienen por la izquierda.
Saludos
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1-Comprendo perfectamente la política de «las oportunidades». Es como en la caza. Un cazador agazapado a la espera de presa. La presa aparece, pero el torpe cazador falla el tiro. O al contrario, el torpe cazador acierta de lleno por que pilla a una presa tan torpe como él. Lo de IU y otras hierbas es de traca.
2-Mi mas absoluta solidaridad con la enferma de ébola Teresa. Bastante tiene para ella independientemente de que ella misma se haya contagiado, fallasen los protocolos o pasase lo que pasase.
3-Mi mas absuluta indignación con los dirigentes de la Comunidad de Madrid, en general, y con el Consejero de Sanidad y su jefe, el presidente de la Comunidad, que no lo ha cesado. Otra que tal baila es nuestra Ministra de Sanidad.
Esta mañana escuché en la radio una frase curiosa. «¿Para que queremos ministra de sanidad teniendo vicepresidenta del gobierno?».
Algunas presas se lo ponen muy fácil a los cazadores. Sobre todo cuando los tiros vienen por la izquierda.
Saludos
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