Habrán reparado ustedes en que la semana está resultando pródiga en pompas fúnebres. Los batuecos adoramos los entierros, aunque no sea una costumbre específicamente batueca. El negro es un color adecuado para los entierros: hace indistinguibles a las personas y los cuervos. Es una retorcida forma de sadismo acudir al entierro para ver (o regodearse en, según el caso) el dolor de la familia: la viuda o el viudo deshechos, los hijos llorosos, los parientes serios… Pero además, los entierros sirven también para reunir a la familia alrededor del ataúd y para que los enemigos del finado se hagan perdonar la enemistad frente a los deudos declamando un panegírico, el de «qué bueno era Fulano». A veces hay quien tiene un poquito más de lucidez y ve las cosas tal cual son.
Por un lado, anteayer los españolitos de a pie nos enterábamos de que Esperanza Aguirre dimitía como Presidenta de la Comunidad de Madrid y como diputada de la Asamblea. Los medios insistían en el carácter «sorpresivo» de la noticia, probablemente para llamar la atención sobre la información que ellos ofrecían. Pero quien la conozca un poco sabrá que una persona de un recorrido político tan largo no toma esa decisión ni en dos segundos, ni en dos horas, ni en dos días. Parece ser que el proceso de maduración ha sido largo, más bien de un año hacia atrás. Y en cierto modo es comprensible: entre las pullas de los de fuera y las zancadillas de los de dentro, es fácil acabar harto.
Quizá por eso «todo tiene un límite», como dijo ella. Como siempre, el tiempo dirá si las razones que unos y otros suponen tienen fondo de verdad o no. En cualquier caso, la retirada de Esperanza Aguirre deja varias sensaciones: pena entre quienes la apreciábamos por su valentía en discrepar, alivio entre sus enemigos, que ya no tendrán que estrellarse contra ella
Y ayer, por otro lado, se iba también un icono de la izquierda: Santiago Carrillo. Prescindiendo de nuestro particular deseo acerca de su destino más allá de la muerte, da mucha grima el espectáculo que se ha montado alrededor de su cadáver. Todos, como un solo hombre y ateniéndose a un guión, han alabado (!) el «talante democrático»(!!) del finado y sobre todo, «su contribución a la reconciliación entre los españoles» (sin comentarios). Dos mentiras que forman parte del acervo comúnmente aceptado sobre la nada santa Transición. La primera, porque «comunismo» y «democracia» son estrictamente incompatibles, sea cual sea la forma que adopte el comunismo. Y la segunda porque, como han recordado Pío Moa y Eduardo García Serrano hoy, la cacareada «reconciliación entre españoles» ya se logró durante el Régimen franquista y por una razón: el país estaba hecho unos zorros y había que levantarlo. Había que comer y, al margen de la también cacareada «represión», el hambre no dejaba espacio para la discrepancia ideológica. Ítem más: Carrillo «aceptó» la democracia, el Rey y la Constitución porque al Partido le convenía no quedarse fuera del reparto y de la legalidad, cosa que hubiera ocurrido de haberse mantenido él en la ortodoxia comunista.
Recordar esto hoy es, para algunos, «guerracivilista» y para otros, «simplemente de mal gusto». Y a los comunistas les viene bien que se envuelva en un manto de «perdón» y «olvido» otras acciones que no dicen tan bien del muerto. Pero para estos otros ya no habrá más justicia posible que la divina…
Magnifico y descriptivo post.
Me he permitido copiar y guardar la imagen que insertas del 70 aniversario de la matanza de Paracuellos, ya que en ella figura el nombre de uno de los míos.
Gracias por este recordatorio gráfico.
Saludos Cordiales.
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Amigo José Luis:
Ningún problema en que te lo lleves. Hay cosas que no se deben olvidar y ésa es una de ellas, aunque los buenistas digan que «hay que superar los rencores» y otras gilipolleces que precisamente a los comunistas les van de perlas para que se olvide su responsabilidad.
Un abrazo.
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Existe un tercer motivo de presión para Esperanza, la de los muchos militantes y simpatizantes que esperábamos que «diera el salto».
Carrillo ha muerto en mal momento para sus fans, con la que está cayendo pronto le han quitado la primera plana, lo recuperarán como reliquia cuando necesiten verder memoria historica a tontos e incautos.
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Al igual que en 2008, cuando parecía que la cosa podría cambiar tras el congreso de Valencia… y el PP añadió a sus himnos el horrendo estribillo de la Tamara mala:
En lo de Carrillo tienes razón. Pero mira cómo todos, tirios, troyanos y demás, se afanan por aguntar la tramoya. Me parece vomitivo que tu paisano Glez. Pons hiciera las loas de semejante personaje. Parecía un sacristan cantando els goigs de la Sibil·la 😛
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