Centrados en ti…


Dicen los más viejos del lugar que al papel y a la mujer, hasta las posaderas hay que ver (en realidad no dice «posaderas»; pero como ya hemos cometido un delito contra el lenguaje de género, no era cosa de remachar el clavo). Mucho más cierto es con los políticos, por desgracia. Que no nos podamos fiar de unos señores en cuyas manos ponemos nuestros asuntos y nuestra vida como colectivo, tiene su gracia. Desde luego a mí, como a muchos de ustedes, ZP no me la dio con queso. Sabíamos de qué iba ese hombre y qué pretendía su proyecto. Otras muchas personas, en cambio, se dejaron convencer por sus cantos de sirena progresista y por eso, en vez de aguantar sólo cuatro años a ZP, le tuvimos que aguantar ocho (bueno, por eso y porque en 2008 el PP hizo una campaña misérrima).

Hoy, en 2012, gobernando el PP virtualmente en toda España (salvo donde es tradición muy arraigada que no gobierne), algunos empezamos a darnos cuenta y no precisamente en teoría, de que PP y PSOE no están tan lejos el uno del otro de lo que parecía. Dejemos aparte el hecho de que en Europa, salvo casos puntuales, son indistinguibles. En cuanto a lo que pasa Batuecas adentro, no vamos a hablar de las promesas que el PP se ha ido dejando en el camino. No hablaremos de la política lingüística gallega, en manos de un radical progalaico (la valenciana, según me cuentan, por el mismo camino). Tampoco hablaremos de la querella que Cospedal interpuso contra su antecesor Barreda, de la que nunca más hemos sabido si se ha archivado. Tampoco hablaremos de la cara de arrobo y felicidad de Alicia Labiotoldo Sánchez-Camacho cuando mira al Rei Artur (antes conocido como Príncep Encisador), todo porque no la va a recluir en el ghetto esta vez. Ni de los desplantes de la señora Cifuentes, flamante delegada del Gobierno de la CAM, incluso a militantes de su propio partido a cuenta de una perla que le puede costar un serio disgusto en cuanto a bajas de militancia.

Así que hay que leer hasta el fondo y hasta el final de los lemas (mucho mejor que «eslóganes», que suena más moderno pero demasiado anglo para mi gusto). La adición, por otro lado, tiene una lectura independiente: el dios griego de la guerra empieza a hacer acto de presencia entre la militancia. Entre el impuestazo, algunos nombramientos bastante polémicos (caso de la «infiltrada» Carmen Vela) y ahora el asalto a una parte central del ideario del partido y el cambio de paradigma respecto de ETA (ya no problema policial, sino «sólo político»), la incomodidad va creciendo, lentamente, aunque algunas cosas las hayan hecho medianamente bien (rebajar el sueldo de los grandes banqueros o recortar el poder sindical, entre otros y señaladamente).

A todo esto y obiter dicta: hace un par de días que al campo español Francia le ha atizado un garrotazo de no te menees, con la anuencia de los países nórdicos. Beneficiario del acuerdo agrícola: Marruecos, incomprensiblemente, que es país tercero y cuya posición e intereses, por lo tanto, no deberían prevalecer sobre los de los socios. Claro que, como dice el dicho, que a lo mejor y en estos asuntos ya me lo habrán leído ustedes alguna vez: «Con estos socios, ¿para qué quiere uno enemigos?». Y aún más: busquen ustedes cuántos medios nacionales se han ocupado con alguna extensión de la noticia. Me da que no van a encontrar muchos. Aún nos falta bastante para despertar.

Gotas que me vais dejando...

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