Retomamos el ritmo de los acontecimientos, tras unas circunstancias de índole personal que nos han mantenido alejados del blog.
Y lo primero, a vista de pájaro, es observar cómo está de revuelto el patio; justo lo que los pescadores necesitan para ir haciendo el agosto y terminar de rematar lo que una vez se llamó Estado del Bienestar en España. Que resultó ser, por más que a los de siempre les cause una úlcera de diodenorl, obra de Franco. Por eso sus herederos políticos (socialistas y presuntos liberales a un tiempo), declarados antifranquistas retrospectivos, se han dedicado con renovado ardor y no menos fervoroso entusiasmo a demolerla.
El Gobierno tiene muchos frentes abiertos y espera, extrañamente, que todos ellos se resuelvan por sí solos. Espera, extrañamente, que Mas se canse de reivindicar un poble, un Estat, un líder y de entonar continuamente la cantinela victimista de «Espanya ens roba», de la cual los catalanes no nacionalistas estamos ya hasta las narices (por no decir otra cosa que también me pide el cuerpo). Parece que a Mariano le importamos una eme pinchá en un palo aquellos que, no perteneciendo a su partido, le votamos pensando que traería el cambio de verdad (ya llevamos nuestra penitencia encima).
El Gobierno espera, también extrañamente, que nos conformemos cuando actúa como si todo dependiese absolutamente de la economía. ¡Es la economía, estúpidos!, gritan el ministro DeWindows y sus adláteres. Y, por supuesto, tienen su parte de razón. La parte de razón que corresponda a la economía. Pero también «es la cultura», «es la educación», «es la comunicación». Todos ellos terrenos en que la presunta derecha que es el PP ha renunciado a dar la batalla y reconocido la superioridad intelectual (¿?) de la izquierda chekista por mor del asqueroso consexo.
Y en lo demás, guerra total al Gobierno: a falta de discurso propio, intentan hacer caer al Gobierno. Un Gobierno, para más inri, que hace lo que harían ellos, pero que no es de ellos. De ahí, por ejemplo, las huelgas (que deberían estar prohibidas por ser políticas y por tanto, ilegales) múltiples que han sufrido los madrileños: del Metro (luego nos enteramos de que son unos privilegiados), de la Sanidad (con continuas «acusaciones» de privatización, pero sólo en Madrid: ni palabra de Andalucía o Cataluña), de la Educación («biba la hedukazion puvlica i de kalida»).
La fila de desposeídos va creciendo lentamente. Esto tiene que estallar algún día. Y no sé si alegrarme o entristecerme de que la gente despierte de esta especie de temerosa duermevela. Por si acaso, dejo aquí parte de lo que podría ser la banda sonora de ese momento…
Bienvenido después de este tiempo de pausa. y como muy bien comentas, todo sigue exacatamente igual que antes: el gobierno puesto de perfil esperando que todo se solucione y como es de esperar, nada se soluciona sino que todo empeora.
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Por desgracia es así, Schwan, La imagen real coincide poco con la «imagen reflejada» 🙂
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