Perdonen ustedes la poca corrección política del título de esta entrada, pero después de una pequeña reflexión, no se me ocurre mejor calificativo para José Manuel Gómez Benítez & friends, vocal del Consejo General del Poder Judicial y ejecutor material de la pasión y muerte de Carlos Dívar como presidente del máximo órgano de gobierno del Poder Judicial. Pero vayamos por partes.
En primer lugar, parece ser que el señor Dívar tuvo arte o parte (o, por el contrario, no quiso tener arte o parte) en el enjuiciamiento y posterior condena del ya ex-juez Garzón, mártir reciente de las huestes progres. Ése, indudablemente, es un punto en contra del señor Dívar. Para las huestes progres es un horror y una ofensa que se pretenda la aplicación de la ley (artículo 117.1 de la Constitución) a uno de los suyos. Más o menos como cuando la Generalitat no aplica las sentencias de los Tribunales que no le convienen (y no pasa nada, además).
Además, para las huestes progres el señor Dívar era objeto de anatema (laico, of course) por haberse declarado públicamente como católico. Los «lacios» (anticatólicos, en realidad: para qué nos vamos a engañar si a las otras religiones que conviven en España ni las mencionan) pretenden que quien haga pública declaración de catolicismo no pueda ostentar cargo público alguno. Por mucho que ellos no lo admitan, es una forma de persecución del catolicismo. Otro punto en contra.
Hasta aquí, las razones de corte ideológico. Vamos a lo oficial. Y lo oficial (la «acusación») es que, al parecer, el señor Dívar aplicó al presupuesto del CGPJ cantidades gastadas en viajes privados, es decir, que debiera haber puesto de su bolsillo. También al parecer, el señor Dívar dejó de presentar facturas que demostraran que pagó de su bolsillo esos gastos. Y, con su pétreo silencio, el señor Dívar perjudicó su causa, no sabemos si para proteger a alguien o por otra razón. Por otro lado, la regulación de los gastos de los miembros del Consejo es de 1995 y, a lo que parece, bastante permisiva respecto de lo que puede hacerse o no dentro de unos límites bastante laxos.
Y además, se desliza la especie (sin comprobar, pero como dando a entender que en los círculos en que se movía el señor Dívar era vox populi) de que «el Presidente del CGPJ tiene un querido», con la inestimable colaboración de algún medio de comunicación). Y se dio a entender que el señor Dívar callaba para proteger esta clase de intimidad. Ciertamente, no nos importa si el señor Dívar tiene querido, querida o queride; si bien no se puede negar que hoy todavía tiene algún peso social esa clase de consideraciones en cuanto a los cargos públicos. La cuestión es que se le acusó de cierta cantidad de viajes a Málaga con su querido, querida o queride que no pagó de su bolsillo.
Y así se desarrollaron las cosas. En el primer round se acusó al señor Dívar de malversación de caudales públicos. Estamos hablando de una cantidad relativamente pequeña: 20.000 euros y pico. Y digo pequeña porque otros miembros y miembras pertenecientes a la casta político-bancaria que soportamos han robado mucho más y se han ido de rositas. No obstante, el TS no encontró indicios de delito en la conducta del señor Dívar.
Perdido el round judicial, que hubiera supuesto la victoria por KO técnico, intentaron otra vía: la de la dimisión por la decencia. Uno se imagina a una de esas Ligas para la Decencia que tanto predicamento tuvieron en los USA. Algo como esto…

Se oyeron voces pidiendo la dimisión del señor Dívar «por decencia», porque «lo que había hecho era legal, pero no ético». Ese camino sí dará resultado: hasta el Rey dio la espalda al señor Dívar y Gómez Benítez y sus garzonitas se frotaron las manos. La dimisión se produjo pocos días después del desplante del Rey.
Pero, ¡oh, problema! Resulta que ahora quienes pidieron la cabeza en bandeja de plata del señor Dívar no quieren ser investigados. Porque partíamos de la base de que «los que han consumado esta acción son hombres dignos». Bien, al parecer, no tanto. Porque si obraron rectamente, ¿acaso debían temer algo por enseñar sus cuentas de gastos? Y si no obraron rectamente, ¿temerán el peso de justicia y, sobre todo, el de sus propios argumentos aplicados a los demás pero no a ellos, como manda el canon progresista? De ahí las salidas por peteneras referidas al Gran Hermano. Pero nada tendría de particular: los ciudadanos, desde el momento en que pagamos el sueldo de Gómez Benítez, tenemos derecho a exigirle cuentas de lo que hace con el dinero de todos. Algo que ese señor y quienes están de acuerdo con él no entienden. Y que tampoco entienden que cuando se lanza una acusación, hay que procurar no estar en el mismo caso del acusado, porque en tal caso la acusación pierde absolutamente toda su fuerza moral.
Que los progres, sean de salón o vistan puñetas, traten de darnos lecciones de ética, mueve a la más irónica de las sonrisas. ¿Comprenden ahora el por qué del título de la entrada? Y aún nos queda una pregunta: ¿por qué eligió ZP precisamente a Dívar?
Evidentemente, esas sucias maniobras contra Divar son ciertas. Pero no es menos cierto que si Divar hubiera estado limpio nadie podría haber contuberniado en su contra. El problema no es que sea o no gay, ese fue un toque rastrero y de mal gusto, el problema es que no dió, en realidad, explicaciones de sus gastos, siempre en fines de semana y en el mismo lugar. Es posible que sea legal, pero no ético. Lo de las moralinas se lo pueden ir metiendo por el arco del triunfo.
Todos los jueces del Supremo nos deben AHORA una explicación y sus gastos deben salir a la luz pública, máxime con la torrija que han montado porque les han quitado sus bugas oficiales.
Y deberemos estar vigilantes porque, para mí, que estos son muy capaces de indultar a la garza gorda. Quizá no debieran hacerlo…..por decencia. Que no es exáctamente lo mismo que la ética puesto que la palabra decencia implica tintes morales que no vienen al caso.
Me gustaMe gusta