Hermann Tertsch

Vaya por delante que para nada soy lector habitual del Pravda (diario anteriormente conocido como «Er Paí»). Mayormente, que diría Fiti, porque acabo de enterarme de que los lectores de Periodista Digital lo consideran el más sectario de los diarios mayoritarios. Lo cierto es que me llama la atención (aunque no me sorprende) cómo Jesús del Gran Poderfulmina a uno de sus plumillas simplemente por andar trasteando en «campo enemigo».

Parece ser que el señor Tertsch resulta ser de la vieja guardia del diario y no está muy conforme con la actuación de la nueva dirección del rotativo. Es lo que ocurre con las «viejas guardias»: que como llevan tantos años en el mismo sitio, se creen con derecho a opinar y a colocarse moralmente por encima de quienes mandan. Les ocurrió a las viejas guardias comunistas; les ocurrió también a los «camisas viejas» falangistas. ¿Pero qué se ha creído usted, hombre? Aquí manda quien manda y se ha terminado. Como se dice en el «Decálogo del Jefe»:

Artículo I. El Jefe siempre tiene razón.
Artículo II. Si no la tiene, se le aplica el Artículo I.

Parece ser que esa tendencia de la vieja guardia a ir por libre le ha costado cara al señor Tertsch. Uno cree que por «tener una trayectoria» de fidelidad absoluta y acrisolado fervor al servicio de la causa ya es una «vaca sagrada» y por lo tanto, intocable en sus hechos y opiniones. Y no: se convierte uno en intocable, sí, pero de los de abajo. Un paria. Un apestado.

Algo tiene que oler a podrido en una democracia cuando empiezan a conocerse nombres de periodistas represaliados. Hace un tiempo fue Josep Clemente. Hace unos días fue Jordi Barbeta (bien es verdad que el Tripartito I ya tenía enfilada a La Vanguardia; pero lo del señor Barbeta traspasa los límites hasta de la buena educación: hay que tener bolaños). Y ahora le toca el turno a Hermann Tertsch, que debe de haberse dado cuenta de que «el futuro ya no es lo que era» y cuyos segundos apellidos, según me he informado, son Del Valle-Lersundi (querida, recordada y llorada Loyola: cuánta falta nos hace en estos momentos una Loyola de Palacio que frene un poco el circo de diecisiete pistas en que se ha convertido España).

Pero lo más curioso es que estos nombres surgen allí donde domina la izquierda: es decir, Cataluña y los aledaños del Pravda. Recuerdo ahora que no hace mucho tiempo un progrerillo de medio pelo «echaba pestes de la censura franquista» y me aseveraba, afirmaba y recontra-afirmaba que «hoy en día no hay censura». Pues bien: al igual que a Zapo, los hechos le desmienten. No solamente sigue existiendo la censura, sino que además ésta se ejerce «en nombre de la libertad». Y la ejerce quien todos los días se llena la boca con esa palabra. No confío en que ese progrerillo me dé algún día la razón, porque un progre prefiere sus ideas a la realidad cuando sus ideas y la realidad son divergentes. No obstante, los hechos son tozudos (eppur’ si muove) y con eso basta.

Érika Ortiz

Fallece Erika Ortiz Rocasolano, hermana menor de la Princesa de Asturias
Acabo de leer un post de mi amiga Diablesa. Seguramente esta reflexión ya la hemos hecho otras veces y enfocándolo desde otros ángulos; pero creo que en este blog no podía faltar al menos un «apunte» sobre el deceso de la semana: Érika Ortiz, hermana de la Princesa de Asturias.

Lo primero, dejando aparte su condición de miembro de la Casa Real, son las circunstancias de su muerte. Al parecer, Érika estaba recibiendo ayuda psicológica debido a problemas que jalonaban la etapa que estaba viviendo. Qué duda cabe que la presión mediática pudo haber influido en el agravamiento de sus condiciones vitales.

Los consabidos «programas del corazón» patrimonializan de un modo escandaloso la intimidad de ciertas personas que por su posición o las circunstancias que las rodean llamamos «famosos». Y no sólo eso. La norma de actuación de estos medios de «comunicación» no es muy diferente de lo que antaño se decía respecto de las prostitutas: «caída una vez, caída para siempre».

Bien es verdad que quien quiere estar al abrigo de los focos inclementes de esos medios puede hacerlo. Podría ser el caso, por ejemplo, de Antonio Banderas. Podrán gustar o no las películas que dirige o en las que actúa (Locos en Alabama me parece una película muy estimable, por cierto); pero que yo sepa, no ha dado que hablar fuera de lo que es su trabajo y su profesión. Y así es como debería ser para todo el mundo.

Sin embargo, no todo el mundo está tan bien preparado para resistir esa presión. Parece que hay que «asumir» que cuando eres pariente o amigo de famoso, estás obligado a soportar la misma presión. «Todo el mundo» quiere saber de tu vida: qué haces, en qué trabajas, con quién sales, cómo te diviertes… etc. O peor: si te emborrachas, si «pones una raya en tu vida» o con quién te metes en la cama. Así, pues, si la princesa Letizia está bajo los flashes de las cámaras, los «reporteros» de la cosa asumen que todo el que esté relacionado con ella (principalmente familiares) puede ser «objeto de caza».

Supongo que puede haber gente que acceda a entrar en ese circo mediático. Tal vez creen que no se les irá de las manos, que lo podrán controlar. Yo, desde luego, no me prestaría a ello. Mi vida no es nada «interesante» y mucho menos mentiría para poder cobrar la exclusiva «falsa». Podría ir a algún plató de televisión y decir que «me acosté con Fulana de Tal (famosa o famosilla de turno)» y todos los días tendría paparazzi de guardia en el portal de mi casa. Y cobraría mis buenos dividendos aunque fuese mentira, habiendo sabido vestir bien la muñeca.

Por eso me encantó la putada (perdón por el vocablo, pero no me voy a resistir a decirlo) que le gastaron al mundillo ése con el asunto César Sicre. Contrataron a un aspirante a actor y casi modelo (si no lo era, poco le faltaría) y les sacó los colores a los supuestos «periodistas». Y ahí se vio lo que muchos nos sospechábamos: que todo era petardeo y rumor. Y que todo valía para conseguir una «buena exclusiva». Y que a falta de exclusivas políticas o económicas que vender (al parecer, los políticos y los empresarios sí tienen vida privada), se le puede hincar el diente al mundo de la farándula. Que además, a ellos «les viene bien», porque «estar en el candelero aumenta el caché». Es el tradicional y españolísimo bien me meto con quien puedo. Y digo yo que si esos periodistas (algunos lo son, otros no) trabajaran igual de bien para sacar a flote los trapicheos económicos de algunos y las mentiras de otros, tal vez otro gallo nos cantara en España.

Érika Ortiz no tenía ninguna intención de pertenecer a ese circo. Bastante tenía con vivir su propia vida, como muchos millones de personas en España. Descanse en paz.

Ea, ea, ea…

Que sí, que ya lo hemos oído otras veces. Sobre todo en Cataluña. Zapo se está lamiendo aún las heridas de la manifestación del 3-F. No sabían cómo «desacreditarla». En otro post hablábamos de la «marea rojigualda» que hubo en aquella manifestación, lo que hizo que al desgobierno de Zapo le faltaran reflejos. Eso y no otra cosa fue la salida de tono de Diego López Garrido («la derecha se quiere apropiar de los símbolos de todos los españoles»), que a nadie engaña porque aquél que toma algo que otro ha abandonado, ni se apropia ni roba. Eso lo debería saber el señor López Garrido porque viene en su manual de Derecho romano. Las rei derelictae, que decían los romanos.

Pues nada, que ahora asistimos a otra genialidad de Pepiño. No sólo ha «prohibido» que ningún cargo socialista acuda a los programas de las televisiones públicas controladas por el PP (especialmente Telemadrid), sino que ha dado un paso más: querellarse contra el Foro Ermua por «enaltecimiento del terrorismo».

¿Cuál es el fondo de la querella? Al parecer, unos «cánticos» dirigidos a él de forma no demasiado apropiada. En Cataluña ya lo hemos visto antes. Jordi Pujol «travestía» los ataques dirigidos a su persona en «ataques a Cataluña», como si él representase a toda Cataluña. Siempre hemos mantenido que los malos gobernantes (o para ser más compasivos, los gobernantes «en horas bajas») se envuelven en el manto acogedor de la colectividad, donde pueden esconder mejor los fallos debidos a su gestión.

Así pues, resulta que unos cánticos un tanto subidos de tono se transforman por arte de magia y birlibirloque en un gravísimo «enaltecimiento del terrorismo». Naturalmente, el juez de la Audiencia Nacional, competente para entender de estos delitos, le ha mandado a… la Audiencia Provincial, probablemente porque de sustanciarse serán más bien un «honesto» delito de injurias o calumnias. Pero hay más. Resulta que al señor Mikel Buesa «no le consta» haber oído esos cánticos. Y como creemos que el señor Buesa dice la verdad cuando le preguntan y no tiene por qué mentir, habrá que pensar que fue un montaje para desacreditar nuevamente la manifestación. Sin embargo, he aquí que a Pepiño las cosas no le salen bien. Y luego pasa lo que pasa…

Ea, ea, ea,
Pepiño se cabrea…

Se me ha ido el canario

Durante los años de la movida («los ochenta son nuestros», que dijo Ana Diosdado) surgieron en el proceloso océano musical español grupos con nombres a cual más raro. Me acuerdo de que hasta Clara Morán, la hija de nuestro bendito ministro de Exteriores de aquellos años, militaba en uno llamado Oviformia (con forma de huevo), o 21 japonesas y 46 hamburguesas (así era el nombrecito, que luego se pusieron a régimen le quitaron las hamburguesas y finalmente, desapareció en el ancho mar). O Un pingüino en mi ascensor. Habría que sentar a los miembros de esos grupos para saber de dónde sacaron esos nombres tan «originales». Cosas de aquellos tiempos, en que España quería pasar por «moderna» cuando estaba todavía quitándose la pátina anacrónica de la copla y el blanco y negro de la televisión.

En concreto, el nombre que quiero recuperar es el de No me pises que llevo chanclas. Son sevillanos y aparecen en el panorama musical en 1989, cuando la movida ya estaba casi agotada si no del todo. Y triunfaron con una canción que ahora viene muy al pelo…

Era la alegría de mi calle.
La banda sonora de mi hogar.
Toa la mañana en el balcón
me formaba la revolución.
El canalla estaba bien cuidao
y vivía mejor que yo.
Pero le llegó la hora
y el cielo se lo llevó.
Ese personaje amarillo
ese lindo pajarillo.
Me ha dejado solo y aburrido
y hasta las flores se han «shushurrido».

Esto lo podría cantar perfectamente Zapo, a quien se le han ido el canario y su hermano el caricato (dos por uno, oiga). Se ha ido uno de los ministros más guapos del Gobierno, cuya fina estampa y acento canario eran un contrapunto a los desagradables graznidos de la Momia o el no menos desagradable croar de Pepiño. Quizá haya tenido que ver su desplante árabe (no dar una conferencia en Arabia Saudita porque no se permitió la entrada al personal femenino que iba con él). Seguramente, el ya ex-ministro López Aguilar iba tarareando esto en el avión de vuelta…

¡Ay! mis siete Islas Canarias,
con el pico Teide de guardián.
Son siete hermosos corazones,
que palpitan al mismo compás.
¡Mis siete Islas Canarias!

En fin, que se fue «Piolín». ¿Y a quién nos han puesto en su lugar? A Silvestre. Atentos al próximo artículo…

In memoriam

Loyola de Palacio

Por Loyola de Palacio y Valle-Lersundi. Alfonso Guerra, haciendo gala de su resfriado ingenio, digno de mejor causa, la apodó «la monja alférez». Pero fue una Ministra de Agricultura como no ha tenido España en muchos años (algo podría aprender de ella la actual titular del ramo, aunque no es probable).

Sólo recuerdo dos detalles de ella: que con dos cojones (los que no tiene el PSOE actualmente) encabezó una manifestación contra una normativa injusta y perjudicial de la UE contra los intereses de España. De eso, por desgracia, nadie se acuerda.

El otro detalle del que me acuerdo es el «asunto del lino». No recuerdo bien quién lo destapó, pero el hecho es que ella salió exculpada de toda responsabilidad y cuando el foco de la justicia empezó a enfocarse hacia el PSOE, ¡oh, milagro!, del asunto del lino nunca más se supo.

Nunca la llegué a conocer y por tanto, no soy el más indicado para hacer un panegírico. Pero la imagen pública que dio fue siempre correcta. Trabajadora. Y que en la UE siempre veló por los intereses de España, algo de lo que Borrell y otros cantamañanas como él tendrían que tomar nota.

Lástima que en su Guipúzcoa natal nadie hará un homenaje oficial a una de sus hijas más ilustres. Todo lo contrario de Herr Fischler (Franz). Ese Fischler al que muchos españoles, especialmente los productores de aceite, teníamos atravesado. Después de habérselas tenido bien tiesas con ella nunca dejó de mandarle un ramo de flores por su cumpleaños, según cuenta Lucía Méndez en su emocionado obituario en El Mundo.

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Desaparece una de nuestras principales valedoras en Europa. Descanse en paz.

María

Probablemente María no necesite de estos elogios. Ella sabe muy bien lo que está pasando y ahora tiene que mirar a la cara al asesino de su amigo Gregorio Ordóñez. Y lo hizo ayer y le sostuvo la mirada. Esa mirada que no puede sostener el cobarde Gobierno socialista, rendido y genuflexo de antemano ante los postulados etarras y tratando de vendernos a los demás la moto del «diálogo». Como si fuéramos imbéciles.

María miró fijamente a los ojos de ese asesino y contó los hechos tal como los vivió. Contó que su amigo fue asesinado a sangre fría por uno de esos «gudaris del tiro en la nuca». Y lo contó sin concesiones a la lágrima fácil, pese a que habrá derramado muchas lágrimas al recordar a Gregorio. María sabe que vivir en Euskadi y «pensar diferente» es estar abonado a una sentencia de muerte sin juez ni juicio. Y a pesar de eso, se queda. Se queda por todos aquellos que siguen creyendo que «pensar diferente» no es un delito. Se queda por todos aquellos a quienes otros han dejado de defender por miedo o por un interés político de mierda. Eso es amor a la tierra y a la patria vasca, y no lo que otros, olvidando incluso a sus propios muertos, predican.

Quería poner una imagen de María en este post y, tengo que confesarlo, busqué en Yahoo. Encontré esta imagen, en la que María sonríe. Hubiera querido poner la imagen de una María sonriente por el fin del terrorismo, de la extorsión, de la mafia, del miedo, del árbol y de las nueces. Desgraciadamente, en Yahoo no se encuentra esa imagen todavía. Pero con gente como ella todavía cabe la esperanza de encontrarla. Algún día la encontraremos.

Sigue adelante, María. Segueix endavant. Si supiera decirlo en euskera, así te lo diría; pero como no sé, te lo digo en mi lengua materna catalana porque es la que me suena más dulce. Ojalá algún día puedas enseñarme esa Euskadi libre, por fin, de ese puño de hierro del terrorismo, de la extorsión, de la mafia, del miedo, del árbol y de las nueces.
Pensamientos al vuelo

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Las cuatro esquinas del mundo

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Mirando hacia arriba...

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Pensamientos diversos a vista de pájaro

Cuatro amiguetes y unas jarras

Ya que no podemos arreglar el mundo, hablaremos de lo que nos interesa: la política y los políticos, el fútbol, el cine, y todo lo que nos molesta, acompañados por unas jarras de cerveza. Bien fresquitas, por supuesto

General Dávila

Nada hay como el soldado español y mi única aspiración siempre ha sido estar a su altura

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El Patito se vió reflejado en el agua, y la imagen que ésta le devolvía le cautivó por su hermosura: era un magnífico Cisne

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