Y ahora es cuando viene «lo mollar», la miga del asunto. Ningún Gobierno ¿español? se ha merecido una moción de censura más que éste que padecemos desde 2020. Lo cual resulta irónico porque éste «nació» de una moción de censura que se dejó plantear Rajoy nada menos que en 2018. Sea como sea, intentaremos opinar sobre todo lo que nos parece acerca de este asunto.
En primer lugar, el tema de los proponentes de la moción de censura. Veamos. El PP no se pone en cabeza, a pesar de ser «el primer partido de la oposición». Diríamos que no es normal y que el mascarón de proa de su argumentación es que «no salen los números». Lo que dicho en josemotanés sería algo así como «Si hay que ir, se va; pero ir pa ná es tontería». La pregunta, pues, sería: ¿para qué plantear una moción de censura si no se va a ganar? Uno se malicia que se trata de una maniobra parlamentaria, tal vez válida dentro de la burbuja que viven sus señorías; pero totalmente inútil fuera de ella en sentido aritmético.
Otra plano sería el moral. La moción de censura, en este sentido, representaría una voluntad de «no participar en la farsa», de la misma manera que durante los meses que duró el korona no se avinieron, como sí hizo el PP, a dar balones de oxígeno a Sánchezstein (descanse políticamente en paz Pablo Casado, el «Pablo malo»; el otro, el podemoide, es el «Pablo peor»). De todos modos, dado que no iba a funcionar, suena más bien a un salvar la cara frente al censo electoral (por lo menos, el que no está metido hasta las cejas en RRSS y de vez en cuando se fija en lo que pasa a su alrededor) más que otra cosa.
Luego, otra cosa un tanto extraña es que el proponente de la moción sea VOX, el partido, pero el candidato propuesto no sea Santiago Abascal. Sería lo suyo, como presidente del partido que es. Pero en vez de eso, lo que pretenden es proponer una moción de censura con Ramón Tamames de candidato. Uno se pregunta si no había otro candidato mejor que ése a los efectos de la moción. Con lo cual nos metemos en el pantanoso terreno de la idoneidad o no del candidato. Expondré brevemente las razones por las que no me parece un candidato idóneo.
a) En primer lugar, el señor Tamames tiene 91 años. De verdad, está para que lo cuiden. Sí, es cierto que su pasado académico es brillante, por decir lo menos. Pero no es menos cierto que su superventas, Estructura económica de España, data en su primera redacción… de 1960 (que sí, que lo ha ido actualizando, pero que lo básico sigue estando ahí).
b) Apostaría un servidor a que el señor Tamames no quiere ser el Biden español y que le fotografiaran cayéndose de una bici, con el consiguiente ridículo nacional. No sé cómo anda de salud; pero lo cierto es que para la política activa se necesita más energía de la que él dispone en estos momentos, por más que su ego llene una basílica hasta sus últimos rincones. No quisiéramos que se pegara una leche al subir o al bajar del estrado.
c) Su pasado, como el de no pocos personajes públicos, le persigue. Este señor fue uno de los fundadores de Izquierda Unida, denominación con la que se pretendía borrar la memoria del PCE, poco rentable electoralmente, si bien el PCE siguió existiendo como partido «integrado» en IU. Es decir: pese a sus vueltas y revueltas, sigue siendo tan comunista como en la época de la modélica Transición. También entra dentro del misterio que, con estos mimbres, este señor se dejara «alquilar» por VOX.
No menos llamativo es que haya habido periodistas «muy fans» de VOX que, frente a estas atinadas razones vienen a decirle a un servidor que «no se entera» y que «cómo se atreve a criticar a un señor de inteligencia tan preclara, un saber tan enciclopédico en su campo y una carrera académica brillante». Supongo que el tiempo y los hechos contestarán a sus preguntas sectarias.