
Terminado el sainete electoral, que a los catalanes nos ha costado carísimo, han quedado dos cosas claras: el poble català no quiere experimentos y por eso el Rei Artur se ha pegado una hostia de campeonato en cuanto a su apuesta personal. Se podrá discutir si el nuevo Parlament es más «independentista» o no que el de 2010 y si la distribución de fuerzas refleja lo que ha votado el poble català; pero lo que no se puede discutir es que el mayor logro del PPC ha sido traspasar el título de fatxa oficial a Albert Rivera y a sus C’s.
¿Por qué esto es así? Bien, no tienen ustedes más que seguir la hemeroteca y ver el recorrido que ha ido haciendo el PPC. Un recorrido, naturalmente, de conveniencia i unió. Desde afirmar la presidenta que riñe a su hijo por hablarle en castellano pasando por apoyar el grupo parlamentario los presupuestos «fumaos» del 2012 (donde se sigue subvencionando la chorrada identitaria mientras se cierran plantas de hospital y «no hay dinero para pagar a los funcionarios»), hasta tener de altos cargos a presuntos implicados en casos recientes de corrupción (operación Mercurio). A esto se le llama integració en l’oasi y lo demás son cuentos.
C’s, en cambio, somos los nuevos fachas. Ya no se trata de los heroicos tiempos de los tres mosqueteros (Rivera, Cañas y De Rivera). Ahora, como tenemos grupo parlamentario propio, irán a por nosotros. Los unos, porque les molesta la presencia en su Catalunya ideal (pastorets, flabiol y barretina calada hasta las cejas) de un partido como C’s que denuncia que el cromo se rompe. Y los otros, porque les recuerda continuamente el discurso que nunca debieron abandonar y abandonaron por la conveniència i la unió. Un discurso que C’s ha sostenido desde el mismo momento fundacional y no sometido a los vaivenes del momento. Pero coño, que Alicia ni siquiera estuvo presente en la manifa del 6 de diciembre, a pesar de que uno de los convocantes era su queridísimo Manel Parra. ¿Lo mejor? Que ahora muchos que a Rivera llamaban despectivamente el Neng quieren hacerse la foto con él. Ése es el mejor premio a la constancia.
Dicho todo lo anterior (y perdonen ustedes el desahogo) vamos a por el facha del momento, que no es otro que el ministro José Ignacio Wert. Parece ser que la LOMCE, que pretende «mejorar la calidad educativa», ha metido las narices en un pilar fundamental de la construcció nacional: la educación (los otros dos son, como es sabido, la cultura y la comunicación, que el nacionalismo conduce con puño de hierro). Pretende asegurar (¡horror!) que quien quiera estudiar en castellano en Cataluña pueda hacerlo, y además, obligar a la Generalitat (¡más horror!) a que pague la plaza de ese niño que quiera estudiar en castellano en Cataluña. Vean, si no, cómo se las gastan los comissaris polítics de la educación:
Ni qué decir tiene que en C’s estamos decididos a luchar contra esa particular programación de mentes infantiles. Y estamos decididos a luchar para que a los niños catalanes no se les prive de la gran riqueza que supone dominar dos lenguas, hoy al alcance sólo de quienes llevan a sus hijos a colegios bilingües o trilingües (los Pujol, los Montilla, los Mas… es decir, toda la oligarquía política y económica catalana), mientras se condena a la antes llamada clase media al monolingüismo y al adoctrinamiento que lo acompaña. Porque lo peligroso no es que «se enseñe sólo en catalán», sino el «contenido» de esa enseñanza.
El problema que tiene el ministro Wert es que intenta ponerle el cascabel a un gato que ha crecido hasta convertirse en fiera corrupia. Y que ha llegado a eso porque se le ha dejado. Ni «alta inspección» ni leches en vinagre durante 30 años: Estado missing. Ya dijo Pujol en algún momento que habían dejado atrás el punto de no retorno. Esperamos del ministro Wert que como ministro del «Gobierno de España», no se arrugue y deje una vez más desamparados a quienes no quieren ser sumergidos en la cosa catalanista. Por más que la LOMCE no sea hoy otra cosa que un Proyecto de Ley. Para eso se le dio la mayoría absoluta. Y recuerde, ministro: el consenso está bien, pero nunca contra el interés general de la Nación española. Es algo que ustedes, señores del Gobierno, no deberían olvidar, aunque ahora la tarea resulte como diez veces más difícil que hace 10 años.
Hola Aguador,
Un amigo que vive en Barcelona me contó que acudió a la manifestación y cuando se empezaron a corear gritos de «Visca la llibertat» una señora se le acercó con los ojos inyectados de odio y le dijo «feixista!». Dice mi amigo que si aquella mujer llega a tener una pistola habría sido capaz de usarla. Y sin embargo, ella estaba convencida de que el fascista era él. Son los resultados de décadas sembrando odio entre catalanes y entre catalanes y el resto de españoles, adoctrinando a la gente desde las escuelas y son la inestimable y vergonzosa colaboración de los medios de comunicación.
Saludos y ánimo a los catalanes que luchan por seguir siendo libres.
Me gustaMe gusta
Efectivamente, Daniel. En la manifa hubo personas que nos increparon sin haberse mirado al espejo esa mañana. Y que si hubieran tenido una ametralladora nos hubieran ametrallado sin pestañear. Sólo que ése es un comportamiento inscrito en lo peor de «ser español». Los que no pensamos como esa señora nos merecíamos «cuatro tiros». Eso es lo extraño: que cuanto más diferentes quieren ser de nosotros, más se parecen al español «tradicional», cateto y analfabeto.
Muchas gracias por la parte que me toca 🙂
Me gustaMe gusta