Apagados los ecos de la celebración de ayer (hasta las dos de la mañana duraron aquí celebrando) sólo cabe decir una cosa: GRACIAS, SELECCIÓN. Gracias a Andrés Iniesta, a quien vemos en la foto en el momento de otorgarnos el derecho a levantar la Copa del Mundo. Gracias a Iker Casillas, como siempre magnífico, evitando por tres veces que Robben nos metiese un gol. Gracias a Carles Puyol, cuyo cabezazo contra Alemania nos metió en la final. Gracias a Xavi Hernández, ese gran organizador del juego. Gracias a don Vicente del Bosque, el entrenador. Gracias a todos los que jugaron ayer la final. Gracias a los que estuvieron en el banquillo, animando siempre. Gracias a todos. Ayer todos ellos inscribieron en letras de oro el nombre de España en la historia del fútbol.
Atrás quedan las bravuconadas previas a los partidos de algunos diarios (del normalmente circunspecto Times, por ejemplo). Atrás queda el mal comienzo con Suiza. Atrás quedan, incluso, los mezquinos comentarios de algunos propios (supongo que el señor Urbaneja no tendrá ahora nada que decir de Iker Casillas). Incluso queda atrás el hecho -que algunos diarios pondrán de relieve seguramente- de que venciésemos sólo por un gol y en la prórroga. Por otro lado, también es verdad que el equipo que teníamos enfrente no era precisamente fácil: nada menos que la Holanda que quedó subcampeona en 1974, 1978… y que creyó que con España podía darse la revancha. Y queda atrás también la lamentable miopía del árbitro en tantas ocasiones.
Pero no quiero caer en el «Todos somos…» o en el «Somos cojonudos». El triunfo corresponde por derecho y en exclusiva a los jugadores de la selección y a quienes más cerca estuvieron de ellos: entrenador, preparadores, fisioterapeutas, equipo médico… Lo que sí podemos decir nosotros es «Tenemos una selección cojonuda», porque eso es bien verdad. A nosotros lo que nos cumple es seguir el ejemplo y exigir que España sea una nación fuerte y unida, como la selección. A pesar de que España en lo político sea un circo con diecisiete pistas en las que no falta un payaso que se cae de culo cada cinco minutos. A pesar de que a los directores del circo les interese que esto siga así por mucho tiempo.
Por eso hoy voy a compartir con ustedes esta canción, que viene al pelo para el tema que estamos tratando. Que la disfruten con salud y… ¡VIVA ESPAÑA!
P. D. Del «millón» de personas que dicen fueron a la manifa del sábado en Barcelona, ¿cuántas verían el partido de ayer? Se corren apuestas…
P.D. 2ª. Que se fastidien los que han querido hacer propaganda política con «La Roja». España ganó ayer de azul (y no creo que por eso la llamen «la División Azul», ¿verdad?).
Totalmente de acuerdo!. ¡Han sido estupendos (a pesar de no entender), han dejado el nombre de España en lo más alto que se puede estar, como Ella se merece!. ¡Con lo hundida que esta la pobre, por culpa de ZP!. ¡Esto ha sido como una brisa, un respiro hondo!.
¡ Pero recordad todos que es La Nacional o La Española, ¡No la Roja!.¡Magnifica canción,»We are the Champions», ¡Que bueno era el grupo Queen!.
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Solamente diré una cosa: ¡VIVA ESPAÑA! :-))
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Evidentemente es una alegria el hecho de que hayamos ganado el Mundial.
Pero dicho esto, me parece desaforada tanta algarabia ante semejante acontecimiento.
Más aún cuando este país ha sido (y es) incapaz de movilizarse y de salir a la calle cuando atravesamos un auténtico drama con más de 5.000 .000 de parados, nueve millones de pobres y 1.200.000 que comen diariamente en Cáritas.
Y respecto a la profusión de banderas españolas que engalan estos días nuestras calles y plazas es un puro espejismo que no nos debe engañar.
Sólo es patriotismo futbolero.
Todos los que ahora enarbolan banderas españolas no moverían un dedo pasado mañana si Cataluña optara por un proceso independentista.
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Cierto. Y mañana ZP irá al Debate del Estado de la Canción, donde dirá unas cuantas gilipolleces y vaguedades, y Rajoy, el «hombre con sentido de Estado», le contestará otras tantas. Pero como son todos de la misma casta, hasta que la realidad no les muerda en su propio patrimonio no harán absolutamente nada para arreglar la situación (a no ser que se trate de arreglar la suya). Y es que ni siquiera tenemos el consuelo de poder votar a una tercera opción amb cara i ulls («con cara y ojos»), como decimos en Cataluña, una opción que mire más allá de los mezquinos intereses partidistas.
En fin, preparémonos para lo peor hasta fin de año…
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