Como les decía en una entrada anterior, el nuevo PP (que no «el PP de Aznar», como Rajoy y sus mariachis han vendido en campaña) no ha entrado con buen pie en el Gobierno de la nación. Naturalmente, los tamagotchis del PP dicen que son «cuestiones menores» (o «de protocolo», que manda huevos) y que lo importante es «ponerse a trabajar para sacar adelante el país».
Más allá de lo que se machaque en las redes sociales, es cierto que no hemos dado a Rajoy los 100 días, queja común entre los adoradores marianistas. Claro que no se los hemos dado: nemo dat quod non habet. No tenemos tiempo. Y aunque es cierto que la corrupción de 7 años no se puede borrar de un plumazo o en dos semanas, ya que no disponemos de esos 100 días, podrían haber tomado algunas decisiones con más tino, porque algunas de ellas chirrían en los oídos de algunos que finalmente nos dejamos llevar por el sonsonete hay que desalojar a ZP.
Según el Gobierno, parece que todos los países de nuestro entorno nos meten prisa: Francia, para que nuestro déficit no lo tengan que pagar ellos (a escote, pero pagarlo, según Sarko). De ahí que Montoro se haya dado prisa en arrearnos un impuestazo (Los Clones ya han rebautizado el IRPF como «Impuesto de Rajoy Para Fastidiarnos»). Impuestazo que, naturalmente, recae sobre las castigadas espaldas de los mileuristas (a los ricos es mejor no espantarlos, que se van), anteriormente conocidos como «clase media»; sí, ésa en la que nuestros políticos no creen a pesar de ser su mayor granero de votos.
Parece ser que nadie le ha dicho a Montoro y a su equipo que en una nave que hace aguas, lo primero es achicar y tapar las vías de agua. Traducido a román paladino: cortar los gastos superfluos, poner firmes a las CC.AA. (a todas) y racionalizar el gasto en todo el espectro administrativo. Que no falte de lo necesario (Sanidad, Justicia, Educación) y que se corte lo absolutamente extravagante (embajadas). A las CC.AA. habrá que recordarlas que no son mini-Estados, sino partes integrantes de la Nación española, que conforme al art. 2 de la Constitución se rige por los principios de autonomía y sobre todo, de solidaridad entre sus territorios (más apremiante en los tiempos que corren). A no pocos municipios (de todos los colores) que ahora están tiesos pero que hace 5 años gastaban lo que no está en los escritos, lo mismo. Sin embargo, Montoro ha preferido empezar por los contribuyentes y sus familias. Claro: «bien me meto con quien puedo». Se le entiende todo, D. Cristóbal.
Por su parte, los USA al parecer también han tenido mucha prisa en decirle a Mariano lo que tenía que hacer. «O te pones las pilas con el tema de la piratería informática y cultural, o te ponemos en la lista negra (de países con los que no se hacen negocios)». Dicho y hecho. En campaña hablaban de «suprimir el canon». Bien: lo han «suprimido». Ahora hablan de «compensación por copia privada»… que en el fondo es lo mismo, pero más explicado.
De las medallitas mejor ni les hablo, porque ustedes y yo nos empezaríamos a cabrear y, como decía el gran Pazos, «vamos a llevarnos bien…». Que también tiene mucha guasa que los tamagotchis del PP intenten justificar la concesión de las famosas medallitas (a Dios gracias no pensionadas) como una «cuestión de protocolo». Produce irrisión (cuando no irritación) leer el art. 1 del RD 2395/1998, que contiene el Reglamento de la Orden de Isabel la Católica, concedida a ZP:
La Orden de Isabel la Católica tiene por objeto premiar aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que redunden en beneficio de la Nación o que contribuyan, de modo relevante, a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la Nación española con el resto de la comunidad internacional.
En estos casos, como se suele decir, «sin comentarios». Hay una afrenta añadida, que es la de que a un masón (que además se ha distinguido por estorbar a la Iglesia tanto como ha podido) se le conceda una condecoración advocada por la más católica de nuestras reinas. Pero en fin, supongo que eso Mariano no lo tuvo en cuenta. Como tampoco debió de tener en cuenta que la política de ZP se orientaba en todo a echar de la vida pública al PP (antes de cambiar, claro) y también a toda la disidencia enfrentada a su proyecto totalitario, ya fuera mediante cordones sanitarios (Luppi dixit), pactos tinellescos y leyes de desmemoria histérica. Por tanto, no se entienden ni la «cortesía» ni el «protocolo» con los miembros y miembras del Gobierno más nefasto de la democracia.
Finalmente, el affaire
Vela. La señora Carmen Vela, científica pero sobre todo zejatera de pro, ha sido promovida a sucesora de Cristina Garmendia, que ya podrá dejar de aburrirse en los Consejos de Ministros y volverá su Donosti del alma. Dos cuestiones se plantean ante semejante nombramiento:
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De lo que va trascendiendo sobre esta señora (envidias profesionales excluidas), parece que lo que más ha pesado en la decisión de Guindos ha sido la intima amistad de la susodicha con la esposa del ministro, dado que sus capacidades científicas no bastan por sí solas, al parecer, para garantizarle semejante promoción.
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Segundo y más sangrante. El PP da la matraca constantemente con los 700.000 afiliados que forman sus huestes. La pregunta es: ¿no había, entre esos miles de afiliados, algún científico que pudiera suplir o incluso superar las capacidades políticas (pues político es el cargo para el que se la ha designado) de la señora Vela? Vaya por delante que lo que nos preocupa no es tanto que esta señora no sea militante del PP, sino que lo sea de la pesoe. Un topo más a la vista.
Repito: no podemos dar a este Gobierno los famosos 100 días. Y han empezado con mal pie y tropezando. Deberían hacerse a la idea de que son pilotos de aviación: a 10.000 metros de altura el piloto no tiene derecho a equivocarse, pues cualquier equivocación puede ser mortal. Porque para actuar como los socialistas, que van por la vida con venia errandi, era mejor que siguiesen ellos. Siempre es mejor el original que una mala copia.
Yo no quiero ser pesado ni redundante, pero a estas alturas, pensar que entre el PP y el PSOE hay alguna diferencia en cuanto a la agenda o la finalidad, más allá de diferencias superficiales, es un poco ingenuo. España se constituye en un Estado Democrático, Social y de Derecho y, se presenta el «apodo» de «Social» como una positiva evolución política de la sociedad. Asimismo, estamos en una Europa «Social», y una banca internacional «Social» y una ONU «Social», y hasta una Iglesia «Social» nacida de la Teología de la «Liberación». El mundo gira «Socialmente» y lo seguirá haciendo con PP o con PSOE, o con PPSOE. Llevamos grabado a fuego en los genes de la conciencia social las siguientes mentiras:
1) Que la democracia es el mejor sistema de gobierno que existe. Con defectos, pero a pesar de ellos, el mejor.
2) Que hay que ser solidarios y socialmente responsables con los más necesitados.
3) Que la ciencia y el racionalismo relativista, es la única religión infalible
4) Que, como guinda del pastel, todo ello se consigue con Gobiernos fuertes que se ocupen de gestionar la vida pública y privada de los ciudadanos.
Y en base a estos principios, la derecha y la izquierda de este país programó una transición, y la izquierda y la derecha europea, derribó el muro de Berlín y nuestros amigos americanos y rusos establecieron una paz fría.
1) La democracia no es el mejor sistema. La democracia es un sistema colectivista. Es un sistema soc.ialdemócrata. Es un sistema socialista para socialistas de derechas y de izquierdas. Intervencionista, negligente y desconsiderado e injusto con el ser humano. El ser humano se rebeló contra el poder el el siglo XVIII y XIX para evitar lo que hoy se ha conseguido. Que el poder someta la voluntad y la libertad individual. Se luchó por la Igualdad, la Libertad y la fraternidad.
Por arte de birlibirloque, la igualdad de la esencia y el valor del ser humano, se ha transmutado en un concepto «social» en el que se debe discriminar y hacer trato desigual para corregir las diferencias de los grupos humanos y hemos asumido que la discriminación positiva organizada por el estado, está bien (aunque te pueda llevar a prisión preventiva SOLO por ser hombre). Esta igualdad, nos lleva por arte de magia a un concepto «social» de la igualdad, que obvia toda diferencia anatómica y funcional y que permite el matrimonio de homosexuales (que por otra parte, es una realidad no explidada ni explicable pero que hay que tolerar). Y así, socialmente, nos quedamos sin la igualdad en la democracia. Total: ¿para qué? ¿hay alguna diferencia con la democracia arbitraria de Hitler o de Stalin?
Por arte de magia, el ciuadano es conminado a obedecer y a someterse al pago abusivo de impestos con los que someter su propia voluntad. Su libertad se limita a poder hacer dentro de las leyes, lo que quiera con el dinero que el Estado le ha permitido disponer después de inpuestos. El Estado, no hace una Ley que prohiba la adicción de tóxicos en el tabaco pero si que hace una norma que te prohibe fumar en determinados sitios. La libertad del hombre se ha limitado en función de la necesidad social, en todas las esferas de la vida privada. porque, la limitación de la libertad, es esencial para la convivencia democratica y «Social». Por un lado, la libertad queda mutada por las limitaciones que la «convivencia social» impone y, por otro lado con la coacción racaudatoria del Estado, para hacer frente a todas sus políticas anti libertad: sanidad pública universal y descontrolada, enseñanza pública igual, justicia burocratizada, seguridad ciudadana al servicio del poder, etc, etc, etc. Tienes que pagar la soga con la que te atan. En eso consiste la «libertad social» ¿Hay alguna diferencia con el despotismo ilustrado?
La fraternidad, sin que podamos ignorarlo, se ha translocado en «talante» y «solidaridad». Hay que tolerar al que es diferente, en beneficio de la sociedad y hay que ser solidario con el que menos favorecido está, eso sí, antetodo, en la redistribución de la riqueza. Nada nos queda del amor al ser humano, la compasión y la caridad, todos ellos atributos personales y de independiente ejecución, para pasar a conceptos «sociales», «deconstruídos» y construídos en base a las necesidades de la sociedad moderna.
Estos son los principios rectores de los socialistas de derechas y de izquierdas, adoradores de la democracia y del relativismo. Por eso, Rajoy, no derogará la Ley anti-tabaco (no he fumado en mi vida), ni la del aborto, ni bajará los impuestos, ni quitará las autonomías, ni liberalizará la salud, la educación, el mercado laboral o la justicia. Dará novación a las normas injustas preexistente y añadirá alguna más.
Por el bien de la Democracia (que nunca funcionará como sistema político)
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