No se crean ustedes que es una pregunta retórica. Quizá debiera preguntar si «hubo alguien alguna vez» allí donde debieran vigilarse los dineros públicos y su uso. Yo creía que se trataba de sitios como el Banco de España, o la Intervención General del Estado. La lectura del artículo del maestro Carrascal en el ABC de hoy, aunque sea poca la sangre que ustedes tengan en las venas, se la hará hervir. Como se la hará hervir el «cuadro de honor» de los diezmileuristas de ZP que publica ABC en sus páginas 26 y 27 de su edición de hoy.
La respuesta a la pregunta: no hay nadie. El septenio terrible de ZP vació no sólo las arcas públicas, sino que también vació de contenido y de personal los organismos de control de las mismas. A partir de 2004 se consolidó una forma de gobernar que sólo incluía a los de la burbuja; burbuja que no es la inmobiliaria, sino esa burbuja en que viven todos los miembros y miembras de la casta, ajenos absolutamente a lo que ocurre extramuros de esa burbuja. Vean, si no:
Aquí se ha robado a mansalva, aquí se han llevado el dinero y cuanto pillaban por delante a espuertas. Aquí se ha entrado a saco en las arcas del Estado, en los presupuestos municipales, en las Cajas de Ahorro, en las dietas de libre disposición, en los cursos de formación, en los festejos de relumbrón, en las ONGs más variopintas, en los organismos más chuscos. Sin el menor reparo, el menor pudor, el menor control. Todo servía para llevarse un buen fajo, o un buen puesto, a fin de cuentas «el dinero público no es de nadie», como decía aquella ministra, mostrando la ignorancia y desvergüenza de una clase política que aún no se ha enterado que el dinero público es de los contribuyentes.
Entiéndase «clase política» a todos los niveles y de todos los colores. El saqueo organizado de las arcas públicas (y semiprivadas de las Cajas de Ahorros) se estructuró en los años 80, explotó en los 90 y ahora, en la primera década del siglo XXI ya es un hábito o enfermedad endémica, que hace que cualquier alcalducho de población mayor de 1.000 habitantes desee poseer un coche oficial como el que tiene el jefazo provincial de su partido. Éste, a su vez, quiere un chabolo como el que se ha montado el jefe regional, que al mismo tiempo es alcalde de una población grande y senador por real designación (no hay problema: es un acto debido y al Rey no tienen siquiera que gustarle los pájaros que le presentan. Él firma y ahí se acaba su cometido). Pero hay más: el político siente envidia del banquero y quiere ponerse a su mismo nivel, por aquello de que «ya que ha entrado en política a «servir al pueblo», al menos que le compense». Y el banquero pasa amigablemente una mano sobre el hombro del político y le dice: «Nada, hombre. Tú cuando termines de «servir al pueblo» me vienes a ver y hablamos de lo tuyo».
Eh, ¿sigue sin haber nadie? Es posible que no. ¿Cómo va a atacar el nuevo Gobierno de Rajoy este sistema de expolio organizado si al día siguiente de dejar la poltrona ellos también van a apuntarse a este cambalache? ¿Acaso ellos no van a ser diezmileuristas pensionistas? De ahí bajando hasta el electricista gallego que se cree legitimado para robar una obra de incalculable valor simplemente porque ve hacer tal cosa a quienes deberían dar ejemplo. E por qué eles sí poden e eu non? Y todo ello, cuando hablamos de unos señores (el gobierno anterior) que deberían estar juzgados y no condecorados y pensionados por «cuestiones de mero protocolo».
Terminamos con cita:
«Cuando los de arriba pierden la vergüenza, los de abajo pierden el respeto» (Friedrich von Hardenberg, Novalis).
Estos son los ingredientes que ha utilizado la ‘progresia’ para cocinarnos:
1.- La Sociedad está formada por Ricos y Pobres. 2.- Los Ricos explotan a los Pobres y los emplean con sueldos miserables. 3.- Los dineros públicos no son de nadie. 4.- Hemos sido votados por los Pobres para administrar con ‘justicia social’ y acabar con los abusos.
Partiendo de estas premisas, cuales han sido ‘los resultado de la gestión de dicha clase política’ a la que parece que nadie explicó jamás lo que la tradición establece (nunca exenta de malos ejemplos), que a las elites y/o clases dirigentes siempre les correspondió la Ejemplaridad, del mismo modo que a las masas les correspondía la Docilidad.
Hoy, es ampliamente sabido que España No disfruta una Democracia al uso, sino que padece una Partitocracia (ver en wiki) intervenida y tutelada, por los dos partidos políticos mayoritarios; y que son estos con el consentimiento de la Mayor instancia, los que han amañado la Justicia, la Prensa, la Banca, los Sindicatos y las Patronales para sacar según sus teorías a ‘España adelante’.
Ya en el Abril-08 previo a las Elecciones Generales, este humilde pensador, avisó del abismo que se visualizaba (Ver P#04 en mi Blog).
Termino aquí porque, ¿quién necesita hoy más detalles del derroche, la ruina y las calamidades que como consecuencias nos toca y tocará pasar a nosotros y a nuestros descendientes?.
Un abrazo y Dios proveerá.
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Completamente de acuerdo con tu comentario, Josevi49. Y añado que a día de hoy la religión progresista se profesa prácticamente en todos los lados del espectro con representación parlamentaria, y de forma particularmente intensa en los partidos «administradores del consenso». Que para mí, y en otra línea de pensamiento, es una especie de Restauración 2.0, con el agravante de que ninguno de los partidos muestra la altura de miras (dentro de la poquedad que era el «turnismo 1.0») de un Cánovas o un Sagasta.
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