Después del nada laico ataque a la Sagrada Familia, cuyo valor no es sólo religioso (es un templo católico abierto al culto y por eso se ha ganado el derecho a ser quemada), sino también una obra arquitectónica de primer orden y Patrimonio de la Humanidad, les prometo que he estado pensando. Todo sea por ejercitar la primera obra de misericordia, que es «enseñar al que no sabe».

Y así como a esos presuntos «laicos» únicamente se les ocurren gracias varias contra la religión católica, supongo que aceptarán sugerencias dirigidas contra otras religiones. Porque ser «laico» (en realidad, ateo), es  lo que tiene: que no te ha de gustar ninguna religión, no sólo aquella que «forma parte del sustrato cultural de la zona en que se vive». Así, por ejemplo: les propongo que celebren un Ramadán laico. Es decir: que ayunen de día, pero de noche que se hinchen a comer cerdo y carne de otros animales que el Islam considera impuros (o en su defecto, no cortados al estilo halal). Naturalmente, para eso tendrán que pedir la correspondiente subvención, que no dudo que la Pajina o la Bibiana les concederán y además con un monto generoso. «Es una celebración laica, tía, o sea, ¿sabes?» podrían poner en su escrito de solicitud.

Lo mismo se diga del Pesaj judío. Mucho más a mi favor, porque estos que agreden de forma tan descarada a la Iglesia Católica y a sus creyentes son de los que no tienen reparo en tocarse con la kufiya palestina, o apoyar Flotillas de la Pubertad y otros engendros pro-palestinos, así como criticar los «asesinatos» de los judíos mientras callan respecto de los palestinos («Itamar» no les dirá absolutamente nada). O que callan y «no les importan» las matanzas de cristianos a manos de musulmanes en Asia y en África («les pilla lejos»).

Respecto de otras religiones que se practiquen aquí, no tengo noticia. Pero con estas dos ya es suficiente. Reto a esos «laicos» a que promuevan actos «laicos» a imagen y semejanza de esas dos religiones. ¿A que no tienen lo que hay que tener? Se demostrarían una vez más dos cosas:

a) su cobardía.

b) el hecho de que saben bien que tales «celebraciones» no les saldrían gratis como las que pretenden celebrar contra los católicos.