Qué duda cabe que Ortega y Gasset fue un gran filósofo español. Pero seguramente no estuvo en su mejor momento cuando soltó esa chorrada de que «el problema catalán se soluciona con la conllevancia». Tuvo tiempo de ver cómo en 1934 Alcalá-Zamora mandaba al Ejército a acabar con la proclamació de l’Estat Català dins la República Espanyola. Sin embargo, parece ser que ese fantasma de la conllevancia planeó en las negociaciones autonómicas de 1978. El PNV puso muertos de la ETA para negociar, sin más. La Delegación catalana, más comedida, pretendió que se reconociera el el fet diferencial… para ir construyendo desde ahí la diferencia que, años más tarde, acabaría en discriminación pura y dura. Como dice Jon Juaristi en su libro «El bucle melancólico», lo que para unos fue un punto de llegada (constitucionalistas), para otros fue punto de partida (nacionalistas).
Porque la «conllevancia» se ha convertido en «sufrir con paciencia los desplantes del otro, reconocer la justicia de sus demandas y concedérselas todas». A esto hemos llegado después de casi cuarenta años de «democracia». Como decíamos en una entrada anterior, todos los Gobiernos que en España han sido han reconocido la «conllevancia» como remedio y han comprado la paz política discriminando positivamente a Cataluña. O, más exactamente, a sus dirigentes políticos. Y aun así, ni con toda esa discriminación positiva, CiU (hoy PetDeCat) consiguió convertir a Cataluña en la Xauxa de La Trinca (vaya unos, también)…
Xauxa, Xauxa,
serà una gran ciutat,
sense cap dels vells defectes
de la vella societat.
Xauxa, Xauxa,
país meu ideal,
on farem la gran disbauxa
i farem, farem l’animal.
Tienen una deuda de 70.000 millones (de euros), que se inició cuando dijeron: «Hemos de conseguir que nuestra permanencia en España les cueste más que nuestra salida». De aquellos tiempos, estos lodos…
Ahora que han parapetado a Sánchez-Camacho en el Senado ya nadie se acuerda de cómo tonteaban a cuenta del famoso pacte fiscal. Tampoco es que el PPC haya elevado mucho el perfil, a pesar de haber elevado la estatura media. Para ellos, como para Cs, el dilema es «verdad vs. lunas»: es decir, que si hablan de la verdad les rompen o pintarrajean las lunas de sus sedes.
Para los demás, al parecer, se resume todo en diálogo. El monstruo de Sánchezstein habla de diálogo, Iceta habla de diálogo… ¡hasta la Iglesia habla de «diálogo», palabra que, junto con la de «talante», me remite a los tiempos más oscuros de ZP! Recuerdo bien que cuanto más hablaba de diálogo ese sujeto, más nos llamaban «fachas» y «nostálgicos del franquismo» a los que defendíamos la Nación española los trolls a sueldo de la pesoe —o de la Logia—. Hoy son los alcaldes del PSC los amenazados… ¡y siguen pidiendo diálogo! Como si la libertad ideológica y la integridad física pudieran ponerse en almoneda. ¿Puede Juan Español dialogar con Montoro para que éste le perdone el IRPF del año presente? ¿Puede Juan Local dialogar con el Ayuntamiento para que éste no le imponga una multa por incumplimiento de ordenanza municipal? Pues eso. El cumplimiento de la Ley no es negociable, por mucho que diga el Ministro de Economía. Si para nosotros no lo es, para la Generalitat y sus adherencias tampoco.
La Iglesia tal vez merezca capítulo aparte. No sólo es ya que 300 mossèns trabucaires estén a favor del prusés. Es que la Conferencia Episcopal Española, dirigida por Blázquez, ese «loro viejo que aprendió a hablar» cuando estuvo en Bilbao, ha evacuado un documento donde resplandece… la equidistancia. Claro que se les entiende muy bien: diócesis como la de Gerona son muy ricas y la única forma que tienen de defender su patrimonio (no el histórico-artístico, sino el otro) es intentar nadar y guardar la ropa en un tiempo que cada vez menos admite una de cal y otra de arena. Esto lo aprendió Blázquez muy bien en Bilbao, como dijo Pedro J. en su «Carta del Director» de El Mundo del 2 de junio de 2002, y ahora lo aplica desde su sillón en la CEE.
No es tanto el versículo dedicado «a la iglesia de Laodicea» el que nos viene a la cabeza, que también, sino este otro: Nemo potest duobus dominis servire aut enim unum odio habebit et alterum diliget aut unum sustinebit et alterum contemnet non potestis Deo servire et mamonae (Mt 6:24). Dicho en castizo: «No se puede servir a Dios y a los mamones». Yo creía que ser cristiano —católico, en mi caso— era tener problemas con el poder; de hecho, a Jesucristo lo acabaron clavando en la cruz por sus problemas con los poderes establecidos. Pero viendo a estos señores asotanados intentando nadar y guardar la ropa por lo suyo, no estoy tan seguro.
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