Nos encontramos aquí con uno de los mantram más repetidos de los últimos años, junto a la «sostenibilidaz» (de izquierdas, claro) y la «reforma del mercado laboral» (de derechas, claro). Ya hemos hablado de la «reforma laboral» a cuenta del «rígido mercado laboral español». Se habla ahora, también, del exilio laboral juvenil, del «vente a Alemania, Pepe» 2.0. Personas que se ven sin futuro aquí, pero que dominan algún idioma (inglés o alemán), se plantean la marcha porque aquí se encuentran con empresarios que les pagan una mierda por jornadas de trabajo interminables; donde se encuentran que dada esa circunstancia, los puestos de trabajo van rotando (se va quemando a los jóvenes). ¿Cabe hablar de la voracidad de las Administraciones? Sí, también cabe. Son parte de la cadena: las Administraciones (estatal, autonómica y local) atracan al empresario, que a su vez atraca a sus empleados y la empresa en conjunto al consumidor final…
Dejo esa parte ahí. Y vuelvo otra vez sobre el tema: a los partidos (sí, a todos ellos), parece que el único paro que les interesa es el juvenil. Todos proclamaban en sus programas (lástima: es un papel muy duro para usarlo en el lavabo) que iban a tomar serias medidas para atajar el paro juvenil. No obstante, el paro que es realmente dramático es el de los mayores de 40 años. Ese paro, para los políticos, simplemente no existe. Uno se huele que lo han borrado de los programas para que el dios Voto, ante el que (nuevamente todos los partidos) queman incienso, les sea favorable. Que no les sería tanto porque a los de la edad media ya resulta difícil colarles según qué trolas les cuelan en el programa.
A lo que ya decíamos en el otro post que les relaciono hay que añadir otra circunstancia dramática, y es que muchos tienen familias que alimentar. Como los dos empleados de Spanair que se van a la puta calle (perdonen los exabruptos, pero la sinvergoncería de los políticos me pone enfermo). Y no sólo eso, sino que con las edades que manejamos, nadie quiere a un trabajador de más de 40 años, ni aquí, ni fuera de aquí. Es decir: están atrapados en su propia tierra. Bien sea por esa edad, por las obligaciones familiares, o por desconocimiento del idioma que no hizo falta aprender mientras se trabajaba, esas personas sencillamente están fuera, más afuera que Vicente Fernández. Han dejado de existir para el mercado laboral y empiezan, en cambio, a existir para los comedores de Cáritas y demás establecimientos del circuito de beneficencia.
Lo más curioso del caso es que los sindicatos y la izquierda toda critican a la Iglesia, que es la que mayormente atiende a estos nuevos contingentes de pobres. En cambio, es la hora de que veamos que UGT o CC.OO. o sus espejos en política, PSOE e IU, abran comedores sociales, aunque sólo sean para gente que demuestre ser de su ideología (la Iglesia, por cierto, no discrimina a nadie). A toda esa aristocracia depositaria de la representación del pueblo español y a la aristocracia obrera (que decía el historiador Hobsbawm), ésa que dice representar los intereses de los más débiles, a los empresarios que te dicen que «está usted demasiado preparado para este trabajo» con una sonrisa de oreja a oreja, a los banqueros que no te dan ni la hora porque no tienes una nómina que ellos puedan vampirizar, además de dedicarles esto,
les dedico esta canción de Serrat:
Ah, y les pido por favor que gasten un papel más suave en los programas electorales. Ya saben para qué (es el único uso decente que tienen). Gracias por adelantado.