Tal y como les prometí, aquí va la segunda parte de la entrada anterior.
¿Modus operandi? Uno: controle usted a la prensa local, que es la que mucha gente lee junto con un diario de tirada nacional, vía subvenciones directas e inserción de publicidad institucional. No se atreverán a decir ni pío contra las cacicadas que usted se dedique a perpetrar por miedo a no saber si vivirán para ver el mes siguiente cuando usted les corte esa importante fuente de ingresos. Importante también: consigna no escrita es que ningún medio desafecto debe aparecer en los bares donde el rebaño pueblo toma el café o la caña (o más de un café o más de una caña: seamos amplios). En la misma dirección, si en el local hay una televisión, ésta no debe emitir imágenes de medios nuevamente desafectos. El rebaño pueblo sólo debe tener una versión de la realidad, con ligeros matices dependiendo del lugar en que se emita y de la presunta ideología del mismo. Y ése es el papel de su medio de usted. No hay contradicciones con la realidad cuando la única vía de información real es la suya.
Otro tanto se diga de los medios audiovisuales. Usted debe tener uno y éste debe ser instrumento de su política, por encima de otros que la «democracia» permita crear. Hoy la censura se llama «línea editorial», y en Cataluña, «editorial conjunto». Si usted, propietario de un medio de comunicación, se permite el lujo de no acudir al toque a rebato del poder para la defensa nacional (catalana) o el progresismo (en otras regiones), verá usted cómo se quedará sin licencia para emitir; o, si le dejan seguir emitiendo, verá cómo le hacen la vida a cuadritos (actividad que es una verdadera adicción para ciertos elementos incrustados en la Administración). Incluso puede ser que le metan en una lista negra y por esa sola razón le nieguen subvenciones y le resuelvan recursos en contra cuando pida o proteste. Hasta que se canse. La Administración no tiene prisa cuando cumple órdenes políticas; recuérdelo.
Dos: metidos así en el bolsillo aquellos medios cuya obligación fundamental es proporcionar al rebaño pueblo una instantánea diaria veraz de la realidad, tiene usted el camino expedito para proveer al pueblo de ideología en vez de información. En el caso catalán es la construcció nacional, que desde este blog ya hemos denunciado que no se trata sólo de Cataluña, sino de lo que los ceballuts llaman «Països Catalans»: es decir, a Cataluña hay que añadir Valencia y Baleares, así como una parte de Aragón (la Franja, aunque dudo mucho que se quede ahí el proyecto, mal que les pese a los maños). El fantasma de conceptos nacionalsocialistas como el de lebensraum vuelve a cabalgar disfrazado de «construcció nacional». Así pues, todo lo que favorece a ésta es bienvenido en los medios, mientras que lo que la perjudica, como los recortes y los rescates y todas esas molestas «medidas de ajushte» es calificado de atacs feixistes a la nació catalana –en el caso de otras regiones se puede vender como «ataque (fascista, of course) al derecho a la autonomía de la región»–. El acoso es de tal calibre que uno o bien se convence o bien deja de ver y leer los medios afectos.
Y tres. Naturalmente, la joya de la Corona: actuar directamente sobre el rebaño pueblo. Esto se consigue de dos maneras: la primera, dividiendo a los ciudadanos en buenos y malos. O en «progresistas» y «fascistas», en «abertzales» y «txakurras», o en «catalans de soca-rel» y «xarnegos» o «españolistas». Y enseñar desde pequeños que, en la práctica, el país conocido no es España, sino la Comunidad Autónoma. «España» sería, según el estándar del Conocimiento del Medio, una entelequia general, pero no real. Por eso en Cataluña se enseña a los más pequeños y a los nouvinguts («newcomers»), que el país en el que se hallan es Cataluña y no España.
Que ésa es precisamente la otra forma de actuar sobre el rebaño pueblo: la educación, que los niños tragarán porque no tienen defensa alguna y muchos padres, de clase media y recursos económicos también medianos, aceptarán porque no tienen el dinero suficiente para litigar contra la Administración (aunque ciertamente hay quienes lo han intentado y el éxito, por ahora, ha sido medianejo). El efecto oveja y el temor al estigma social harán el resto. Otro éxito de la dictadura nacional-socialista que se padece soterradamente en algunas partes de España. La educación, además, es otro cierre del sistema: permite su perpetuación. Si a un niño se le enseña a obedecer en vez de a esforzarse y pensar, andando el tiempo se integrará sin problemas en la maleable masa borrega en la que anteriormente militaron sus padres. Los perfectos ciudadanos-bonsais.
Para eso sí han servido las autonomías, miren ustedes.