Responsabilidades
Sentado todo lo anterior y dejando aparte las correspondientes responsabilidades penales, que corresponde a los Tribunales determinar, está clarísimo que existe una culpa in vigilando. Culpa que deriva de un axioma no escrito pero muy vigente en el PP: «Puedes hacer lo que te dé la gana; pero si te pillan, nadie te va a conocer». Claro que hay «Comisiones de Derechos y Garantías» en todos los partidos, y en el PP también. Pero el axioma citado es el que determina que esos organismos no hagan su aparición hasta que lo hace la Justicia. Es la Justicia la que hace el trabajo de esos organismos, cuyos miembros cobrarán mucho pero se rascan lo que ustedes se imaginan hasta que un Juez no pilla a alguien del Partido cometiendo una pifia.
El proceso debería ser justamente el contrario. Una Comisión de Derechos y Garantías que se respete debería actuar antes de que lo hiciera la Justicia y no después. Da la impresión de que un mindundi militante de base del partido X ya no tiene confianza en que su propio partido actúe frente a un cacique de éstos. Cabría esperar que el Partido suspendiese cautelarmente al cacique, aun a costa de perder influencia en la zona; y cabría esperar que, tras una investigación interna, el propio Partido se personara como acusación particular en el proceso que se incoe. Pero justamente eso es lo que no espera ese militante de base y por ello acude directamente a los Tribunales. Sin mencionar que es mejor así por el miedo a las represalias (¿«estructura y funcionamiento democráticos»? Venga, que nos da la risa a ustedes y a mí).
En el caso particular del PP valenciano, la pregunta es: ¿cuándo se jodió el PP valenciano? mi impresión es la siguiente: que todo iba «bien» con Zaplana y que el PP de Valencia empezó a joderse con Camps. A éste le apartaron tras un proceso-farsa (creo que no hace mucho ha defendido una tesis doctoral) y colocaron a Alberto Fabra, que no supuso modificación en el estado de las cosas por mucho que tuviera valor para cerrar la ruinosa televisión autonómica. Con él, los negocios municipales continuaron. Han tenido que caer los tres presidentes de las Diputaciones Provinciales (Carlos Fabra hoy en la cárcel) para que se abriera el melón. Y luego un señor, hoy en paradero desconocido (represalias, ya saben), que se dedicó a grabar al presidente de la Diputación de Valencia contando billetes.
Conclusión y pregunta: ¿En el PP valenciano ha habido tres presidentes: uno pringado, otro que no se enteraba o no tuvo valor para hacer más de lo que hizo y otra que, ante la enormidad del escándalo, ha tenido que hacer lo que no hicieron los dos anteriores? Y aún más. ¿Desde cuándo conocía Génova, 13 el desaguisado? Porque da la impresión de que creyeron que descabezando a Camps y a alguno más (Ric Costa, por ejemplo), bastaría y se iban a calmar los ánimos. Han pasado cinco años desde entonces. Si ahora se ha producido una mascletà y, como diríamos en Cataluña, el PP valenciano ha fotut un pet com una gla, o no sabían hasta dónde llegaba el olor de la mierda o es que lo sabían y consintieron. Ha tenido que ser Isabel Bonig (acento prosódico en la segunda sílaba, señores periodistas) quien diera un puñetazo en la mesa y dijera «Ché, s’ha acabat la broma!», para que nadie creyese que también estaba en el ajo.
Si se hiciese una ruta por la geografía hispana, y mirásemos ayuntamiento por ayuntamiento, pocos se libran de ser pillados con algún marrón. A un nivel superior, las Diputaciones, tampoco saldrían bien paradas.
Por lo dicho en el juicio del asesinato de Isabel Carrasco, en cuya Diputación gobernaba -hacía lo que se le ponía en el moño- quedó muy claro lo que muchos sabíamos. O eras amiga suya o estabas fuera de todo. Y a eso se agarraron las culpables de su muerte.
Tenían muy claro como funcionaba dicha institución y quisieron aprovecharse. Como les salió rana, nombraron a Isabel enemiga personal número uno y alimentaron tal inquina (palabra de comisario) que acabó con la Presidenta con un poco de plomo, en medio de una pasarela. Estas mujeres se equivocaron y perdieron la oportunidad de desenmascarar la «labor de gobierno-enchufes» que se practiaba. Me remito a mi comentario de su anterior entrada.
Dicho lo anterior, no me explico la labor de la oposición, principalmente el PSOE, conocedora de estas maniobras.
Conclusión. No me extraña que la gente quiera ver nuevos aires en la política. Lo malo es que uno de los nuevos partidos que traen aires nuevos, tienen tufillo a políticas caducas. Vamos para atrás como el cangrejo.
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Amigo Pablo:
Cuánta razón. Lo que diferencia a unos partidos de otros no es que no haya corrupción. La corrupción existirá siempre, en la medida en que siempre habrá individuos que pretendan sacar ventajas para sí por encima de la ley y de la ética. Y políticos fáciles de corromper. La diferencia está en la actitud que toma cada partido frente a esa corrupción: unos actúan antes de que lo haga la Justicia, otros actúan forzados a su vez por la actuación de la Justicia, y a otros les da igual que actúe la Justicia, pues siempre «protegerán a los suyos». El caso es que todo esto está prohijado por todos los partidos con mando en plaza, porque ésa es la fuente de su poder. Siempre he dicho que esto es una «Restauración borbónica 2.0» y los hechos me están dando la razón. Espero, eso sí, que no terminemos como la primera vez: con una República asesina y un desbarajuste que llevó sin duda a la guerra civil.
Al tema de Isabel Carrasco voy a dedicar una entrada en breve.
Saludos,
Aguador
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Los indivuos. Es decir, algunos ciudadanos que para nada son sospechosos, están deseando su oportunidad para aprovecharse del sistema. Unos lo hacen por vocación, sabiendo lo que hacen, y otros por formación, les viene de cuna porque se lo enseñan en casa.
Necesitamos una legislación contundente para acabar con estos vicios. No unas leyes como las de algunas culturas, en las que al ladrón le cortan la mano, pero casi. No necesariamente, ni sólamente, la normativa laxa de los partidos. Necesitamos unas leyes concretas tipificadas, y exclusivas para los delitos de corrupción, en el Código Penal, y que ningún abogado pueda malinterpretar.
Ah! Y sin reducciones de pena. Que esa es otra.
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Hay varias cosas que tal vez deban hacerse:
a) Unas leyes claras y contundentes a ese respecto. Es más: yo excluiría de la prescripción de los delitos aquellos cometidos prevaliéndose de cargo público o electo.
b) Una Justicia verdadera e independiente del poder político, motivada para aplicar la Ley sin sin hacer distinciones entre político o ciudadano de a pie.
c) Una educación ciudadana (no la zapatera) que enseñe el respeto a la autoridad, que es algo que perdimos con la «democracia» y ha sido letal para la vida política.
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