Liquidación y cierre (III)


Pues ya tenemos nuevo Gobierno, señores. Parece que se ha echado a los anteriores y se ha puesto a otros. Ha sido un relevo en las alturas que no va a significar cambio alguno en los asuntos importantes. ¿Asuntos importantes? Los que interesan a la casta, de la que ahora Pablemos también forma parte, lo admita públicamente o no. El divorcio entre la casta y el censo electoral sigue siendo total. En este punto disiento con el editorial de Rosa Cuervas-Mons, de la Gaceta: lo «importante» no está en los matices, sino en el hecho de que el «consexo socialdemócrata» español funciona como una máquina bien engrasada y que ahora C’s participa también de ella (¿por qué, si no, iba Albert Rivera a Bilderberg, acompañado de la ex Vicetodo Soraya? ¿A pedir la hora?).

Pedro Sánchez, aka Monstruo de Sánchezstein, resurgió de sus cenizas y ha vuelto triunfante para… lamer las botas del separatismo. Sabe muy bien que su entrada en Moncloa es legal, pero no legítima. Legítima hubiera sido tras convocar unas elecciones. Pero, como ya explicamos en una entrada anterior, de haberse convocado elecciones Sánchez no hubiera ocupado de ninguna de las maneras el sillón. Hubiera sido, casi con toda probabilidad, Albert Rivera. El R78 se defendió de esa posibilidad y no convocó elecciones, como hubiera sido su obligación moral. Y así estamos como estamos y donde estamos.

Lo mollar, lo importante en estos momentos, es el gobierno de Sánchez. O, mejor dicho, el que le han montado a Sánchez para que pague la hipoteca del poder. Se puede ver desde varios puntos de vista; pero a mi modo de ver, el gobierno actual tiene tres capas: la de los jarrones chinos, como Borrell (¿qué hace un economista en Asuntos Exteriores?) o Margarita Robles, venerable de la época felipista, pero que ha conseguido devolver el CNI a Defensa (quizá su lugar natural). Luego está la capa zapatera, cubierta sobradamente con la Vice Pixidixi, de la que en una próxima entrada comentaremos cierto detallazo. Finalmente, la capa de los nuevos, de los que unos son del montón y otros de la huerta valenciana.

Huerta valenciana que se ha revelado podrida, hasta el punto de que al ya exministro de Cultura no le cuadra otro mote que Brevis Maximus. Nada que ver con Gladiator: el retiarius (Libertad Digital, aunque el resto de diarios afectos no se haya tomado la molestia de reconocerlo) le ha echado la red y le ha metido un forcazo (un vídeo del propio Sánchez) tal que Sancius Imperator no ha tenido más remedio que bajar el pulgar. Creo que Huerta ostenta el dudoso honor de haber sido el ministro más breve de toda la democracia. Hasta la inútil de Aído duró más —aunque también es verdad que por eso mismo hizo mucho más daño—.

Mientras los medios se pierden en disquisiciones acerca de tal o cual ministro y de si los votos de tal o de cual o de si hubiera prosperado o no una moción de censura, a un servidor le interesan dos cosas. La primera, que se constituya el gobierno que se constituya, no va a tocar ni la ley electoral, que perpetúa el desgobierno de esas mafias políticas llamadas partidos, ni el sistema autonómico, ruinoso para el españolito de a pie pero fundamental para la casta, porque estratifica sus niveles extractivos, que dijera el otro. También me interesa la acción de gobierno que van a desarrollar. Pero de eso hablaremos en otra entrada.

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Gotas que me vais dejando...

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