No mames (I)


Ya saben ustedes que para mí éste es un tiempo político final. Si dará o no dará lugar a un «tiempo nuevo», que dicen los pedantes, es algo que sólo sabe Dios (y los que cortan el bacalao). Por de pronto, decíamos hace tiempo que esta legislatura, iniciada realmente el 12 de enero de 2020, huele a muerto. Si tenemos en cuenta que esto lo dijo servidor hace unos 7 meses, nos damos cuenta de que es una agonía condenadamente larga. Y aún así, hemos comprobado que aún se puede acelerar. El estallido de los casos Mediador y del Barçagate ¾éste último amenazando con cargarse el espectáculo nacional: si viera Don Nicolau Casaus en qué han convertido su club (colla de malfactors)¾ ha servido para tapar otros desastres de mayor calado. Como dice la tradicional canción gallega:

unha perna tapa a outra.
Ay la le lo ay la lelo.

Así, los escándalos actuales sirven para tapar otros. De manera muy sumaria podríamos decir que la cosa va así: el Barçagate sirve para tapar el Caso Mediador, que desde la pesoe intentan desviar a la Benemérita. Cosa difícil debido a los grandes nombres socialistas que la investigación policial y judicial (y la de algún periodista valiente) está sacando a la luz. Claro que en una institución grande y hoy en desamparo como es la Benemérita quedan dos caminos: pedir la baja médica por depresión y/o aligerarse por la verdú, o bien dejar a un lado al Duque de Ahumada, convertirse en manzana podrida e hincarle el diente a lo que se ponga a tiro, porque la jubilación es miserable en comparación al servicio prestado y porque parece que no son muchos los que, enfrentados a la posibilidad de mejorar su situación, aunque fuera de forma ilegal, resistirían la tentación de seguir adelante con los faroles. Y el caso Mediador sirve para apagar los fuegos causados por las llamadas cuatro leyes:

1) la del «sí es sí», que ha provocado la rebaja de condena de una buena porción de condenados por violación y la suelta, hasta ahora, de más de 700 condenados por ese delito. Ni de coña la todavía ministra Montero se puede atribuir el mérito de la «defensa de las mujeres».

2) la «ley trans», cuya mayor virtud ha sido partir por la mitad el feminismo español. Por no hablar de las divisiones que ha provocado entre los propios trans. Ingeniería social en estado puro vía lawfare: la nueva táctica comunista de transformación social.

3) la llamada «ley de bienestar animal», ésta prohijada por el numen cacumen de Juana Belarra. De aquí a que uno se pueda casar con su mascota, un paso, oigan. Y que además es un mecanismo de recaudación: por el cursillo que necesariamente deberá realizar el dueño de una mascota y también por las multas por no realizarlo. Esa ley modifica también el sabio refranero español en cuanto a «no tener padre, ni madre, ni perro que le ladre a uno». Si tienes perro que te ladre, ya no necesitarás ni al padre, ni a la madre… y en no pocos casos, al marido o mujer.

4) La «ley del aborto», que no surgió de la preclara inteligencia de esas dos beldades (entre ambas no juntan una neurona de servicio a la sociedad ni medio gramo de bondad)… sino de la hoy fantasmagórica Bibiana Aído, ésa misma que decía de los embriones en 2010 lo mismo que decía Hitler de los judíos en 1938. Ley a la que un «recursito» del PP hizo dormir el sueño de los justos durante 12 años en el TC (es lo que hacen los conservadores para no «molestar a la izquierda y quedar bien»: dejar que el recurso se pudra, sin admitirlo ni rechazarlo). Y que ahora, en 2023, recién llegado el masón Conde-Pumpido a la presidencia del Alto Tribunal, ha recibido el «visto bueno de constitucionalidad». Es muy significativo que Feijoy se felicite de la decisión, lo que comentaremos en una próxima entrada.

Por si faltara algo, últimamente todo esto se ha ido sazonando con payasadas e insultos varios de Ángela Rodríguez «Pam», la Orca de Pontevedra, la oronda Secretaria de Estado de Igualdad. Sabedora de que mucha gente en redes sociales se «escandaliza» y poco más, la señora se ha dedicado fervorosamente a insultar a quien no le gusta (que se lo digan a la señora madre de Abascal). Insultos que en otro país podrían haber constituido la base para una querella por injurias, aquí se dejan pasar sin más y el único castigo que recibirá será el electoral… a final de año o a principios del siguiente. Todo ayuda para que no se hable de lo importante y se preste atención innecesaria a lo provisorio.

Dejemos de lado el divorcio absoluto entre casta política y ciudadanía, mostrado bien a las claras por el informe del Defensor del Pueblo, hoy Cromagnon Gabilondo: lo que preocupa a los españoles no es lo que dice su informe, sino salir más o menos incólume de la travesía por el infierno fiscal que, ladrillo a ladrillo, nos ha ido preparado esa casta y del que huye quien puede. O simplemente, llegar a fin de mes, dado que el incremento de precios es mayor que el incremento de salarios. O el problema de la okupación, sostenida y favorecida por partidos enemigos de la propiedad privada (de la de usted, no de la de ellos, claro). O el de la inseguridad ciudadana subyacente. Y naturalmente, la endémica debilidad del Gobierno central frente a experimentos nacionalistas de corte totalitario, toda vez que ellos son los que dictan hoy las pautas al gobierno de Sánchezstein.

Con todo este panorama, ¿quién no montaría una moción de censura? Pero vamos por partes, que dijo Jack el Destripador.

Gotas que me vais dejando...

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