Vamos a hacer una ley (I)


Estamos en lo que los pedantes llaman la rentrée (y Martes y Trece, más castizos, llamarían el retonno). Y nada podría empañar la alegría que se respira en la Plaça de Sant Jaume, Barcelona: «Somos la preocupación número uno del gobierno españolista del PP». O quizá no lo dicen, pero se les nota en esa sonrisa de satisfacción que cruza su cara de oreja a oreja. Porque vamos, el día que no lo son se les ve de capa caída, pobrets meus y se quejan de que el Gobierno do Hamlet das Rías Baixas les ignora. ¿Cómo se atreve, oigan?

Sea como sea, en Madrid las cosas discurren al ritmo pausado del fluir del río Lérez por Pontevedra. Por ello, y después de pasarse tres años y medio hablando de economía y esgrimiendo como mérito «habernos salvado del rescate» (que es cierto: nos salvaron del que se avecinaba en 2012; pero nadie dice que no podamos volver a caer en esa sima), lleva desde el 30 de marzo promulgando y reformando leyes como si fueran octavillas revolucionarias. Los trabajadores del BOE deben estar echando el bofe con tanto esfuerzo proveniente de las altas esferas. Y de los de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Justicia (los que elaboran los Anteproyectos de Ley), tal vez alguno de los funcionarios haya considerado la posibilidad de tomarse un año sabático ante la sobrecarga y el estrés.

Todo esto ha convencido a esa tropa de leguleyos encaramados al poder que la ley, por sí misma, tiene un poder taumatúrgico suficiente para modificar la realidad y hacer que su cumplimiento sea imperativo. Sin embargo, nadie sabe por qué, eso no funciona en Cataluña. Las leyes no se cumplen, sin más, o son objeto de cumplimiento oblicuo (técnicamente, lo que se conoce como fraus legis). Lo mismo se diga de las sentencias de los tribunales: ahí, el criterio fue fijado por la alcaldesa podemita Ada Colau, respecto a no cumplir las leyes y/o sentencias «injustas».

Así que ahora, para seguir manteniendo la tramoya, Mariano ha decidido que es momento de hacer una ley para convencer a Artur Mas y al Capità Enciam II (el comunista madrilenyo de vía estrecha reconvertido a independentista Romeva; nada que ver con Pep Parés, el primer Capità Enciam, que aunque es de las mismas ideas al parecer, tiene el buen gusto de estar callado) de que es mejor para ellos seguir dentro del marco constitucional y no fuera. Como si no supiera Mariano que la postura de Mas es irreconducible, como nos chivó Revilla tras hablar con el Rey.

Un comentario en “Vamos a hacer una ley (I)

Gotas que me vais dejando...

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