Der Fall Rato, no obstante, presenta una peculiaridad: el fuego amigo. Aparentemente, no es la oposición quien dispara, ni el famoso contubernio judeomasónico internacional. Han sido sus propios correligionarios quienes han ido a por él. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y lo que les decía en la entrada anterior acerca de la política y las casualidades, es curioso que la defenestración y martirio televisados de Rodrigo Rato coincidan en el tiempo con las filtraciones relativas a la muy irregular situación de Montoro en relación al equipo económico habitual.
Lo peor, como siempre en estos casos, es observar el espectáculo. En otras circunstancias hasta podría ser divertido traerse la silla y las palomitas, sentándose a ver cómo se apuñalan entre Génova y Moncloa. Pero ni siquiera tiene gracia. No sólo porque hablamos de un partido que está todavía en el gobierno y tiene mayores problemas que el de que sus primeros espadas anden apuñalándose en previsión de la debacle que van a sufrir en mayo y en noviembre. También, porque recuerda a historia conocida: la de la UCD, aunque con una diferencia. La UCD se fue al carajo porque se dividió estando en el poder. Por el contrario, el PP se irá al carajo estando en el poder pero en bloque, all’zugleich. No sé si ha sonado la hora del sálvese quien pueda; pero de ser así, todos aquellos que tengan algún carguito en el organigrama del partido deberán empezar buscando acomodo en latitudes políticas menos inhóspitas si es que quieren seguir en eso de la política. Deberán aceptar empezar desde abajo, como uno más. Y si no, retomar con renovados bríos el gabinete psicológico o el bufete jurídico o abandonar la situación de excedencia voluntaria. Y esperar que la gente olvide —cosa difícil, por otra parte—, que alguna vez fueron alguien en un partido llamado «PP».
A todos ellos les habrá llegado la hora de admitir que buena parte de los ocupantes de la planta noble de Génova, 13 no se van a ocupar de otra cosa que no sean sus posaderas. Y que ni Partido, ni colores, ni nada de nada. Cada palo que aguante su vela. A fin de cuentas, Mariano ya tiene solucionada su papeleta: puede volver a su Oficina de Registro de Santa Pola, Alicante, cuya circunscripción territorial fue ampliada gracias a un favorcito de Gallardón. Soraya es abogada del Estado, al igual que MariCospe; tampoco ellas tendrán problema en obtener un destino bien remunerado, con los aditamentos de haber pasado por la política, pues ser de la casta es lo que tiene. Y así podríamos ir repasando la lista y viendo que, en realidad, ninguno de ellos dejará de estar bien colocado, ya sea a través de las puertas giratorias de la política que conducen a los consejos de administración de las grandes empresas, ya sea en el frondoso árbol de la Administración.
Los que van a quedar más desamparados, si es que se puede hablar así, son aquellos militantes de base y aquellos votantes que todavía conservaban la fe del carbonerito en las bondades de Mariano por el miedo atroz y bien administrado por Génova, 13 a Pablemos. Sí, aquellos que decían que «había que votar al PP porque no votarlo era hacer el juego a la izquierda» y que poco menos que consideraban traidor de lesa patria a quien no pensara igual. Pero estas personas les importan poco a los gerifaltes del partido. Como en los momentos finales de las dictaduras, lo que les importa es salvarse ellos y al resto que le den.
Al final, como les digo a ustedes, todo resulta muy lamentable. Todo porque en ese congreso búlgaro de Valencia se entronizó al zar Boris Marianevich y se cerró el paso a Esperanza Aguirre, que en opinión de algunos (un servidor incluido) era una mejor opción para los destinos del Partido y de España, dentro de lo que por entonces se podía escoger en el PP. Algo que es bueno recordar hoy, cuando desde Génova, 13, se burlan de las purgas de Rosita la de Sodupe.
Todo resulta más triste cuando recordamos el ánimo con que fuimos a votar contra la posibilidad de otra legislatura zetapera. Muchos con ilusión y algunos, como en el caso de un servidor, sin entusiasmo pero con una esperanza mínima de que las cosas podían cambiar, de que el sentido de la marcha hacia el desastre podía ser invertido. Todo porque lo importante era «echar a ZP» y que «luego ya se vería». No tardaron ni un mes en darme la primera bofetada, con el asunto de las medallitas al delincuente gobierno saliente. Y luego ya, una detrás de otra, por el cambiazo del programa. Pero ahora ya sabemos de qué va el asunto. El PP-de-Mariano hace limpieza hasta de su historia y se carga retrospectivamente al PP-de-Aznar, de forma que si alguien quisiera resucitar un partido de derechas y auténticamente nacional como fue éste, con todos los fallos que se quiera, no se encontraría otra cosa que tierra quemada.
Tampoco sé hasta qué punto es verdad lo que cuenta Federico de Soraya, en relación al dinamitado del PP, tanto del de Aznar como del de Mariano. Parece que todo se inserta en algo de lo que habló José Javier Esparza cerca del «desmantelamiento de la derecha social», algo así como dejar sin aire a aquellos que todavía creemos que España es una gran nación y que puede codearse con quien haga falta sin necesidad de sentir envidia de nadie. Aunque eso será merecedor de otra entrada en este blog mío y de ustedes.
Todo muy lamentable. Götzendämmerung.
Un comentario en “Nariz tapada (y II)”