Hubiese querido utilizar una palabra algo más contundente; pero hubiera sonado vulgar, aunque más exacta, eso sí.
Empecemos por un comentario general. No pocos medios se han esforzado en decir que estas municipales «son una primera vuelta de las generales» o algo así. Es cierto que, si repasamos la historia reciente, las municipales y autonómicas han demostrado ser un termómetro bastante fiable de la tendencia política de cara a las generales. Pero ese mismo dato hace olvidar que quien se presenta en esas autonómicas y municipales no es la directiva nacional, sino el candidato regional o local a la alcaldía. Mi criterio personal es, por ello, que da igual lo bien o mal que lo haga el partido X o el partido Z a nivel nacional. Me fijaré más en lo bien o mal que lo haya hecho el partido X o Z si ha tenido responsabilidades de gobierno regional o local y qué candidato se presenta. Y si repite, votaré al candidato del partido X si lo hizo (razonablemente) bien, con independencia de que a nivel nacional el partido X lo haya hecho de pena. Sentado esto, vayamos por partes, que dijo Jack el Destripador.
La debacle azul, en mi opinión, tiene varios motivos que la explican. El primero de todos, el ya citado de ligar los resultados de las municipales y autonómicas a lo que ocurra en las generales. Muchas personas han votado como si quien se presentara ayer hubieran sido Mariano y su cuadrilla. Eso ha caído como una losa en los candidatos. La falta de credibilidad de Mariano, unida a las profundas emociones que suscita Montoro, han enterrado las posibilidades de esos candidatos y han provocado la fuga de votos hacia otras opciones. Ha sido el que podríamos llamar efecto Francisco Alegre:
En los carteles
han puesto un nombre
que no lo quiero mirar…
Lo que a su vez ha causado otro efecto; el de que algunos candidatos hayan hecho campaña ignorando la marca, cosa inaudita antes. Ha sido el caso de Monago y su campaña rapera. O el de Esperanza Aguirre, intentando aprovechar su carácter de oveja negra verso suelto del marianismo rampante. A la vista de los resultados no les ha valido de mucho. Incluso, en el caso de Esperanza Aguirre cabe hablar de fuego amigo: ¿cómo es posible que cuarenta y ocho horas antes y justo después de afear a Carmona-o-Revienta sus elevados ingresos, aparezcan de la nada datos fiscales bastante completos de la candidata pepera a la Alcaldía de Madrid?
Otra de las consecuencias que probablemente va a tener esa debacle azul apunta directamente a la planta noble de Génova, 13. Parece que el encontronazo en la House of Blue Leaves va a terminar de una forma distinta a la que escogió Tarantino. O-Ren Ishii se carga finalmente a La Novia aunque ésta se haya llevado por delante a su vez a los 88 Locos, ante la mirada complacida de Sofie Fatale (Carmen Martínez Castro).
Y todo porque, a pesar de ser guapa y lista, Cospedal tiene un punto flaco: el pecado capital de la gula. Nadie, al parecer, tuvo narices de decirle que «no se podía estar al plato y a las tajadas». Dicho más claro: no se pueden ejercer al mismo tiempo dos cargos de tanta importancia como el de Presidenta de Comunidad Autónoma y el de Secretaria General de un partido con tareas de gobierno sin que uno o los dos cargos se resientan.
El malestar que manifestaron algunos de los 600 cargos que acudieron a una de las reuniones previas a la campaña no fue suficiente aviso, al parecer. Por si fuera poco, la reforma del Parlamento manchego que disminuyó los escaños ha sido el clavo que ha cerrado su ataúd, pues le impide pactar con el único partido con el que podría haberlo hecho (C’s). Apostaría a que en un próximo Congreso Extraordinario la obligarán a optar entre su cargo de Secretaria y sus obligaciones con la Comunidad manchega. Eso, si no la mandan de vuelta a su despacho de Abogada del Estado.
Mucho nos tememos que el marianismo no podrá ser liquidado antes de que éste deje el PP reducido a cenizas y haya que reconstruirlo desde los cimientos. Esperemos que para entonces no sea ya tarde para España.
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