Desarrollo
Así las cosas, estamos en 2015. Los políticos han entendido el mensaje y ahora se dedican a dar la brasa también en las redes insociales. Parafraseando cierto chiste que corre por ahí, «Dios inventó las redes sociales para que las personas pudieran debatir la realidad directamente y sin intermediarios políticos, y el diablo creó los trolls y simpatizantes de partido para enturbiar el debate o herirlo de muerte».
Estamos en 2015 y, desgraciadamente, la realidad es la que es. El partido todavía en el Gobierno, el PP, sigue ahí, sin enterarse de nada, perdido en sus guerritas internas, mientras el mundo se le escapa de las manos —un servidor tampoco sabe si el mundo exterior les importa algo, fuera de pedir el voto—. Aunque tal vez no debería, voy a ponerme bíblico y recordar aquellas palabras que el dedo de Dios escribió en una pared (mene, tekel, uparsin), puesto que todo las recuerda.
El primer golpe vino en 2014, con las europeas: «Se ha herido de muerte al bipartidismo», entonaban unos con voz campanuda y otros con voz entusiasta. Y no pasó nada, ni siquiera a Arriola por tildar a Pablemos y a sus boys de «cuatro frikis que no iban a llegar muy lejos». Todo siguió igual. Algunos dijimos que no pintaba nada bien, pero es sabido que Casandra está maldita por haber rechazado a Apolo.
El segundo vino con preaviso. Primero, las andaluzas; después, las autonómicas y municipales. Mariano tuvo un año —que se dice pronto— para haber tomado nota y haber hecho los cambios necesarios, tanto en el Gobierno, como el partido, como incluso en la legislación, dada su mayoría absoluta. Pero cuando la democracia no responde a la siquiera presunta «voluntad del pueblo» (que tiene, como ya hemos visto, más de tribu o masa informe que de conjunto de ciudadanos) sino al reparto del pastel, es enervada cualquier intención honorable. Así que Mariano, more suo, ni se movió.
El tercer golpe vendrá en noviembre, sin duda. Todo porque Mariano y su cuadrilla —sobre todo ésta— ha decidido intentar repetir el escenario de 2011. Si entonces la pregunta era «¿Quieres cuatro años más de ZP?», hoy ya no se hacen preguntas: «Si no votas PP vendrán los rojos», como si ellos no hubieran tenido arte ni parte en el enquistamiento de la situación del país. Como si estuvieran todavía en la oposición (a la que probablemente volverán). La culpa, naturalmente, la tendremos los exvotantes del PP, por no querer ser voluntariamente ciegos, sordos y mudos. Por no querer votar, siquiera con la nariz tapada, al mal menor.
Esta es la propaganda de bajísimo nivel que se lleva hoy, junto con el «¡Esh la economía, eshtúpidosh!» que martillean los genoveses, sus trolls a sueldo y palmeros pro bono con mucho tiempo libre en las redes sociales. Que lo curioso es eso: uno les oye hablar y dan ganas de preguntarles «¿Es usted acaso catedrático de Economía o algo así?». Vamos, que ni Milton Friedman, Schumpeter y Hayek juntos tenían la seguridad que tienen estos señores manejando las cifras macroeconómicas que le tabletean a uno como una ametralladora. Por mucho que después se aferren al Führerprinzip y no sepan desarrollarlo, precisamente porque no tienen estudios de Economía.
A partir de ahí no caben dudas: qui non est mecum contra me est. Y si uno tiene la desgracia de toparse con uno de esos trolls a sueldo o un palmero pro bono, sólo tiene dos opciones: mostrarse de acuerdo absolutamente con él/ella/elle, lo que nos conduce a la devoción compartida al líder, o alejarse por completo en defensa propia. Intentar razonar con esas personas es adentrarse en tierra de nadie y exponerse a recibir, finalmente, una catarata de insultos.
Comprobarán ustedes, con cierta melancolía, que incluso cuando los hechos dan a ustedes la razón, es inútil. La devoción al Partido está por encima de cualquier conocimiento, buen trato o amistad. En los casos más zafios, incluso de gente que ha ido a la Universidad y se le supone un cierto barniz cultural, deberán ustedes soportar ataques personales cuando esas personas sepan que no pueden ganar la discusión.
Comprobarán que esas personas no debaten en realidad con ustedes. Su interés es avasallarles y taparles la boca, Les molesta sobremanera que no tengan la misma visión de las cosas que ellos. Les molesta mucho más el hecho de que saben que ustedes tienen razón, por mucho que exteriormente no den su brazo a torcer. Y tras haberlo intentado todo, hasta de tratarles poco menos que de traidores a la Patria sin conseguir nada, les quedará la mencionada catarata de insultos y/o descalificaciones personales. Y si ustedes pueden leer entre líneas, podrán ver escrito en letras muy grandes el gran argumento final de esta gentecilla: ¡Cállate la puta boca!
Menos mal que estamos en una «democracia». En 1984 me hubieran declarado no-persona y me hubieran mandado al paredón lo más suave.
Lo explicas divinamente… Yo he decidido cerrarla. A los cerdos no se les pueden dar perlas 😉
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Exactamente. Por eso y para no rebajarse al mismo nivel, uno optar por alejarse en defensa propia. Es una pena que haya de ser así… pero es lo que hay.
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