Como la entrada que yo iba a escribir de este personaje ya me la han escrito aquí, dejaré que ustedes la lean y se enteren bien de quién es este senyor.
Permítanme, no obstante, comentar unas cosillas. Para empezar, repite el patrón de todo comunista egregio: es de familia bien, de «casa bona», que diríamos en Cataluña. Nada de padre proletario de «facciones duras y rostro ennegrecido por el humo de las fábricas» salido de una novela de Dickens. Más bien padre acomodado, y con unos modestos problemillas civiles con la chica de la venda, la balanza y la espada.
En casa nunca faltó de nada. El niño, por supuesto, no iba a colegio público: ¡puags, qué asco de plebe! Qué va. Fue al Colegio Claver, de los jesuitas de Lleida, donde se educaba a la élite provincial y donde algunos, gracias al esfuerzo de nuestros padres, pudimos asistir también. Dice su biografía «no autorizada» que a los 14 años ya era un bandarra y que hacía novillos para escribir rimas y poemas. Algo así como eso que cantaba hace años El Último de la Fila: «Se hacen parapetos con poemas» («Canta por mí, porque yo estoy en chirona»). No sé si la vida le mintió; pero como es sabido, los hijos superan siempre a sus padres. Y si el padre había tenido problemas civiles, él los iba a tener penales, no faltaba más.
Lo del apodo también tiene su gracia. Cuentan que tomó su apodo de un cuento árabe en el que aparecía un revolucionario que quemaba el palacio del jeque y bla-bla-bla y se llamaba Hasel (sin acento). ¿Puede ser que el Che leyera el mismo cuento muchos años antes? Seguro, porque también era de casa bona y además fue a la Universidad (médico). Que el comunismo le convirtiera en un bestia era cosa previsible, vista la historia. Pero en fin, nuestro Pau Rivadulla no ha dejado de ser un burguesito con ínfulas y no ha llegado a cambiar de país para hacerse jefazo en una república bananera. Supongo que alguien, en algún momento, le avisaría de la similitud fonética del flamante apodo con otro pseudónimo, «Sven Hassel»; de modo que, para no identificarse con «ese tipo», escritor de éxito de novelas con escenarios de la Segunda Guerra Mundial y biografía muy discutida (hay quien dice que incluso fue nazi), cambió su apodo y puso un acento en la é. Porque él es muy de izquierdas; tanto, como su tía Mercé, diputada por IC-V en tiempos.
Para no alargar más el cuento, fíjense si nos ha salido señorito el niño que ha ido a la cárcel y quiere imponer sus condiciones: nada de compartir celda («mi ego no cabe en este espacio tan pequeño») y nada de compartir tareas en la cárcel («yo soy antifascista, no un puto esclavo de los lacayos de los poderosos»).
Finalmente, me quedo con estas dos frases del artículo que les citaba al principio:
«Como hijo de papá que siempre ha sido, transgredió la ley sin pensar que la ley reaccionara» (rasgo común en todos ellos). Bueno, y creyendo que papi, o mami, o la tieta, o los amigos de ellos le iban a sacar las castañas del fuego en caso necesario.
«No va a prisión por ausencia de libertad de expresión. Va por reincidente, violento y, sobre todo, por simple».
Todo el follón que se ha montado por alguien que, en su arte y según los estándares del género, no es cosa mayor, no parece sino el preludio de su vuelta a la marginalidad una vez le hayan extraído toda la utilidad política (¿?) que pueda tener. Todos los números para ser un juguete roto. Aunque no dudo de que acabe con el riñón bien cubierto. El mozo ya tiene sus 32 añazos; pero con sus antecedentes familiares y sus méritos de guerra, ya tendrá quien le coloque. A diferencia de tantos comerciantes que a lo mejor no pueden pagar los destrozos que los amiguetes y adosados (entendiendo por tales los que se apuntan a un bombardeo con tal de armar la gorda) de este bandarra han provocado allí por donde han pasado y que, a lo peor, tendrán que cerrar su negocio.
Dejaremos para otro día el debate de si debe existir un delito de «injurias a la Corona». Lo que yo sé seguro es que, si algún día Cataluña se hace «independent», en un futuro Codi Penal de la Nació Catalana no dejará de existir un «delicte d’injúries al President de la Generalitat»…