El diario ABC nos tiene acostumbrados a que, de cuando en cuando, algún personaje de campanillas dé una opinión sobre algún tema interesante y de actualidad. Ayer le tocó el turno a Lorenzo Martín-Retortillo Baquer, Catedrático emérito de Derecho Administrativo. Dedicó su Tercera a loar las maravillas que nos ha procurado la muerta en este primer período de 39 años «democráticos», de tal modo que parece el panegírico que se les hace a los difuntos en las películas americanas. Quisiera comentar algunas de las afirmaciones que hace este señor en su artículo.
La primera de todas:
De destacar, ante todo, el clima general de libertades, afianzado por aquella que ha penetrado en la sociedad española, y que ha permitido que las más diversas alternativas y propuestas pudieran ser ofrecidas con toda naturalidad en la campaña.
Sin duda esto entra dentro de la «mitología del 78». Desgraciadamente, tengo que discrepar con D. Lorenzo. No somos ahora más libres que entonces. Y diría que bastante menos. Sin ir más lejos, una de las libertades fundamentales que «garantiza» la Constitución, a saber, la de información, sigue siendo cercenada sin piedad. No sólo —que también— porque no todas las opiniones se pueden verter en todos los sitios. Ejemplos hay: sin ir más lejos, la imposición y/o veto de tertulianos en esas dizque tertulias televisivas y la sumisión perruna de los medios al poder que les da de comer o les permite respirar. Del sombreado y de la infame campaña que se ha sometido a C’s desde la derecha socialdemócrata en el poder en favor de Pablemos mejor ni hablamos.
Pero prosigamos:
Hay que anotar especialmente el masivo interesamiento por la política de parte muy destacada de la juventud, desde el interés de apostar por sus propias ideas, que se ha incorporado así al sistema constitucional, un sistema con evidente vocación de futuro, abierto por tanto al ingreso de las nuevas generaciones.
Siento desilusionar a D. Lorenzo, pero ese «masivo interesamiento» no lo es tanto porque exista un verdadero interés (con las debidas excepciones) por la política en cuanto noble arte de gobierno, sino porque el rechazo tradicional de los jóvenes a la política ha sido capitalizado por un partido de corte comunista con perifollos caribeños y 2.0, dirigido por un flautista de Hamelin con coleta. Y no tengo ninguna duda de que si ese partido llega alguna vez al gran poder (de momento ha llegado a algunos ayuntamientos y la palabra que por ahora define su gestión es «desastre»), nos va a dar más de un disgusto a quienes no comulgamos con las ruedas de molino comunistas.
Aún más:
Otro logro, la presencia de nuevas fuerzas que antes no hablan tenido oportunidad de saltar a la palestra, donde sobresale la amplia capacidad de convocatoria lograda por los penenes de Políticas, con su Podemos (y hablo de Políticas y no de la Complutense. pues como se sabe la Facultad de Políticas tiene unas características muy especiales que no se dan en los demás centros de la Universidad madrileña), así como el triunfo del patriotismo y del buen hacer que han sabido imbuir los de Ciudadanos.
Habrá que recordar a D. Lorenzo que las «nuevas fuerzas» surgen de la mal llamada sociedad civil, que algunos quisieran estabulada y poco más. Y lo más importante: Ciudadanos recogió el descontento en Cataluña por una situación de abandono y/o traición de los castellanohablantes por parte de los partidos presuntamente «constitucionalistas» (PSC y PP), mientras que Podemos recogió el descontento y la rabia ante una casta política que vive de espaldas a aquellos a los cuales presuntamente gobierna y cuyo abandono de responsabilidades hizo que capeáramos mucho peor la crisis que afectó a toda Europa. Esas fuerzas políticas no hubieran tenido ocasión de surgir si todos se hubieran mantenido en su sitio y hubieran cumplido con su obligación. Es decir: de haber cumplido y hecho cumplir la Constitución.
D. Lorenzo y otros como él pretenden aún que «Camelot sigue vivo». Un poco más y nos recuerdan los «25 años de paz y ciencia» que pomposa pero justificadamente celebró el régimen franquista en 1965. Este primer ciclo de 39 años (1975-2014) nos recuerda que durante el reinado de Juan Carlos I pasamos del Estado del Bienestar al Estado negocio (Alejandro Nieto García) y al 5% de comisión. Que ahora tengamos un Jefe del Estado bastante más decente que el emérito significa que efectivamente puede haber un cambio de ciclo.
A nadie se le oculta que los ladrones, antes o después, tendrán que rendir cuentas ante el juez, como establece el sistema constitucional.
Ésta es otra que me da la risa. Si fuera así, las cárceles estarían llenas de delincuentes de cuello blanco, como dicen en los USA. Sin embargo, vemos cómo esos procesos se alargan de forma interminable no tanto por el funcionamiento de la máquina judicial (¿para cuándo una nueva LECrim? Hartos de parcheo, oigan, y de una ley cuya base data de 1882. Sin ir más lejos, su homónima alemana es de 1987), cuanto por presiones políticas, que hacen que las pruebas se demoren (o literalmente desaparezcan de los Juzgados), las listas de imputados no sean todo lo completas que debieran o a determinados imputados ni siquiera se les señala medida cautelar alguna, por ser Vos quien sois.
En lo único en que podemos estar de acuerdo D. Lorenzo y yo es que, más que reformar la Constitución (que sólo son ganas de tocar lo que ustedes se imaginan), lo necesario es cumplirla y hacerla cumplir, reforzando sus mecanismos de cumplimiento. Para ello no necesitamos a un gobernante pusilánime, sino a alguien que esté dispuesto a hacer lo necesario y emplear todos los medios para que se cumpla. De otro modo se seguirán dando puñaladas al cadáver cada 6 de diciembre. Un espectáculo poco edificante para los que tenemos alguna idea sobre este primer ciclo… este… «democrático».
Me desagrada leer aquí, o en cualquier parte, que se mencione a la Constitución Española como «la muerta». Pero a la vez comprendo a quienes a sí la definen, por que creo que de tanto no usarla, va a parecer que está difunta.
Saludos
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Amigo Pablo:
Yo también comprendo tu desagrado. Pero no cabe calificar de otro modo una «norma fundamental» que todos los días recibe puñaladas de unos o de otros, ya sea por activa (no cumplen) o por pasiva (no la hacen cumplir).
Saludos,
Aguador.
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