Gaviota herida (IV)


Volvemos a dar un salto a través de la sierra de Guadarrama y nos plantamos de nuevo en los Madriles. Lo que sucedió en los días siguientes hubiera ameritado que la entrada se titulara algo así como «9 días que hicieron temblar al PP hasta los cimientos». Todo ha sucedido a gran velocidad, pero la resultante por ahora es la siguiente:

a) Carromero fuera. Aún no está fuera del PP, pero sí ha dimitido de sus cargos en el PP de Madrid. Está «desaparecido». Seguramente podrá consolarse cantando de esta guisa…

Ay, Carromero, guajiro, ay, Carromero
Ay, Carromero, guajiro, ay, Carromero…

Yo fui agente secreto,
Para buscar las vergüenzas
De Isabel Díaz Ayuso
Y fui un fracaso completo…

b) Teodoro fuera. No se ha esperado ni a que le dieran la patada desde la planta innoble. Está también «desaparecido», pero puede darse a sí mismo el premio de «lanzamiento de cargo más rápido y a más distancia». La entrevista que le hizo Luis Herrero en su programa es de abrigo, no tanto por las preguntas del periodista sino por las respuestas del entrevistado.

Entretanto, vemos también otra entrega del PP: la reforma laboral de la pesoe. Está todo bastante embrollado; pero de lo que se sabe, resulta que dicha reforma fue aprobada con el voto fantasma de un señor del PP llamado Casero. Este señor dijo votar telemáticamente por estar afectado de korona; y ahora, por arte de magia, está siendo investigado por unas cosillas de cuando era alcalde de Trujillo, Cáceres. También podría discutirse si Pelofrito Batet, presidenta a la sazón del Congreso, cometió un ilícito penal (prevaricación) al no convocar la Mesa del Parlamento para discutir el ajuste a la ley de ese voto.

Pero hay más. Tras las elecciones en Castilla-León, asistimos a un esquizofrénico chiki-chiki relativo al cruce de declaraciones entre Isabel Díaz Ayuso y la dirección nacional de Casado. Suena a que es la última carta que le queda a éste para forzar la dimisión de la primera. Pero Díaz Ayuso, como siempre, resiste y se defiende con uñas y dientes… y con éxito. Con lo cual, ni a Casado ni a Teodoro les queda un cartucho que gastar. De aquí que Teodoro saliera por piernas de la dirección nacional. Casado quiere rizar un poco más el rizo e hipotecar a su hipotético sucesor. Dice que no se va y que quiere aguantar el tirón hasta el próximo congreso nacional, que será en breve. Y deja caer que «podría presentarse él también». Pero lo que no entiende Casado, si es eso lo que pretende, es que está ahora mismo en la misma posición que SSS, a la que él desbancó sin demasiado esfuerzo porque no la quería nadie.

La crisis acaba de cobrarse otra víctima: el ya ex portavoz nacional Martínez Almeida, el tercero en discordia de los que yo señalaba en mi anterior serie de artículos. Quizá creyó que, a pesar de su participación directa o indirecta en el intento de defenestración de Díaz Ayuso, si se mantenía a cubierto no le iba a salpicar la crisis. Pero no ha sido así y ha tenido que dimitir del cargo. Tampoco entendimos muchos su nombramiento como portavoz nacional cuando ya era alcalde de Madrid. Madrid es una ciudad grande: «es mucho Madrid», como dice la propaganda. Y es lo bastante grande como para exigir una dedicación exclusiva y no meterse en otros dibujos, porque ambos saldrán torcidos, como así le ha ocurrido: la resurrección por la puerta de atrás de Madrid Central, de la malhadada abuelita Lobo, le ha hecho perder muchos enteros de popularidad. Vamos, que si ahora hubiera convocado elecciones, o no habría salido, o hubiera tenido tantas hipotecas que se hubiera visto obligado a tirar la toalla.

Pero hay otra razón y no de peso menor: si al final Díaz Ayuso, arropada por una dirección nacional distinta y no hostil como la actual, puede convocar su congreso regional y proclamarse presidenta (auguro que lo será por aclamación), tal vez Martínez Almeida tenga posibilidades en el PP de Almendralejo; pero lo que se dice en el PP de Madrid, sus días están contados.

En fin, todo un culebrón. La secretaria ejecutiva del PP en el Exterior, Ana Vázquez, ha reconocido el espectáculo lamentable que ha dado la dirección del partido por culpa del odio africano de algunos a uno de los valores más fuertes del PP en este momento. Tal vez le honre su dimisión. Pero aún nos quedan algunos flecos en todo este asunto, que trataremos en la entrada siguiente.

Gotas que me vais dejando...

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