La progresía mundial está de luto. Muchos no saben por qué apoyaban en realidad a Clinton, pero tenían clarísimo que Trump era el demonio. Vamos, que poco más que les ha faltado representarlo con cuernos, capa roja y tridente. Luego ha habido un factor con el que no han contado: las encuestas fallaron porque ya nadie se atreve a destapar en público sus preferencias. Prefieren hacerlo en la soledad de la cabina electoral, lo cual es una puñalada trapera al candidato. Claro: uno va convencido de que tiene al establishment de su lado y que basta eso para ganar. Los votantes parecen un barullo lejano. Trump ha partido de esa primera desafección del establishment (un desprecio básico y fundamental por el votante de a pie) para construirse una imagen ganadora de «maverick frente al sistema». Una imagen que, como decíamos en la entrada anterior, bien podría haber agradado a Clint Eastwood, si no fuera porque Trump es en realidad tan sistema como Clinton.
Pero lo interesante, a mi parecer han sido dos cosas: la primera, las reacciones a ambos lados del Atlántico. Por un lado, las de los derrotados demócratas, que prácticamente han llamado a tomar la calle. Es verdad que el discurso de Trump en campaña fue incendiario y no pocas veces ofendoso y faltón. Pero el hecho es que conectó con esa mayoría WASP a la que la política de Obama de favorecimiento de minorías —especialmente la de su color— había arrinconado. Los pijos demócratas no han digerido aún que Estados que fueron feudos suyos dejaran de serlo de un plumazo. Conclusión: el pueblo useño no es tonto y prefiere a alguien que le escuche en vez de a alguien que le dore la píldora pero que en realidad no le respeta, pues se ha dado cuenta de ello. El hecho de que se hayan producido disturbios, por otra parte, dice mucho del talante poco democrático de los seguidores de Clinton. Los Estados Unidos ya no pueden blasonar de su disciplina democrática al aceptar los resultados electorales.
Segunda cosa que me ha llamado la atención: el tratamiento que se ha dado aquí a la campaña electoral useña. En prácticamente todos los medios de cierta importancia, campaña mañana, tarde y noche. Y la noche electoral, la televisión pública anunciando una macroconexión de ¡seis horas, nada menos! para «seguir en directo la campaña. Me imagino que la seguirían los adictos, pero me hace surgir una reflexión. ¿De verdad es tan importante una campaña electoral en un país extranjero, aunque sean los USA? Oyendo a los presentadores y demás, parecía como que hasta teníamos derecho a votar allí, «porque las decisiones que se tomen nos van a afectar y mucho». Ridículo. Es cierto que nos van a afectar; pero dado que no somos ciudadanos useños, no tenemos poder alguno.
Tercera cosa, las reacciones de la intelectualidad en algún medio de comunicación. Particularmente me refiero a John Carlin, que ha escrito un par de libros sobre Mandela y debe creerse merecedor del Nobel, como poco (si se lo han dado a Bob Dylan, en realidad pueden dárselo a cualquiera, porque ese premio ya se ha convertido en un concurso de popularidad). Míster Carlin ha perpetrado una deposición en Er Paí (en realidad una serie), en la que augura toda clase de calamidades y plagas bíblicas a los USA por haber elegido a ese P.T. Barnum of finance como la persona que va a dirigir los destinos de la nación más poderosa durante al menos cuatro años (puede que sean ocho). Naturalmente no lo piensa sólo él, sino que hay muchos que repiten ese mantra. Hasta los comunistas de Podemos se hacen los ofendidos cuando se les compara con él, siendo así que son tan populistas como él.
En mi opinión, Trump es un tipo listo, extravagancias aparte. Otra cosa, que sólo se ha de ver con el tiempo, es si es bueno para los intereses de su país, que es donde realmente importa. Nosotros, tome él las decisiones que tome, nos las tendremos que comer sin poder decir gran cosa al respecto porque no somos nacionales de ese país, pese a que los informativos progres (también el de la televisión pública, que es de todos, o sea, de los partidos) y quienes los dirigen nos quieran convencer de otra cosa.
Hacía mucho que no le decía lo bien que escribe? Pues eso.
En su anterior entrada sobre Trump le comenté que nunca me había fijado en la campaña electoral de los USA. Leyendo estas entradas suyas veo que a usted tampoco le ha dejado indiferente, ni tampoco a nuestros medios patrios, dicha campaña. Y es que desayunar, comer y cenar con Trump y la Hilaria dan ganas de irse a votar allá, aunque lo hayamos hecho acá hace menos de un año.
Parece que ni los medios ni las encuestas de allá, y de acá, han estado muy atinadas. Al menos con las de acá se equivocaron en contra del populismo patrio que perdió un millón de votos y el sorpaso al PSOE, que tanto deseaba el coletas. Ese chico dedicado a vender humo, el mismo humo que vende el repeinado archimillonario allende los mares. Queda demostrado que los extremos se tocan.
Espero leerle pronto.
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