Categoría: Personal
George Carlin
Hoy no me apetece hablar de política. Solamente les añadiré este PPS, que habla de algunas verdades. Pequeñas verdades, que interesa recordar de tiempo en tiempo. También tienen que vercon la política, si uno mira bien. O no. O quién sabe (no, no me estoy volviendo Mariano). Que lo disfruten.
Retro-visor

Reóstatos, reóforos y filamentos.
Fundiré en la calle y en el Parlamento.
El pueblo se unirá en un unánime lamento.
Estableceré la democracia de la desgracia.
¡Todos acabarán en la farmacia!.
Por Gimnoto y por Atisbo…¡Triunfará el ecumenismo!
¡Todos sufrirán lo mismo! Reumatismo y estrabismo.
¡Viva la gripe general ¡Viva la igualdad universal!
Tal y como están las cosas, esto podría haberlo firmado hasta ZP…
Éramos (y II)
No menos interesante es pasar por el via crucis administrativo. Las colas de la prestación por desempleo, los cursos de formación (que con suerte te forman (¿?), pero no te sirven para encontrar empleo porque ya tienes una edad)… El punto surrealista lo pone el hecho de que una soleada mañana, tras cuatro años de desempleo, recibes una llamada del Ayuntamiento.
–Buenos días, le llamamos del Servicio Ocupacional del Ayuntamiento. Hemos estado revisando nuestras bases de datos acerca de nuestros parados de larga duración y nos hemos decidido a convocarlos a todos.
–Ah, muy bien. ¿Y eso para qué es? ¿Es para un trabajo?
–No, no, señor/a. Es para un cursillo.
–Ah… ¿De ofimática?
–Pues… no. Se trata de un cursillo sobre cómo buscar trabajo.
Si es la primera vez que te ocurre, te quedas como si te hubieran propinado un gancho de izquierda en pleno mentón.
–¿Oiga? –dice la señorita–.
–Eeeeeeh… sí, sigo al aparato –logras articular cuando ya te has recuperado de la impresión–.
–Bueno, pues queda usted citado/a a las 12 de la mañana aquí mismo, en el Servicio Ocupacional del Ayuntamiento.
–Pero oiga, ¿en qué va a consistir ese cursillo?
–No se preocupe, el día de inicio del cursillo ya le informarán. Ah, y no se olvide de traer un currículum.
–Oiga, que ustedes ya lo tienen. Lo presenté hace…
–Es lo mismo. Vuelva a traerlo y así le servirá de práctica.
–Vale, muchas gracias.
–Buenos días.
Clic. Y tú te quedas pensando: «Seguro que esa tipa hizo el dichoso cursillo en el despacho de su jefe actual y de rodillas».
El día señalado te presentas allí, con tus mejores trapos o pinturas de guerra si eres señora. Saludas, te sientas y empiezas a oír un repertorio de perogrulladas, en las que de cuando en cuando se intercala alguna sandez para no dormir al personal. Pero eres educado y no protestas porque te hayan hecho perder dos horas para nada práctico. Piensas: «Sigo siendo invisible». Invisible-invisible-invisible. Como si hubieras caído en una cárcel de una república bananera.
La segunda vez que te llaman, si es que hay una segunda vez, ya vas con la escopeta cargada. «Oye, ¿qué sindicato te paga para que nos des la charlita?» (a la conferenciante). «Oye, ¿qué relación tienes con el Alcalde?» (a la secretaria que te llamó para invitarte a la charlita). En este último caso es probable que la respuesta sea:
-
«No te importa» (tiene una relación con el Alcalde que la mujer de éste no conoce).
-
«Es mi tío» (o mi padre, o un amigo de él; todo queda en familia).
Y es que asistir a ese tipo de cosas no asegura que te llamen para un cursillo, de la misma forma que hacer un cursillo no te asegura que te llamen del INEM para un trabajo. Sabes que un montón de extranjeros, por pertenecer a colectivos desfavorecidos, te pasará delante. Y piensas: «¡Pero coño! ¡Si al final el «colectivo desfavorecido» somos los españoles!». Y empiezas a decir: «¡Los españoles primero!». Es políticamente incorrecto; pero tú no eres racista y además, tienes tanto derecho a trabajar como cualquier hijo de vecino. Y te da igual que te llamen «facha» o «nazi». Los españoles primero. Y luego ya veremos si hay sitio para más.
Esto antes no pasaba. Pero también es políticamente incorrecto decirlo. Y en una fecha como hoy, aún más.
Éramos (I)
Éramos la generación de los 80, la generación de la que se dijo «los 80 son nuestros». Continuar leyendo «Éramos (I)»
No comment…
Interludio lúdico
Un representante de la Consejería de Agricultura visita una finca y habla con su dueño, un señor ya entrado en años.
Le dice al dueño que desea inspeccionar sus recursos acuíferos. El anciano le dice que perfectamente, pero que por favor no pase por el terreno cercado.
El representante, demostrando su autoridad como digno funcionario guapo y apoyado, le dice:
– Mira, abuelete: yo tengo la máxima autoridad del gobierno que cabalmente represento, y este CARNET que tu ves aquí me califica para ir DONDE ME DÉ LA GANA, meterme en cualquier propiedad que ME DÉ LA GANA, sea ésta de quien sea, SIN PREGUNTAS, y tampoco debo dar respuestas. ¿ME HAS ENTENDIDO o es que no me he sabido explicar?
El viejo simplemente se encogió de hombros y siguió con sus quehaceres.
Pasado un rato, el ganadero escucha unos gritos y logra ver al empleado corriendo por su vida, seguido muy de cerca por un toro semental. El toro va ganándole terreno y el tipo, aterrado pide ayuda a todo pulmón.
El viejo de inmediato deja todo lo que estaba haciendo y va hasta la cerca, gritándole a su vez: -¡¡EL CARNET, JODER¡¡ ¡¡¡ENSEÑALE EL CARNET!!!
Retrato de familia
Presos
Supuestamente, estamos orgullosos de nuestra civilización. La técnica avanza que es una barbaridad. Incluso tenemos Internet, que es una especie de second life y posiblemente haya cambiado para siempre el modo de relacionarnos y bla, bla, bla…
Sin embargo, hoy les quiero llamar la atención sobre un detalle de la first life, de la que vivimos con nuestro cuerpo físico. Me refiero a nuestra casa, o ese espacio físico que llamamos «hogar». No importa que sea un piso, una casa grande o una solución habitacional de las de la Trujillita. Llegamos dentro y tenemos la necesidad de encerrarnos. Si es una casa, con mayor razón. Barrotes, cerrojos, pestillos, llaves de siete vueltas, aperturas electrónicas, alarmas conectadas con la comisaría de policía más cercana… qué sé yo. Es una especie de necesidad.
Nadie conoce a nadie. Nadie confía en nadie. Nadie se mete en la vida de nadie, ni siquiera por hacer un bien. Sí, es verdad: luego en las noticias –sección de sucesos– oímos comentarios como «No sabíamos mucho de él (ella) y jamás nos imaginamos que le abriría la cabeza de un sartenazo». O como éste otro: «Discutían a veces, pero nunca dieron realmente que hablar». Y lo dicen personas completamente extrañadas del hecho luctuoso o criminal.
Llegamos de nuestro trabajo, en el que hay mucha tensión (hoy, además, con la presión añadida de si nuestra fábrica, empresa o centro dependiente de alguna Administración aguantará o tendrá que cerrar por falta de clientes o de dinero). Llegamos, digo, y nos encerramos en una especie de «celda», con todas las comodidades, eso sí. Como si fuésemos presos en régimen abierto.
Quizá por eso y después de darle muchas vueltas, apareció en mi memoria este fragmento de Así habló Zaratustra:
¿Qué significan esas casas? ¡En verdad, ningún alma grande las ha colocado ahí como símbolo de sí misma!
¿Las sacó acaso un niño idiota de su caja de juguetes? ¡Ojalá otro niño vuelva a meterlas en su caja!
Y esas habitaciones y cuartos: ¿pueden salir y entrar ahí varones? Parécenme hechas para muñecas de seda; o para gatos golosos, que también permiten sin duda que se los golosinee a ellos.
Y Zaratustra se detuvo y reflexionó. Finalmente dijo turbado: «¡Todo se ha vuelto más pequeño!».
(Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Parte III, «De la virtud empequeñecedora»)
Interludio musical
De vuelta ya con ustedes, para que la rentrée sea un poco más suave, les dejo con esta preciosa melodía cantada por una artista a la que descubrí por casualidad: Audra McDonald. Probablemente en España sea más conocida por su papel de doctora en la serie «Sin cita previa», spin-off de la serie «Anatomía de Grey»; pero podrán comprobar ustedes que esta mujer, además de ser actriz talentosa, tiene una voz estupenda (tesitura de mezzo-soprano) al servicio de la canción Simple Little Things (que podríamos traducir muy libremente por «Esas pequeñas cosas»). Así pues, les dejo con ella y así hoy no hablaremos de política, porque simplemente da grima el tema…


