Venezuela, una vez más (II)


Decíamos ayer… que el ¿gobierno? de Maduro ha arrebatado al pueblo venezolano la vida, la libertad y la propiedad. Hoy sabemos además que les han arrebatado la esperanza, pues los matones de Maduro (no me da la gana de llamarlos «fuerzas del orden») han secuestrado a Leopoldo López y a Antonio Ledezma, los dos iconos de la oposición democrática, con rumbo desconocido. Parafraseando a Churchill, «sabes que no estás en democracia cuando llaman a las dos de la mañana y no es el lechero».

Lo que me interesa destacar en esta segunda entrada son las reacciones de la presuntamente existente comunidad internacional. Que yo conozca, la mayoría de países, incluso de la zona, lo único que han hecho es levantar los brazos, o llevarse las manos a la cabeza y «condenar la brutalidad del régimen», con una hipocresía digna de mejor causa. Hace venir a la memoria el caso de Sudáfrica antes de salir del régimen del apartheid. Todos la condenaban, pero no pocos hacían bajo mano negocios con ellos. Ahhhhhhh, «es que los diamantes son diamantes aunque estén manchados de sangre». O, como decía Inglaterra en su etapa colonial, «Inglaterra no tiene amigos: sólo intereses». Axioma político internacional de un elevado seguimiento, lo que ha provocado que en la política internacional se haya alcanzado un considerable nivel de mierda. Conclusión: la comunidad internacional, según para qué cosas existe; y para otras no. Recordemos que al final la solución salió de los propios sudafricanos, como era de esperar.

Lo terrible del caso es que, aunque sea a «nivel regional» estamos repitiendo la historia. Si Maduro se va de la OEA, decidido a atrincherarse en su poder, no hará cosa distinta de la que hicieron Hitler y Mussolini en 1936, dando el portazo a la Sociedad de Naciones, sabiendo que, como tal organismo supranacional, no les impondrían sanciones y, todo lo más, se dedicarían a lloriquear sobre el «respeto a los principios de la carta». Si lo echan, otro tanto pasará. Las «naciones» son muy exquisitas en materia de intervención en países, por más que cuando les ha interesado, lo han hecho sin contemplaciones: recuérdese a Kissinger interviniendo en 1973 en Chile y en 1976 en Argentina. O Francia, que sigue metiendo las narices en los asuntos internos de sus excolonias en pleno siglo XXI.

No está de más plantearse de qué apoyos externos se vale Maduro para continuar. Son desconocidos hasta ahora. Imagino que ahora que la cosa se ha desbocado, harán como que no le conocen y será difícil encontrar rastros de su apoyo anterior. Como Teresita Rodríguez, la compañera-camarada de Er Kichi, alcalde accidental de Cádiz, desaparecida de los medios hoy, que, a preguntas de éstos, replicaba «¿Venezuela? ¿Qué es eso?». Claro que a ésa es imposible refrescarle la geografía cuando el dinero que recibe su partido para llevar un tren de vida nada proletario está manchado de sangre.

En otro orden de cosas, quisiera llamar la atención sobre dos hechos curiosos. El primero, la presencia de nuestro inefable ZP por aquellos pagos. Claro que lo entiendo: es normal que un señor como él, que no puede salir a la calle en su pueblo sin que le miren con odio, como mínimo, prefiera largarse al otro lado del charco. La pregunta, sin embargo, sigue en pie: ¿a quién representa ZP como expresidente español? Si creía Rajoy que era mejor dejarle en tierras venezolanas, por aquello de que, con lo gafe que es, Maduro iba a caer en cuatro días, se equivocó por completo. Yo mismo les responderé la pregunta: no representa a nadie en España. Hasta la logia que lo mandó allí se ha desentendido ante el estropicio. Se ha convertido en un paniaguado de Maduro y cuando éste tira de la cuerda, ZP «vuelve al orden».

El segundo hecho sobre el que quisiera llamar la atención es que algunos, en las redes sociales, han aprovechado el presunto «silencio del Papa» para atacarlo. Los mismos que se prodigan en decir que «este Papa es el demonio» y chorradas similares atacan ahora al Papa «echándole en cara su silencio ante la deteriorada situación venezolana». Lo que estas personas, que tanto se dicen católicas, no saben, es que el Papa sí ha mandado mensajes a Venezuela y sí se ha prodigado en medios de comunicación (extremo confirmado por personas que han huido de allí). Naturalmente, no se molestan en buscar. Al contrario de lo que algunos nos quieren hacer creer, los católicos venezolanos no han sido abandonados por el Papa. Otra cosa es que a los medios europeos ─y en lo que importa, los españoles─ no les ha interesado publicar esos mensajes. Añadamos a esto la pregunta de «quién maneja la información del Papa» ─me refiero a quién la maneja de verdad─ y tendremos un cuadro más completo del «silencio» del Papa. A ésos lo que les molesta es tal vez Jn 8:32.

Nota a pie de página. Valdría más que ésos que pierden el tiempo despotricando del Papa por motivos personales o de carácter más general, tratando de desacreditarle, ocultando o manipulando la información, dedicaran ese tiempo a asistir en los comedores sociales. Tampoco he visto a ninguno de ésos que pierden el tiempo acusando al Papa de «peronista», «comunista» o incluso «masón» dar un paso al frente para ayudar a esta señora. Tienen donde buscar, si quieren. No necesitamos cristianos de salón. Necesitamos cristianos de verdad. De los que creen en Jesucristo y su mensaje y no en los chiringuitos que se han montado algunos al abrigo de la Iglesia, que es Madre y Maestra, pero no tonta.

2 comentarios en “Venezuela, una vez más (II)

Gotas que me vais dejando...

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