TeleHuelga


Desde hace algún tiempo quienes vemos Telemadrid, ya sea dentro o fuera de la Comunidad, tenemos que soportar letreritos del tipo: «Debido a la huelga de trabajadores de Telemadrid, la programación queda interrumpida. Rogamos disculpen las molestias» o cosa parecida. Como ya se me ha terminado la paciencia –y a pesar de que prometí a mon petit chou-chou no escribir en el blog hasta nueva orden–, no me queda más remedio que hacerlo porque esto ya pasa de castaño oscuro y se me han inflado las narices. Así que vamos a empezar a analizar el asunto.

Primero de todo, ¿por qué esos trabajadores se ponen en huelga? Según entiendo, piden mejoras salariales (o sea, más pasta: «el que no llora, no mama»). Objeción: es sencillamente indecente que esos señores pidan aumentos de sueldo cuando vamos cono una flecha hacia los 5 millones de parados (recordemos que ZP dijo que «no llegaríamos a los cuatro millones» cuando ya sabíamos que sobrepasábamos sobradamente esa cantidad). Segundo: ¿de qué «trabajadores» estamos hablando: de los «de a pie» o los liberados sindicales? Si es de los primeros, quizá la cosa podría pasar; pero si hablamos de los segundos, esos liberados serán cualquier cosa menos mileuristas.

Desechada, pues, la única razón sensata por la cual esos «trabajadores» podrían ponerse en huelga, hemos de buscar otro camino. En lo que se refiere a Madrid, todos los caminos tortuosos pasan por Ferraz y llegan hasta Miguel Fleta, 8. Cabe suponer, pues, que el camarada Gómez, que ha recibido la orden del Caballero-Kadosch ZP de conquistar «Madrid como sea», está detrás de todos los embrollos y desplantes que últimamente está sufriendo el PP.

¿Es descabellado pensar que los famosos liberados sindicales son los clavos rojos con que ZP, Lerele Pajín y especialmente el camarada Gómez quieren crucificar a Esperanza Aguirre? No, no lo es. Por eso cada dos por tres aparecen varios de esos señores intentando amedrentar al consejero Güemes. Es su trabajo y les pagan muy bien por hacerlo. Por si esto fuera poco, en alguna ocasión hasta se ha demostrado que ni siquiera eran trabajadores, sino profesionales de la manifa vendidos al mejor postor. Como si estuviesen diciendo: «¿Dónde y a quién hay que dar la campanada?». «A tal sitio, a tal persona y a tal hora». «¿Cuánto nos vais a pagar?». «Os pagamos tanto». «Hecho».

De esta manera se explicarían las movidas contra el consejero Güemes y otros miembros del Gobierno regional. O la visita des pauvres travailleurs al Parlamento madrileño, prometiendo que «la próxima sería con dinamita». Mal le salió el asunto a la bruja Maruja (Maru Menéndez), portavoza (que diría la Bibiana) del PSM y anfitriona de la asonada obrera. Por salirle, hasta le ha salido un obispo en el sobaquillo que canta como una almeja a cuenta de su compañero sentimental. Y todo por un quítame allá esos dineros y una cooperativa de viviendas (asunto que se parece peligrosamente al de la PSV, con el que Felipe González se quitó de encima al molesto Nicolás Redondo, Sr.), lo cual tendrá que determinar un juez.

Pero hay algo más sorprendente aún. Teniendo, pues, en cuenta, que se trata de huelgas políticas –y como tales, non sanctas–, no se entiende cómo la dirección de la empresa no ha tomado ya medidas fulminantes de despido, como las que se contienen en el artículo 54 del ET. Naturalmente, con el respeto debido a las garantías de los «representantes (¿?) de los trabajadores». Pero no se merecerían, en nuestra humilde opinión, otra cosa que un despido disciplinario.

En cuanto a las razones de las movidas en Telemadrid, no hay que ser muy Sherlock para adivinarlo. La izquierda sabe que para lograr una posición hegemónica tiene que controlar los medios de comunicación, para que todo el mundo vea lo que ellos quieren ver y como ellos quieren que lo veamos. Dado que Telemadrid se resiste, sencillamente, hay que joderla. Y lo extraño es que Esperanza Aguirre, tan poco amiga de andarse con remilgos, no haya tomado ya cartas en el asunto. Mientras tanto, no aparten la mirada de televisor y deléitense con la contemplación de la Carta de Ajuste, así como con los estimulantes rótulos que de vez en cuando emite el Comité de Servicios Mínimos…

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Autor: Aguador

Mi vida personal no tiene gran cosa de interesante...

2 opiniones en “TeleHuelga”

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